Siguiendo El Hilo

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La mañana siguiente, Sherlock junto con John, se encontraban sentados en el pequeño monoambiente que constituía el hogar del portero del edificio donde había vivido la Sra. Browning Dunne. El Sr. Pedro Valverde, un español cerca de los 50, se había mostrado dispuesto a colaborar con la investigación, pero solo disponía de media hora entre las diez y las once, así que los dos hombres se apresuraron a aprovechar ese tiempo.

Sherlock, como siempre, se hallaba sentado en un sillón, con sus manos unidas y los ojos cerrados. John tomaba uno que otro apunte en una libreta. El portero relataba, básicamente, lo mismo que comentó Diana Dunne

- ...con el vecino del segundo piso la bajamos por la escalera hasta el hall de entrada, mientras la vecina de la puerta de al lado de Ann llamaba a emergencias. Mientras la recostamos en el suelo, entró la Sra. Peggy, era la prima de la Sra. Ann. Se quedó mirando mientras tratábamos de que reaccione, la verdad, yo no me había dado cuenta de que entró, estaba concentrado en la Sra. Ann. En eso siento que ella exclama "¡Dios mío, Ann! ¿Qué pasó? " Es ahí cuando me aparto un segundo a informarle que la señora cayó por la escalera, pero que aún sentíamos un pulso muy débil, y que la ambulancia ya estaba en camino. "Pero que horror" exclamó, " habría que avisar a la familia. Lamentablemente yo no traje mi teléfono, pero si me presta la llave del departamento de mi prima, entro corriendo a avisar". Yo sabía que ellas eran familia, así que no creí que hubiese nada de malo en ello, y le di el llavero. Volví con los vecinos, y ahí el señor del segundo comenzó a desesperarse porque decía que ya no sentía el pulso, y que las manos y pies de la Sra. Ann estaban fríos. Empezó a gritar que dónde estaba la ambulancia, que ya no quedaba tiempo. La Sra. Rose, de la puerta de al lado de la Sra. Ann, comenzó a llorar diciendo que creía que ya no había nada que hacer, mientras yo trataba de calmarla - el portero tomo un poco de agua, mientras se enjugaba la frente con la mano. A pesar del frío que cada día se hacía más presente en Londres, en la habitación hacía mucho calor, porque estaba justamente al lado de la distribución de la caldera. El hombre siguió - Fue entonces que la Sra. Peggy regresa, y viendo que la Sra. Rose estaba tan angustiada, se acercó a devolverme las llaves mientras decía "Dios mío, es la tercera amiga que se me muere en poco tiempo"-

Sherlock se incorporó de repente, sobresaltando a Valverde.

-¿Está seguro de que ella dijo esa frase? -

-Si, claro - dijo el hombre, pasando su mano por el escaso cabello que ya clareaba - Me llamó la atención porque pensé "todavía se puede salvar la Sra. Ann. Ya llega la ambulancia" De hecho, sentía la sirena, por eso también recuerdo que lo pensé.

- Bien, continúe - Holmes se recostó nuevamente en el sillón, mientras John remarcaba la frase en la libreta, ya que vió que al detective le había llamado la atención. Valverde siguió

- Entonces la Sra. Peggy me alcanza la llave de vuelta, y luego, dándose vuelta para que no se la vea, saca su billetera de la cartera y mete dentro de ella un papel doblado que tenía en el bolsillo del saco. Me pareció de lo más extraño -

-¿Y si trató de ocultarlo, cómo es que usted lo vio? - preguntó John, entrecerrando los ojos.

- Creo que ella no se dio cuenta que en la pared al lado de la puerta de entrada hay un espejo, y justo ella quedó de frente a él. Mientras yo me agachaba de vuelta al lado de los otros, quedé como en diagonal al mismo y la vi. No se si ella se llegó a dar cuenta de que yo la vi, pues en ese momento la ambulancia estacionó en la puerta, y los paramédicos entraron corriendo -

-Pero a usted le resultó sospechosa su actitud - retomó Sherlock

- Y sí... Estaba su prima ahí, muriendo, y ella sólo trata de guardar un papel en la billetera, lejos de la vista de los demás. Si yo estuviera frente a un familiar que está muriendo, al menos me arrodillaría a su lado y tomaría su mano, si es que no puedo ayudar de alguna forma - el español hizo una mueca, su propia versión de una profunda reflexión, frunciendo la frente y mesándose el tupido bigote.

Lo veo en tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora