37 - Capítulo Treinta y Siete.

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10 horas antes

En algún lugar de la tierra

Cuando Allen abrió los ojos, los árboles se mecían levemente con el viento. Las aves cantaban suavemente a los alrededores y el sonido de las hojas completaba el ambiente relajado y tranquilo.

Era tan tranquilo que parecía que se estaba burlando de su estado de ánimo: no tan armonioso y bastante lamentable.

"Burlarse no es posible para la naturaleza"

Con el sonido de la voz soltó un suspiro.

Aunque pequeñas, tenían la forma más sólida que podían y, aprovechando la posición privilegiada debido a que seguía tendida en el suelo, la miraban desde arriba. Sus ojos estaban cambiando de color constantemente al no tener la estabilidad que estar en la mente de Allen les brindaba.

"No te veas tan feliz de reunirte con nosotros"

"Eso hace que me duela más el corazón"

"Tú ya no tienes corazón"

Se reclamaron entre sí.

Mientras salía, e incluso durante parte del tiempo en el que estuvo allá, la vaga preocupación por el estado de ánimo de esos sujetos surgió por instantes. Pero al escucharlos discutir entre ellos por tonterías y cosas obvias en esos momentos, se dio cuenta de que no estaban tan mal. O al menos fingían estarlo. Y era definitivo...

—Se han vuelto más tontos.

"Oye"

—De cualquier modo, puedo comprobar que su estado de ánimo no está tan mal. —*Aparentemente*

Se quedaron en silencio, como contemplando qué responder cuando para Allen era obvio que solo estaban fingiendo normalidad.

"No quiero que sufras más"

—Y la ternura que eso causa me da náuseas.

"Cuando hablas así, parece que la que no tiene corazón eres tú"

Allen se encogió de hombros. Todavía acostada en el suelo, al pensar detenidamente en esa frase; dada la situación actual, se sentía como si fuera el caso. Probablemente se había quedado sin corazón.

Tragó con dificultad, sintiendo que el dolor se hizo más fuerte.

"Allen"

Pese a los intentos por hacer que todo pareciera normal, no pudieron evitar llorar cuando las lágrimas volvieron a salir de sus ojos.

Sin embargo, no pasaron ni cinco minutos cuando el ardor en sus venas comenzó; causándole un terrible dolor en todo el cuerpo. Los latidos de su corazón se aceleraron y su temperatura aumentó como si de un incendio se tratase.

Y tan solo era el inicio de su pena.

Distantemente, los sintió alborotarse a su alrededor cuando se quejó y se retorció en el suelo.

Hizo bien en no ponerse de pie de inmediato. Se sentía como si su interior estuviera hecho de lava. La intensidad del aire inundó su ser entero como un torbellino. Todo se sentía más cercano. Y a la vez más lejano. Todo era tan aplastante que sentía que estaba por desintegrarse en ese mismo lugar.

A penas escuchó a la lejanía las voces preocupadas.

"¿Qué grillete elegiste?"

En medio de la agonía, se las arregló para sacar el contenedor y beber como pudo. Un poco del líquido se derramó por las comisuras de sus labios; por la prisa y la posición acostada en la que se encontraba.

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