Extrañamente mejor

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Temari entró a la oficina de Gaara, y esperó a que éste terminara el papeleo.

—Bien... — Kankuro entró a la oficina también— ¿Qué cuentan los de la Nube?

Gaara dejó el papel a un lado. Ahí, tras su escritorio, se cruzó de brazos y miró a su hermana también.

—Bueno, Fueron muy amables.

—Obviamente serian amables Temari, quieren que te cases con él —dijo Kankuro poniendo sus ojos en blanco. 

Ella le hizo una mueca algo molesta y él volvió a fijar su vista en ella.

— ¿Qué tal él?

Ella se encogió de hombros. —Sí... se veía un buena persona.

Gaara solo miraba.

—Tendremos que invitarlos —dijo Kankuro haciéndose la idea—. Así como ellos te vieron, nosotros también queremos verlo. —Miró a Gaara.

—La decisión es tuya Temari. Ninguno de nosotros está obligándote.—El pelirrojo miró un momento su escritorio, y luego volvió a mirarla a ella. —¿Estás segura? Será un matrimonio ventajoso... pero ¿tu estás segura de querer hacerlo?

Ella miró a Gaara y luego asintió.

—Agendaré una visita por parte de ellos para dentro de unos meses. Lo antes posible.

—Bien. No tengo problemas.

—Haz que al menos se queden una semana—suspiró Kankuro. 

Gaara asintió.

Como no había otro asunto Temari esperó un poco más y entonces se retiró.

El resto del día transcurrió de lo mas normal.

La jornada terminaba mas temprano esos días, así que Temari y Kankuro habían salido a las cinco, aunque Gaara solía quedarte de igual forma hasta las siete.

Cuando llegó a su casa,  dejó su abanico y el resto de sus cosas en su pieza. Había estado fuera veinte días; y, al parecer, estaría sola en casa hasta que Gaara llegara. Kankuro había ido a algún lugar... según recordaba. Esa tarde había dicho algo pero no tenía idea de qué exactamente. debió estar divagando en su mente.

Miró a su alrededor...

Se propuso entretenerse con alguna cosa. Ordenó un poco la cocina, regó sus plantas y las limpió del polvo que se les acumulaba en las hojas. Todavía intranquila decidió ir a su pieza y se tiró en la cama cansada. Pero eso no la consolaba. Se sentía como si la aplastaran. El aire seguía siendo pesado, y lo seguiría siendo hasta que procesara completamente todo lo que había en lo profundo de su mente. El tipo de la nube no era un mal tipo, incluso se había enterado de que tenía muchas pretendientes, y no específicamente porque fuese el sobrino del señor feudal. La verdad era, que tenía una personalidad que encantaría a cualquiera. Era simpático... recordó que incluso la había hecho sonreír durante algunas conversaciones. Hablaba tranquilamente y tenía bastante tema de conversación. Cumplía con varias cosas de su lista. Era alto, gentil, trabajador, admirable, solidario y fuerte... «Pero no es Shikamaru». Todo en su mente pareció aguarse igualmente. Seguía pensando en el idiota de Shikamaru. Apenas habían pasado poco más de veinte días, aunque quisiera, no podía hacer que dejara de dolerle todo en solo veinte días... ¡Pero vaya que dolía!

Estaba mucho mejor que los primeros días, pero de solo recordar esa noche en la bodega... lo ilusionada que se había sentido en un principio,  para luego pensar que todo lo había hecho él para intentar persuadirla, manipularla... y conquistarla... El nudo en su garganta volvía a aparecer tan enorme como la primera vez. No quería ver a ese Nara idiota. ¡Demasiado egoísta! ¡Demasiado narcisista! ¡orgulloso, patético y...! y...

¿Es que vas a rendirte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora