Ya había pasado más de un año desde que Sherlock y Elizabeth tuvieron esa esclarecedora conversación en Widegate St., donde el detective había aceptado tener una discreta relación, que terminó haciendo pública del modo más llamativo posible: nada menos que en el escenario del Seminare, en pleno compromiso de Lucas y Molly. Después de acostumbrarse a pasar los fines de semana juntos, tanto en Widegate St. como en Baker St., ahora el siguiente paso era llevar a Elizabeth al campo, cosa que la Sra. Holmes pedía insistentemente. La cuestión se postergó para las vacaciones de la chica, pues viajar por un fin de semana no tenía sentido, según ella. Por otro lado, Emma Burrows también estaba ansiosa de recibirlos nuevamente, así que Elizabeth se sentía entre la espada y la pared, sin saber bien cómo iba a repartir sus días libres. Y como si eso no fuera suficiente, a Lucas se le había metido en la cabeza que viajaran todos a Bath, Greg y la Sra. Hudson incluídos. Obviamente, Rosie apenas escuchó la idea se puso más molesta que mosca de verano, y se unió a Lucas en insistirle a todos que se sumaran al proyecto. No había reunión, show o cena en que no se hablara de los pros y contras de la idea. Elizabeth estaba tan agotada que hasta le pidió a Sherlock que se buscara un caso lejos y se la llevara con él. ¿Acaso las vacaciones no eran para descansar? Pero éstas sólo le traían tensión.
Esas semanas, también, la chica se dedicó a ponerse al día con su amiga recuperada, y Victoria tomó la costumbre de almorzar con ella y Molly, adaptándose rápidamente al trabajo en el Barts y a la dinámica del grupo, en el que fue bien recibida. Rosie se sintió atraída a ella enseguida, pues era la única joven soltera que quedaba, por lo cual le brindaba toda su atención. También era un punto de interés para Sherlock, que la observaba atentamente, tratando de dilucidar detalles de su vida. Y es que la Srta. Dalca era tan cerrada en lo que respecta a su pasado, tan firme en no hablar de su familia, que no hacía más que aumentar su curiosidad. Con gran decepción, constató que tampoco podía averiguar nada por medio de Elizabeth, que estaba decidida a cumplir la voluntad de su misteriosa amiga. Así que no le quedaba más que sacar conclusiones y esperar que el tiempo las corroborara.
Victoria, sacando el tema de su pasado, era muy abierta y sincera, y estaba siempre dispuesta a ayudar a todos; acompañaba a la Sra. H a las compras, cuidaba a Rosie los miércoles y asistía a Molly y Elizabeth en su trabajo. Se notaba en los ojos celestes que ella estaba feliz de ser parte del grupo.
Un jueves, saliendo del Barts, las tres se dirigieron al Victoria Place Shopping (justamente), en Buckingham Palace Rd., cerca de la catedral de Westminster. Victoria necesitaba comprar ropa, pues había vuelto a Londres con muy poco, y las chicas la acompañaron. Rato después, y cargando bolsas, se dirigieron a una cafetería, dentro del edificio, para tomarse un descanso.
- De seguro que acá nos saldrá el doble que cerca de casa - se quejaba Victoria - ¿Y si tomamos el metro y vamos a mi departamento? - Molly la empujaba con suavidad
- Te dijimos que te invitábamos nosotras - insistió, mientras Elizabeth las seguía despacio, leyendo su teléfono
- Lucas dice que, al fin, volvemos a tocar el viernes - les informó, para prestar más atención luego de que Molly se aclarara la garganta - ¡Sí, sí, te invitamos nosotras, no te preocupes vos, Toria! - concluyó, usando el apodo que le habían inventado en el grupo, reemplazando al tan odiado "Vicky", y que a la rubia le causaba gracia. Victoria suspiró
- Ustedes, chicas, ya tienen su trabajo, y Molly a su millonario, entiendan que no todas estamos en esa posición - Mientras Molly no sabía si reír o avergonzarse, Elizabeth la tironeó hacia una mesa, para que se siente
- Por eso te estamos diciendo que te invitamos. ¿Cuál es el problema? No seas orgullosa, y compartí con nosotras. Tampoco es que salimos todos los días - y las tres se sentaron, mientras seguían su conversación alegremente. Ninguna se percató de que, sutilmente, habían sido seguidas por una mujer de cabello castaño claro y un vestido que podía ser la envidia de las tres.
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Lo veo en tus ojos
FanfictionSherlock Holmes y John Watson vuelven a su rutina de clientes en Baker st. pero tienen que afrontar cambios que darán un nuevo giro a sus vidas