Nota: 2do capítulo de llanto y lágrimas
Más de un año después
John revisaba un tablero de información en el aeropuerto de Heathrow mientras hablaba por teléfono
- ¿Estás seguro, entonces? No quiero subirme al avión con cargo de conciencia - decía, dando golpecitos nerviosos con la punta de un pie
- Completamente, Dr. Watson; tengo la situación controlada - le respondió Mycroft, muy seguro y con su acostumbrado tono autoritario; luego de una pausa, la voz sonó más amistosa - Aparte, te recuerdo que no sos culpable de nada, John, la vida continúa para todos; no podemos dejar nuestros planes de lado indefinidamente sólo para cuidar del delicado equilibrio emocional de mi hermano. Hiciste mucho por él este último año, de hecho lo hiciste desde que lo conociste; quedate tranquilo, yo llego mañana a Londres y me voy a encargar estos días - el doctor no se veía convencido
- Si te vas a encargar de la manera que siempre lo hacés con tus hermanos, prefiero quedarme, Mycroft; Sherlock necesita apoyo emocional, y no es tu especialidad, justamente. No quiero arriesgarme.. -
- Te dije que no te preocupes, John - interrumpió el otro - Conozco bien a mi hermano y sé cómo cuidarlo. Te prometo que lo vas a encontrar mucho mejor a la vuelta, confiá en mí - John observó a Victoria, a unos pasos de distancia, que revisaba algo en su teléfono y se veía sumamente feliz. Dando un profundo suspiro, asintió
- De acuerdo ¡Pero voy a estar pendiente, Mycroft! Voy a llamarlo en cuanto pueda, y si pasa algo... -
- Buen viaje, Dr. Watson - volvió a interrumpir Holmes - Pásenlo bien, nos vemos a su regreso - y sin darle más opciones a quejarse, colgó. John se quedó mirando el teléfono unos segundos, algo aprehensivo, pero en ese momento Victoria se le acercó y enlazó el brazo en el suyo
- ¿Vamos, murhó tsinorhó doktor*? - le dijo con una enorme sonrisa. John le correspondió
(* mi doctorcito)
- Vamos, mi shukar Lira* - y tomando la valija, que estaba a su lado, se dirigieron hacia el despacho de equipaje
(* hermosa Lira - recordatorio: Lira es el nombre gitano de Victoria)
Dos días después, Sherlock se dirigiría a la sala de Baker St. arrastrando sus pies. Para variar, casi no había dormido en toda la noche, como le había sucedido gran parte de ese último año; la débil luz del amanecer lo había despertado del todo, pero le tomó una buena media hora juntar voluntad para levantarse, aunque aún no le veía el sentido a iniciar un nuevo día. El departamento apenas se mantenía en pie, y eso porque John junto con la ayuda de alguno de los miembros del grupo lograban sacarlo de vez en cuando, con el objetivo de que la Sra. Hudson le pegara una limpiada. Así y todo, no podían evitar que la cocina estuviera tan llena de elementos químicos que casi se podía asemejar a Chernobyl, y que la casa en general se viera sepultada bajo pilas de papeles de diarios, cuadernos, informes, y todo aquello que lograra despejar a Sherlock de esa triste realidad que todavía no podía procesar. Y así había sido desde que volvió de su estancia en Cutsdean, con sus padres, ya hacía más de un año.
Lo único que se mantenía inmaculadamente limpio y ordenado era el rincón de la sala que se hallaba tras su sillón, entre la ventana y la estantería; allí el detective había guardado las pertenencias de Elizabeth que se había traído de Widegate St. el día que acompañó a Lucas a vaciar el departamento. Con cuidado había ubicado la Fender dentro de su estuche, el microscopio de la chica, la muñeca de trapo de su aventura con las estrellas de Sissí, y un hermoso potus, que resistía a pesar de los pobres cuidados que recibía del detective. En la estantería había guardado todos los libros que se pudo traer y un par de fotos de las que Elizabeth tenía en la repisa sobre el televisor, la de ella paseando con sus padres cuando era pequeña y la que la chica estaba arrodillada junto a su hermano; el resto estaban guardadas en la habitación de Sherlock, excepto dos, que se lucían en la repisa de la chimenea, y dónde se los veía a ambos abrazados, una en la fiesta de compromiso de Lucas y Molly, y la otra en el casamiento. El mismo Sherlock se ocupaba de mantener limpio ese sector; por lo demás, el lugar era poco menos que una pocilga.
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Lo veo en tus ojos
FanfictionSherlock Holmes y John Watson vuelven a su rutina de clientes en Baker st. pero tienen que afrontar cambios que darán un nuevo giro a sus vidas