2 - Capítulo Dos.

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Dentro de la Orden Oscura el revuelo se sentía a kilómetros. La novedad de una joven compatible con una inocencia no registrada antes era lo que se escuchaba por los pasillos y no había nadie que no supiera del tema. Con la general Kloud cargando a la chica con su inocencia, la llegada de Allen al área de enfermería había sido de lo más alocada.

De alguna manera se las habían arreglado para que durante el camino no hubiera curiosos que presenciaran el increíble acontecimiento de un mono gigante cargando a una chica sucia y cubierta de sangre. Eso se consideraba por demás una hazaña de lo más increíble.

El viaje a la Orden les llevó alrededor de día y medio, normalmente no tardarían más de siete horas en llegar, pero con el fin de evadir multitudes, se adentraron a los bosques que rodeaban los pocos poblados que había alrededor de la Orden. Kloud cayó de rodillas una vez la chica había sido puesta en una camilla que ya estaba preparada para ambas en las puertas de la lúgubre edificación que era la Orden.

Lenalee los había alcanzado a mitad de camino y había decidido que lo mejor era viajar todos juntos, después de todo su misión había terminado y estaba ansiosa por ver a su hermano, tanto así que estaba por adelantar al grupo que llevaba consigo a la nueva exorcista de la inocencia extraña. Pero pudo más su curiosidad, por lo que aprovechando la ausencia de Cross se unió a la caravana que iba con la general.

Miró con curiosidad como el pequeño mono se acurrucaba cansado sobre el pecho de la rubia. Eso era inusual, los generales podían tener su inocencia activada por días y seguir peleando sin mostrar signos de cansancio, pero después de cargar a la chica el animal y su usuario se veían pálidos y el sudor cubría su frente.

—De alguna forma tuve que repeler el fuego que intentaba alejar a Lao Shimin de ella. No lo puedo explicar con certeza, pero fue como un sistema de autoprotección de Lao Shimin. Tal vez el contraste de poder y experiencia hicieron posible que la pudiera cargar todo el camino.

Fue la explicación vaga que dio la mujer luego de descansar un poco.

Lenalee colocó una taza de café en el escritorio de su hermano y se paró cerca de él, viendo con curiosidad como Nine Kloud parecía algo mareada todavía. Jamás la había visto tan afectada, incluso con enfrentarse a cientos de akumas de nivel dos, ella podía acabar con dos de nivel tres durante el mismo periodo de tiempo y sin inmutarse.

¿Qué era lo que hizo Allen Walker para causar semejante resultado en la segunda general más fuerte de la orden? Daba un poco de miedo si se pensaba con detenimiento.

—Lamento mucho las molestias, general Kloud. Pero aún no sabemos mucho sobre ella y menos aún de su inocencia. —se excusó el director de la Orden mientras hojeaba lo poco de información que habían obtenido sobre Allen. —Debido a la situación no nos quedó de otra más que recurrir a métodos inusuales. Pero no se preocupe, general, puede descansar hasta que se encuentre en plena forma nuevamente.

—Bien, siendo el caso, me retiro. —con pasos elegantes pero cansados le vieron salir de la oficina para de seguro ir a descansar a su habitación.

—No puedo imaginarme como de cansada ha de estar. ¿Hermano, de qué tipo es la inocencia de Allen?

—Aún no hemos podido examinarla, mi querida Lenalee. La teoría de que se defendía únicamente del toque de los hombres no pudo ser comprobada totalmente. El general usó directamente su inocencia para lidiar con ella. No tuvo contacto directo por lo que no sabemos tampoco si repele también a las mujeres.

—¿Qué crees...? — Lenalee no pudo terminar su pregunta.

De repente la puerta se abrió de golpe, revelando la figura de la jefa de las enfermeras. Quien parecía asustada con su brazo izquierdo vendado y sostenido inconscientemente por su mano derecha en un claro gesto de dolor.

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