La hora y media que duró el viaje parecía que iba a ser una tortura; Sherlock había subido en el asiento trasero del Kia de Janine sin siquiera consultar con los otros dos, dejando en claro que él de ninguna manera viajaría al lado de la mujer. Los primeros quince minutos el viaje se hizo en silencio; Sherlock iba concentrado en leer una y otra vez las noticias, y John aún tenía cierto resentimiento con Janine, pues desde lo sucedido con el detective nunca más había llamado, aún sabiendo que Mary estaba embarazada. Sí, Holmes había sido un desgraciado con ella, pero ellos no tenían la culpa, y Janine tampoco pareció demasiado afectada, a juzgar por las notas que había vendido a los diarios. Eso hizo que lo único que sonara dentro del vehículo fuera la música del reproductor.
Pero una vez que salieron a los suburbios de Londres, John ya no pudo mantener su hermetismo rencoroso y comenzó a preguntarle a Janine por su vida tan alejada, a lo que ella respondió de buena gana. Así dio inicio a una conversación, donde Janine finalmente se enteró de lo sucedido esos últimos siete años; la muerte de Mary, cómo llegaron Elizabeth y Lucas a la vida de Molly y, por consiguiente, a la del resto, trayendo ellos también sus amigos, dos de los cuales terminaron siendo la Sra. Lestrade y la Sra. Watson. También le contó de Silver River, de los casos resonantes que habían tenido, y que Molly estaba a punto de convertirse en mamá en las próximas horas, lo que los tenía ansiosos y preocupados a partes iguales.
Sherlock refunfuñaba por lo bajo cada vez que John relataba algo relacionado a él y su novia, pero mayormente se mantuvo en silencio, concentrado en las noticias del crimen y en las actualizaciones que Elizabeth le mandaba de vez en cuando; parecía que el parto se hacía esperar, y no iba a ser fácil tampoco para la pobre Molly. El detective suspiró; esperaba que ese viaje valiera la pena y Grace Dunbar fuese inocente, así podría sobrellevar ese sentimiento de culpa que tenía por no acompañar a su novia en ese momento de preocupación. Igual, algo le decía que tenía razón, que la mujer era inocente, y cuanto más leía, más estaba seguro.
Luego de recorrer por un rato la campiña y los bosques del sur, finalmente llegaron a la casa de Janine, al final de Beechwood Ln, una bonita cabaña de dos pisos con una antigua fachada de piedra y ladrillos, techo de tejas rojas y un minúsculo porche cerrado. Habían hecho una pequeña parada para almorzar algo, la cual el detective aprovechó para contactarse con el sargento Coventry, quién estaba llevando el caso, y había logrado convencerlo de que lo dejara husmear en la escena del crimen, con un poco de ayuda de Gibson, claro. Apenas dejó su bolso en la habitación que Janine les destinó, salió disparado hacia la finca de Gibson, a casi un kilómetro de la cabaña.
El sargento era un hombre alto, flaco, con aspecto casi cadavérico y maneras misteriosas, que hacían pensar que sabía más de lo que decía. No recibió de buen grado a los londinenses, hasta que Sherlock le aseguró que toda la información que consiguiera, se la daría de buena gana
- Acá no estamos buscando hacer quedar mal a la policía, sargento. Si realmente se comprueba la inocencia de la Srta. Dunbar, voy a dejarle todas las pistas y datos para que usted mismo se arrogue la corrección del caso. Y si ella es culpable, pues entonces ya han resuelto el caso, y de una u otra manera, yo desaparezco y mi nombre no será asociado a nada de lo sucedido aquí - afirmó el detective. Coventry suspiró
- Ni modo, Sr. Holmes, prefiero que sea usted el que meta las narices en el caso, porque estoy seguro que si no lo buscaba a usted, Gibson iría a pedir que Scotland Yard intervenga, y ahí sí lo íbamos a tener feo - dijo, mientras caminaban hacia la escena del crimen; en eso, el hombre se volvió y bajó la voz - Hablando de Gibson, y entre nosotros ¿No cree que se lo podría acusar a él del hecho? - Sherlock hizo una mueca
- Lo he estado considerando - Coventry meneó la cabeza
- Usted no ha visto aún a Grace Dunbar; la belleza hecha mujer, y en todo sentido lo digo. Tranquilamente pudo Gibson despachar a su mujer para quedar libre, ya vio como son los empresarios, no les importa nada. Y sé de buenas fuentes que éste tiene conocimiento de armas. La pistola hallada era de él ¿Lo sabía? - Sherlock se detuvo, algo sorprendido
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Lo veo en tus ojos
FanfictionSherlock Holmes y John Watson vuelven a su rutina de clientes en Baker st. pero tienen que afrontar cambios que darán un nuevo giro a sus vidas