Luego de la semana en Cardiff, Elizabeth se encontró el lunes con una pila de papeles en su escritorio. Había adelantado el viernes, cuando volvió a trabajar, pero los archivos tenían la mala costumbre de acumularse. Suspirando, se sentó a poner un poco de orden antes de comenzar con las autopsias del día, que sumaban las del fin de semana.
Eran las cuatro de la tarde, y aún no había revisado la mitad; no había almorzado y se sentía débil. Con un suspiro, dejó los papeles pendientes y se abrigó para volver a su casa.El martes le costó muchísimo levantarse. El que aún estuviese oscuro e hiciera un frío espantoso no ayudaba, pero con mucha fuerza de voluntad, Elizabeth se encaminó al Barts. En la sala de autopsias, no hizo más que estornudar detrás de su barbijo
- ¿Estás bien? - pregunto algo preocupado Walt, el asistente que las ayudaba. Molly también la miró
- Estás estornudando desde que entraste - Elizabeth sacudió la cabeza
- Debe ser alergia al formol - minimizó, mientras trataba de sostener el escalpelo con firmeza y se concentraba en no estornudar, para que el sacudón no le hiciera cortar el cuerpo de cualquier manera.
Molly la siguió observando preocupada, pero no dijo nada.
Una hora más tarde, mientras Elizabeth volvía a ocuparse de los papeles, Molly le trajo una taza de mate cocido- Creo que necesitás algo caliente - le dijo, dejando la taza sobre el escritorio - Tenés las mejillas muy coloradas ¿Seguro estás bien? - su amiga suspiró
- Sí, debe ser el cansancio... - un ataque de tos le impidió seguir hablando, y desmintió categóricamente su afirmación de que era solo alergia.
Victoria entró al laboratorio justo en ese momento
- ¡Qué recibimiento! - ironizó. Luego, al ver ella también las mejillas coloradas, se acercó preocupada - Creo que no deberías haber venido a trabajar hoy, necesitás reposo - Elizabeth hizo un ademán, desestimando la idea
- Debe ser un resfrío, nada más - dijo, dando un sorbo a la bebida, que suavizó su escozor de garganta. Molly le puso la palma sobre la frente
- Estás levantando fiebre, tenes que volver a tu casa - viendo que su amiga volvía a negar con la cabeza, la interrumpió - Ya llamo a un médico - y sin darle opción, fue a marcar el interno de medicina laboral.
Elizabeth suspiró y volvió a su taza. Victoria se sentó a su lado
- ¡Y yo que venía a enterarme de los chismes del fin de semana! Ayer no pude ni moverme de mi laboratorio, se ve que a todos se les ocurrió hacerse checkeos este mes, había trabajo hasta el techo - entonces frotó la espalda de su amiga - Seguro que tomaste frío ahí en Cardiff - Elizabeth se encogió de hombros
- La verdad es que del lunes al miércoles estuve trabajando todo el día de corrido, y el jueves tuve que ocuparme de las valijas de Sherlock y John, cuando salieron disparados de vuelta a Londres. Llegué acá bastante tarde, y sí, no me abrigué como debía. Y por si hacía falta más, el domingo tomé frío cuidando mis plantas. Pero ya falté tanto al trabajo que no quería pedir médico; supuse que con un paracetamol alcanzaba - dijo, algo decaída. Victoria le palmeó la espalda
- Entiendo, pero no podés jugar con tu salud, tenés que cuidarte. Está empezando el invierno y hay que ser precavidos - Elizabeth volvió a suspirar
- ¡Ahhh, tu primer invierno en Londres, después de no sé cuantos años! - dijo con suavidad, palmeando el brazo de la rubia - Bueno, éste va a ser mucho mejor que los anteriores, porque nos tenés a nosotros, no vas a estar sola - Victoria bajó la mirada
- Sí, es verdad - dijo, simplemente.
El rostro de la chica se ensombreció por un instante, y la sonrisa había desaparecido, pero se apresuró en volver a la normalidad. Fue un momento muy breve y sutil, pero Elizabeth ya había aprendido a reconocer esos cambios en los rostros de las personas; no en vano era la novia de Sherlock Holmes. Eso la preocupó, pero en cuanto iba a preguntar, apareció el médico laboral, acompañado por Molly.
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Lo veo en tus ojos
FanfictionSherlock Holmes y John Watson vuelven a su rutina de clientes en Baker st. pero tienen que afrontar cambios que darán un nuevo giro a sus vidas