Al abrir la puerta, Sherlock y John se encontraron con las escaleras de emergencia, que llevaban hacia los dos pisos superiores del complejo, y la salida de emergencia, que se abría hacia el pasaje posterior, y donde la empleada de limpieza había salido a tirar unas bolsas a los contenedores de basura. Sherlock decidió subir las escaleras, las cuales examinó detenidamente en cada tramo, asintiendo imperceptiblemente. El centro era muy grande, pero el detective había evaluado que la niña tendría que haber desaparecido cerca de la zona de la pileta dado que, como había quedado claro, nunca llegó al vestuario, y ya se sabe que ese es el primer destino de todo nadador una vez sale del agua. Pronto pudo comprobar que su razonamiento no estaba equivocado.
Al llegar al último piso, la escalera de emergencias seguía un nivel más arriba, que llevaba a la terraza y a los tanques de agua. Al llegar al rellano de ese último tramo de escaleras, los hombres hallaron una botella térmica turquesa, decorada con estrellas plateadas, tirada en el suelo. Sherlock miró a su amigo, alzando una ceja, y se agachó para levantar el elemento, no sin antes envolverlo cuidadosamente en una bolsa para evidencias.
- Blair también llevaba su botella consigo a la pileta - comentó. John echó una mirada hacia el final de las escaleras
- Se la trajeron hasta acá arriba... - murmuró. El detective asintió
- Tiene lógica; estas escaleras son de emergencia, nadie las usa, salvo algún miembro del personal de limpieza, como vimos abajo, y sólo cuando es necesario - con decisión, subió los últimos escalones.
El último nivel era una pequeña habitación, en la cual se veían algunos caños y válvulas provenientes de los tanques de agua, un profundo armario destinado a elementos de mantenimiento tales como herramientas, y la puerta que llevaba a la enorme terraza del complejo. El piso tenía una capa de mugre, que podía ser una mezcla de grasa, polvo y líquidos varios, ya que evidentemente a ese lugar no se le dedicaba mucho tiempo de limpieza. Cuando Sherlock se agachó para examinarlo, un leve reflejo bajo el armario le llamó la atención. El detective alumbró con la linterna del teléfono; en el reducido espacio que quedaba entre la base del armario y el suelo se distinguían unas antiparras. Sherlock soltó una pequeña exclamación de victoria
- Estamos tras el rastro correcto - dijo, acostándose boca abajo en el suelo y estirando el brazo lo más que podía, pero pronto soltó un bufido de frustración - ¡Maldición, el brazo no me entra lo suficiente en este espacio! Necesitamos algo para empujar esas antiparras hacia afuera - John echó una mirada alrededor, buscando, pero no había nada útil. Entonces, pareció ocurrírsele algo
- Ahí vengo - dijo, saliendo por la puerta de la terraza. A los pocos minutos apareció con un viejo palo de escoba, sin el escobillón - En lugares tan grandes como éstos, siempre hay una escoba vieja o un caño gastado abandonado en la terraza - mencionó, mientras le alcanzaba el palo a Sherlock. Su amigo sonrió levemente
- El matrimonio está haciendo maravillas con tu agudeza mental, John - le dijo con tono socarrón. Tendiéndose nuevamente en el suelo, maniobró con el palo hasta que las antiparras salieron disparadas hacia un rincón. El detective las examinó
- Estoy bastante seguro que son de Blair, son de tamaño pequeño, como para niños - el doctor se acercó a observar
- Entonces teníamos razón, se la trajeron para acá. ¿Pero dónde están el gorro, las ojotas y la toalla? ¿Por qué estaban solo las antiparras tiradas ahí abajo? - Sherlock miró alrededor
- Blair las tendría sobre la frente, o en la mano, y quizá en un forcejeo se cayeron y volaron hacia abajo del mueble. El abusador no se dio cuenta, por eso quedaron allí - murmuró. Entonces sacó la lupa y examinó el suelo - Esperemos que la falta de limpieza de este lugar juegue a nuestro favor - John se apartó al rincón más cercano a las escaleras, sabiendo que ahora Sherlock necesitaba espacio para revisar todo a conciencia.
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Lo veo en tus ojos
Fiksi PenggemarSherlock Holmes y John Watson vuelven a su rutina de clientes en Baker st. pero tienen que afrontar cambios que darán un nuevo giro a sus vidas