Sentimientos....la "rajadura en el lente"

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- Lo siento - susurró Elizabeth a su oído - Nunca quise lastimarte, o darte la impresión de que sentía algo que no siento. Quizá el hecho de que te aprecie muchísimo como amigo y te admire como profesional puede haber creado una confusión, quizá debí ser un poco más medida con mis demostraciones de afecto - la voz le temblaba, y sentía una lágrima corriendo por su mejilla. Le dolía en el corazón decir todo eso.

Él la tomó de los hombros suavemente para apartarla de sí y mirarla a la cara.

- No tienes por qué disculparte. En todo caso soy yo el que debería, por hacerte pasar este mal momento. Pero simplemente necesitaba decirte lo que me pasa. Siento que no puedo seguir trabajando contigo sin ser sincero - Greg le limpió la lágrima con mucha suavidad, y la obligó a mirarlo a los ojos - Sé que estas semanas serán algo extrañas, cuando tengamos que colaborar, pero quiero que sigamos siendo amigos ¿Si? ¿Puede ser? - Elizabeth suspiró. Greg era su amigo, fue su compañero durante más de un año, y el único del Yard que siempre la trató bien, no sólo como un mero accesorio al que se le consultaba y luego desaparecía del mapa. Era algo muy difícil seguir siendo amigos luego de que él le confesara sus sentimientos. Pero no se lo podía negar, ella también deseaba que todo siguiera lo más parecido a como eran las cosas antes.

- Por supuesto, Greg, voy a poner toda mi voluntad en eso - Greg sonrió, y luego la soltó.

- Por favor, no te sientas mal por mí. ¿De acuerdo? Ahora quiero que subas, que hace frío, está comenzando a nevar de nuevo y vos estás poco abrigada y en medias. No quiero que te enfermes - dijo mientras la empujaba con delicadeza al calor del interior. Luego la besó suavemente en la mejilla y dio dos pasos para atrás. Con gran esfuerzo, le sonrió nuevamente - No te preocupes por mí, voy a estar bien - y diciendo eso, se dirigió a la esquina de Sandy's row sin mirar atrás. Pronto desapareció tras el frente de Honest Burguers.

Elizabeth se quedó mirándolo con nostalgia desde dentro de su estrecha entrada, mientras sentía cómo su corazón se estrujaba sabiendo que había rechazado a un buen hombre, que posiblemente llevara un tiempo pensando qué decirle. Con tristeza se dispuso a cerrar la puerta, cuando un brillo en la nieve captó su atención. Al lado de la puerta tenía un par de zapatos de goma, para momentos como ese, que debía salir a la nieve por un breve instante, así que se los calzó y salió a ver.

Asombrada, levantó el objeto del pilón de nieve, reconociéndolo inmediatamente, aunque sin entender aún qué hacía cerca de su casa. La nieve empezó a arreciar, y ya casi no había luz natural. Elizabeth volvió corriendo a su casa.

Un rato después, sentada a la mesa, meditaba en lo que había sucedido, con la compañía de su mate, y observando el hermoso broche de flor, que había admirado cada oportunidad que estuvo en Baker St. Era un antiguo broche para el cabello, que Sherlock había conseguido en un mercadito callejero de Venecia, en una oportunidad que llevó adelante una investigación en la ciudad de los ríos. Pescó in fraganti a un ladrón, y el dueño del puesto se lo obsequió en agradecimiento. Él lo había aceptado, más que nada, porque era una curiosa antigüedad, un trabajo de orfebre tan delicado, con incrustaciones de piedras semi preciosas. A ella le encantaba, tan lleno de historia y tan bello al mismo tiempo. Nuevamente se preguntó qué hacía el broche allí. Su cabeza no era capaz de pensar.

Sentía culpa por haber rechazado a Lestrade, y repasaba cada interacción, desde que se conocieron, preocupada por si le había dado a él una impresión diferente, si sin querer había dado a entender que le interesaba. Quizá al principio, pues Greg le había llamado la atención, se la había comprado un poco por su amabilidad. En algún momento hasta había pensado que sería interesante salir con él alguna vez, aún cuando ella no se había interesado nunca por nadie, y él le llevaba unos cuantos años. Pero fue un corto tiempo. Quizá se dejó llevar por la situación, ya que fue justo cuando tanto Lucas como Molly la usaban de intermediaria en su relación, y se pasaba horas escuchándolos hablar de lo que sentían por el otro. Así, cualquiera terminaba viendo los asuntos bajo una luz rosada. Y aparte a ella ya le pesaba un poco estar sola. Luego empezaron a salir, la dejaron algo más tranquila, y esas ideas quedaron en un segundo (por no decir tercer) plano. Y finalmente desaparecieron por completo de su mente hacía algo más de medio año, una tarde en el Barts, cuando cierto detective de ojos azules y voz grave apareció a husmear en su laboratorio. Desde ese día ella lo supo, no habría otro hombre que le interesara.

Lo veo en tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora