Decepciones

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El invierno comenzaba a dejar la ciudad, y la primavera se adentraba suavemente en Londres. Con el regreso del clima cálido, volvían los días largos, los paseos en el parque y, en el caso de Baker St., aumentaban los clientes. Sherlock, feliz de la vida, se mantenía ocupado atendiendo y solucionando los casos que llegaban a su puerta, varios muy interesantes, y otros porque sentía compasión por las personas que acudían a él.


Los Dalca estaban nuevamente en Londres, y esta vez habían planificado tomarse un par de meses de descanso. Decididos a compartir tiempo con Victoria, y sintiéndose bien recibidos por el grupo, participaron de toda reunión que se les fue informada, desde las cenas semanales, pasando por domingos en Hyde Park, incluso como público una noche que Silver River pudo tocar en el Seminare. Por supuesto, sus almas de músicos no se pudieron resistir, y lograron que Lucas organice una presentación en la cual pudieran participar.

Así, los miembros de la banda, Alicia incluída, se vieron en la necesidad de ensayar más de lo que acostumbraban dado que tenían que adaptarse a los Dalca, a los cuales se unió Victoria, tras insistirle a Lucas hasta el cansancio. Finalmente un viernes, luego de dos semanas de trabajo, se presentaron en el Seminare.

La pizarra electrónica anunciaba que ese día se presentaba Silver River, con Los Kallmikov como invitados; el grupo jamás se había presentado con otra persona más que Alicia en su visita a Londres, que derivó en estancia permanente, un puesto fijo en el grupo y su matrimonio con Lestrade. Es por eso que el detalle se fue comunicando de boca en boca, y el teatrito recibió una gran concurrencia. A esto se sumaba que algún gitano se había enterado del asunto, y muchos de ellos también habían dicho presente para apoyar a los Dalca. Esta vez sí que el público era un espectáculo digno de admirar, con semejante mezcolanza de personas, y así lo veía el otro grupo, desde su lugar acostumbrado en el balcón.

- ¡Vaya, mirá todos esos pañuelos! - exclamó asombrada Molly, observando los diklós que las gitanas llevaban en sus cabezas, y cuyos colores brillantes resaltaban en el mar de cabezas por debajo de ellos. John estaba asomado para ver mejor

- Se ve que la noticia de que Velkan y Dragos iban a tocar hoy se esparció como reguero de pólvora - comentó, mirando al público - ¡No! ¿La tía Perla? Ojalá Toria no la vea, se va a morir - agregó, con un sobresalto y observando bien a una gitana alta, con un enorme pañuelo azul en su cabello castaño claro. Molly lo miró preocupada

- ¿Por qué lo decís, John? - preguntó. El doctor se encogió de hombros y se acomodó en su asiento

- Perla es la hermana de Velkan, y es bastante cargosa con el asunto de que Victoria está fallando a la comunidad con la vida que lleva. Que ya tendría que estar casada y tener nietos - explicó

- ¿¡Nietos!? - exclamaron Greg y Molly al unísono - ¡Pero si tiene poco más de 30 años! - añadió la chica. John suspiró

- Y aunque no lo creas, muchas son abuelas con 35 años. Ojalá me haya hecho caso y se vista de gitana; sé que no quería, pero le va a evitar miles de problemas y cuestionamientos, a ella y a Velkan - dijo con tono preocupado, mirando hacia el escenario aún vacío. Claro que la sugerencia del doctor obedecía, en realidad, a las ganas que él tenía de verla de nuevo con su traje y su dikló; todavía recordaba esa sensación tan particular que sintió el día de la fiesta gitana. Greg apoyó la cabeza en una mano

- Yo creía que ellos no eran mucho de ir a espectáculos así... Bah, las gitanas a veces van a ver los recitales de cantantes tipo Harry Styles, todo muy romántico - acotó. John asintió

- Así es, pero hoy vinieron por Velkan y Dragos; están orgullosos de que su hermano toque acá - explicó. Greg frunció el ceño

- Sólo espero que se comporten; Lucas me pidió especialmente que preste atención al público, por si se armaba algún lío, que no pase a mayores. Creo que tiene un poco de miedo en que puedan surgir problemas entre los gitanos y los demás; él confía en poder manejar a los sudamericanos, pero hoy no estaba tan seguro - dijo el inspector, mirando alrededor y evaluando posibles conflictos y soluciones; entonces, se volvió a John - ¿Y Sherlock? No me digas que va a tocar de nuevo con ellos - agregó, con leve tono irónico. El doctor negó

Lo veo en tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora