El Loco de la Calesita

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Hacía ya más de un mes que el verano se había apoderado de Londres completamente. Elizabeth, después de la terrible y falsa acusación que recibió, pudo tomarse sólo una semana de vacaciones, dado que ya había estado sin trabajar también una semana. Los demás se indignaron; después de todo no fue por voluntad propia que ella no asistió al trabajo. Pero a Elizabeth le había dolido tanto que la apartaran de su cargo injustamente, que aceptó feliz trabajar esos cinco días que le hubiesen correspondido como vacaciones. Sherlock fue el único que tampoco se molestó con la situación, pues aprovechó el que la chica estuviera en el Barts para contar con su ayuda en un par de casos que tenía entre manos; a pesar de que no la necesitara realmente en ellos, disfrutaba compartir sus investigaciones con ella. Finalmente, los dos partieron a visitar a los Burrows, mientras que Lucas y Molly se fueron a Bath, tal como él quería, acompañados de Alicia, Greg y la pequeña Rosie, feliz de haber sido incluida; John no pudo conseguir los mismos días para ir con ellos, así que Lucas personalmente se hizo responsable de la niña. La Sra. Hudson recibió esa semana, las visitas de Victoria, que se comprometió con sus amigas a hacerle compañía y ayudarla si necesitaba algo.

El viaje les vino bien a todos, para quitarse de encima el stress acumulado, pero especialmente a Molly, pues a su regreso le esperaba una tarea por demás compleja. Apenas estuvo de vuelta en Londres, se reunió con su amiga y su cuñada para que la ayudaran; era hora de planificar su tan esperado casamiento. Aprovechando el lindo clima, las chicas se juntaron en el jardín del edificio donde vivían Molly y Lucas , ante una mesa llena de revistas de novias, calendarios, lápices, la notebook, el mate, un buen surtido de palmeritas de hojaldre y scones, y muchas ideas. A esa reunión le siguieron muchas más, a las que inmediatamente se unió Victoria, que se ganó su lugar en el grupo rápidamente, y esporádicamente también la Sra. Hudson. A Lucas le fue prohibido terminantemente participar, al menos cuando estaban todas. De vez en cuando Molly le consultaba su opinión, que era tomada en cuenta, pero esencialmente era ella la que llevaba adelante la organización; ya se sabe, del novio sólo se espera que se presente bien arreglado, diga el "Sí, acepto" como corresponde y baile el vals con la novia, el resto del tiempo es sólo un adorno. La estrella siempre es la novia.

John, mientras tanto, volvió a su larga lista de novias ocasionales, como sucedía antes de conocer a Mary. Algunas lograban cierto nivel de aceptación del grupo, otras no tanto, pero ninguna parecía entender la estrecha relación entre ellos, ni por qué John y Rosie estaban tan apegados a ese rejunte de personajes. Así que, tarde o temprano, todo terminaba, con gran tristeza del doctor, que a pesar de lo que pudiera parecer, no le agradaba su fama de Donjuan. Él de verdad deseaba rehacer su vida, pero en ella iban incluidos el grupo y, sobre todas las cosas, su hija. A su manera, Sherlock trataba de apoyar a su amigo; menos mal que también tenía a los demás, que siempre lo recibían con palabras de consuelo, mucho más eficaces que las del detective, y los brazos abiertos. Así transcurrían las semanas.


En el medio de toda esa situación, empezó la Copa América, que se jugaba en Brasil, y el grupo argentino siguió a su selección durante todo ese mes, haciendo lo posible por ver en vivo los partidos en el Seminare, y cuándo no era posible, en la casa de Lucas. El año anterior, los ingleses habían presenciado en algunas oportunidades el fervor futbolero de los otros, pero no los habían visto, ni estaban preparados para verlos tampoco, alentar a su selección en un torneo importante. Greg, aunque bastante sorprendido, recibió de buena gana la posibilidad de conversar de fútbol con su novia, a un nivel que no esperaba con una mujer; Sherlock, por otro lado, casi no reconocía a la suya, cada vez que la veía alentar, y criticar también, al equipo. En ese ambiente llegó la final, que prometía una tarde llena de emoción: Argentina - Brasil, el clásico sudamericano, con una historia de rivalidades, rencores y desafíos.

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