Calor y viento

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Fueron unas siete semanas bastante largas.

Shikamaru no sabía cómo sería aquel nuevo encuentro con la rubia problemática que ya sabía lo que él sentía. Suspiró. Las últimas palabras que cruzaron lo habían dejado completamente desesperanzado. El viaje con los otros dos, hacia Konoha, había resultado un desastre. Aunque ninguno dijo nada, sabía que habían notado sus ojos hinchados. Eso, sumado a todo su desgano... Era obvio que a él le había pasado algo. Pero no comentaron nada. Fueron siete semanas de un duelo bastante tortuoso y largo, y su madre le había preguntado qué había pasado. A las pocas semanas le preguntó si a casos había que la rubia no se había casado, pero lo que ella creyó que sería una buena noticia, acabó por demostrarle que él no quería tocar el tema.

El rechazo aun dolía. Después de siete semanas, aun dolía; pero aunque dolía, aun así, había sido mejor que la opción de no verla nunca más. Al menos ahora podría seguir compartiendo con ella... Pero esperaba que no fuera incomodo.

Shikamaru levantó la vista del suelo para fijarla en las puertas de Suna. Ella ya estaba de pie aun costado, esperándolo.

Y sí, se sintió algo incómodo.

Él se paró frente a ella y la saludó. ¿Se sentiría ella tan incómoda como él? Fingió lo mejor que pudo su incomodidad, pero ella ni siquiera se percató. Temari estaba seria, y de manera seria, pero amable, lo saludó.

Caminaron juntos hasta la torre del Kazekage. En silencio al principio, y posteriormente ella interrumpió el silencio para preguntarle por su familia. No hablaron mucho antes de volver a quedarse en silencio. El ambiente ya era notoriamente incómodo para ambas partes. Ella intentaba mantener una distancia prudente con él, él pensaba que su sola presencia la incomodaba después de aquella vergonzosa confesión que no le había dejado terminar.

—No hubo mucho que reportar esta semana—Temari intentaba convencerse de que podía mantener una relación de amistad que no doliera. Ella era fuerte.

—¿En la Arena?—él la miró mientras levantaba sus cejas. Se cuestionaba el hecho de que ella no se esforzara por distanciarlo completamente. 

—Claro—asintió. Ella continuó mirando hacia el frente.

—Konoha tampoco. No más que lo mismo de siempre. —Shikamaru caminaba con sus manos en los bolsillos. Volvió su mirada hacia el frente también.

Temari asintió.

Después de unos pocos pasos más, mientras subían hasta la oficina de ella, ella comenzó a explicarle cómo distribuirían el trabajo, ya que solo lo harían medio día. Shikamaru caminó a su lado en silenció, y simplemente asintió.

Entraron, ella ordenó los papeles sobre su escritorio, y se sentó.

—Después, las puertas se abrirán a partir de las tres a los extranjeros —tomó su lápiz—, la inauguración está planificada para las ocho, una vez que oscurezca. ¿Cuándo llegan los de Konoha?—por primera vez lo miró.

—Probablemente a la noche. Para la inauguración.

Shikamaru también tomó asiento en el escritorio frente a ella.

—Entonces ¿Qué harás durante la tarde? —Temari comenzó a escribir.

—No lo sé —se encogió de hombros—. No lo he pensado. ¿Qué haras tú?

Ella levantó la vista.

—Debo preparar los últimos detalles. Organizo al equipo, pero no estoy a cargo de nada esta vez...—volvió a mirar los papeles.— Después de almuerzo iré a encargarme de esas cosas. No será mucho.

¿Es que vas a rendirte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora