El tesoro Sanzio en el árbol de mandarinas

302 20 10
                                    

Luego de que Lestrade presentara los cargos contra Alex, un silencio denso cayó sobre la sala. El chico se quedó helado, mientras abría asustado los ojos cafés al contacto de las esposas. Stuart DiSanzio miraba a su sobrino con expresión triste, más no sorprendida del todo. Sherlock, imperturbable, se quedó de pie, con las manos en los bolsillos y la mirada fija en la situación.

Luego de mencionarle sus derechos, Greg se lo llevó a la patrulla, sin que el tío dijera nada. Pero cuando Holmes llegaba a la puerta de calle, DiSanzio lo retuvo del brazo

- Sr. Holmes ¿Están seguros de esto? - el hombre no estaba furioso, ni asustado, ni siquiera sorprendido, sus ojos sólo mostraban una gran tristeza.

- Lo siento, Sr. DiSanzio, pero las evidencias muestran que su sobrino conspiró con su amigo Robert Smith para darle muerte a su familia el domingo por la noche. Soy consciente de la gravedad de la situación, si usted está dispuesto, puede pasar por Scotland Yard a recibir las explicaciones correspondientes. Hable con el Detective Inspector para ver qué horario sería el más conveniente. - Sherlock dijo todo esto con la mayor amabilidad posible y luego entró al auto de Lestrade.

John había querido participar en esa última parte del caso, pero salir corriendo de Londres a las doce de la noche no era fácil de arreglar para un padre soltero. Ya era muy tarde para que alguien cuidara a Rosie, así que tuvo que conformarse con ser avisado del horario de la entrevista en el Yard.
Rápidamente se pusieron en marcha. Sherlock observó con cierta compasión cómo el último DiSanzio estaba de pie en la puerta de la casa, con el fiel ovejero, al que había soltado nuevamente, a su lado, los dos mirando alejarse la comitiva del auto patrulla y el auto donde viajaban ellos.

Viajaron en silencio la mayor parte del tiempo, a esa hora de la noche y con las autovías casi vacías, no les llevó mucho llegar a Londres de nuevo.
Para las dos y media de la mañana, el inspector dejó al inquilino de Baker St. de vuelta en su casa, acordando continuar con el trabajo en el Yard ese mismo día, a primera hora de la tarde.





Los miércoles, por lo general, eran los días más tranquilos en la morgue del Barts, y ese no fue la excepción.

Algo culpable por haber desaparecido de la vida de su amiga, Elizabeth invitó a Molly a almorzar. Eligieron un local de sushi, donde hacía tiempo tenían ganas de ir. Como el clima estaba agradable, se sentaron en una de las mesitas exteriores, frente a la catedral de Saint Paul, observando la gran cantidad de turistas que aprovechaban los escasos días de sol de Londres.
Luego de hablar de trivialidades, la conversación giró en torno de la visita que próximamente iban a recibir. Molly se sentía algo nerviosa, conocía a Alicia de hablar por Skype, se llevaban bien y era muy simpática. Pero ahora iba a ser muy diferente, se conocerían en persona, y Alicia era la única familiar de sangre cuya opinión le importaba a Lucas. Molly sentía que era casi como si le presentaran, finalmente, a la suegra.
Elizabeth comenzó a reír ante esa comparación, diciendo que era mejor que no mencionara eso frente a su cuñada, o echaría todo a perder.

- A propósito - dijo Elizabeth - vamos a estar bastante ocupadas las semanas siguientes. Así que hoy tenemos que ir de "shopping" - la otra la miró con curiosidad

- ¿De "shopping"? Si a vos lo que menos te interesa es comprar... - la chica puso cara de estar ofendida profundamente

- ¿De dónde sacaste eso? - las dos rieron - Bueno, de acuerdo, no es que me llame mucho la atención pasar horas y horas viendo ropa, pero puede ser porque jamás tuve la situación económica para disfrutar de esa actividad - Molly la miró por sobre su vaso

- Y no creo que eso haya mejorado demasiado este año así que ¿A qué viene todo esto? - Elizabeth se encogió de hombros

- Ya viste que Lucas insistió que tenemos que vestirnos bien para la reinauguración del teatro, quiere que nos consigamos lindos vestidos, y como después vamos a estar con muchos preparativos.... Bueno, pensé que hoy podíamos ocuparnos de eso - con un resoplido, se acomodó el mechón cobrizo detrás de la oreja. Había decidido que el broche era demasiado bonito para usarlo en la morgue, y siempre olvidaba comprarse horquillas para sujetar el pelo rebelde dónde debía. Su amiga hizo gesto de meditarlo

Lo veo en tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora