Viejos conocidos

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El invierno iba dejando Londres poco a poco, mientras se acercaba inexorablemente la fecha en que los Messina se convertirían en una familia de 3. A Molly todo le costaba mucho esfuerzo, pero ocuparse de su hogar le hacía bien, sintiendo que todavía estaba en control de algo en su vida; eso sí, hacía todo a su propio ritmo. Lucas había trasladado temporalmente su oficina a su casa y la vigilaba de cerca, pero el embarazo transcurría sin mayores problemas, así que ambos disfrutaban de ese momento tan feliz en sus vidas.

Alicia pasaba todo el tiempo que podía con su hermano y su cuñada, malcriando a la futura mamá con todo lo que a ella se le antojara, y declarando que haría igual con su ansiado sobrino. A veces recordaba lo triste y solitaria que se sentía antes de viajar a Londres para el compromiso de su hermano menor, y pensaba cuánto había cambiado su vida desde entonces; pudo reencontrarse con Lucas después de años, conoció a su cuñada y su nuevo grupo de amigos incondicionales, entre los cuales se incluía el detective inspector Greg Lestrade, que terminó convirtiéndose en el amor de su vida y con quién se había casado, y ahora su hermano iba a tener un bebé ¿Qué más podía pedir? Y aunque seguía con su postura de que la maternidad no era para ella, estaba muy dispuesta a disfrutar de ser tía y cuidar al pequeño por cortos períodos de tiempo. Cuando meditaba en esas cosas, sentía que el corazón se le llenaba de felicidad ante esa segunda oportunidad de ser feliz que la vida le había dado. Y ella no la desperdiciaría.

Otra que estaba extasiada con la llegada del pequeño Messina era Rosie. La niña le había hecho tantos dibujos que Lucas bromeaba diciendo que no sabía para qué había pintado la habitación del bebé, si podía empapelarla con tantas obras de arte. John y Victoria se habían preocupado por la reacción de Rosie a la noticia de una nueva criatura en el grupo, quitándole el protagonismo que ella siempre había tenido con los adultos. Pero pronto se quedaron tranquilos; el entusiasmo de la niña se mantuvo, aún cuando claramente había dejado de ser el centro de atención de esa diversa familia, y ella se había convertido en una celosa guardiana del vientre de Molly, asumiendo con total felicidad el papel de 'hermana mayor'. El bebé llegó incluso a desplazar a Lalo a un rincón del corazoncito infantil, o quizá fuera que Rosie ya tenía siete años y poco a poco ese amor platónico se había ido transformando en un profundo cariño filial.

Elizabeth y Sherlock habían retomado las visitas a Eurus ni bien la situación legal de ella quedó arreglada y pudo salir de Baker St., y esos meses habían viajado a Sherrinford semana por medio, para recuperar el tiempo perdido. En principio no fue problema, pero una vez que la chica recuperó su trabajo, sumado al tiempo que le dedicaba a ayudar a Molly, a Elizabeth se le estaba haciendo difícil cumplir con todos los horarios; sin embargo, hacía un gran esfuerzo por viajar a Sherrinford cuando les tocaba, sabiendo el buen efecto que eso tenía en Eurus, o el efecto negativo que podía llegar a tener no visitarla.

No era de extrañar que la menor de los Holmes no se sorprendiera al enterarse que su cuñada en realidad no había muerto; después de todo, Eurus se caracterizaba por, justamente, la falta de reacciones emocionales, por no decir directamente la falta de sentimientos. Sin embargo, había quedado claro para Sherlock que eso no era tan así, pues pudo notar que la noticia de la 'muerte' de Elizabeth había sumido a su hermana en cierta melancolía, que se reflejaba en la manera de tocar el violín. En contraposición, desde que se había enterado de que todo había sido un error, y aún más cuando ambas se reencontraron, Eurus había cambiado nuevamente su manera de tocar, más alegre y animada, y hasta con una sonrisa o tarareando suavemente la melodía. Y por eso mismo, el detective trataba de colaborar con su novia las semanas que les tocaba visitar a Eurus, para que Elizabeth tuviera ese día libre y pudieran viajar. La chica también era consciente de ese hecho, y por esa razón se esforzaba por cumplir con las visitas programadas. Como esa tarde de sábado.

Lo veo en tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora