Las puertas, como casi todo dentro de la muralla Sina, estaban cubiertas de detalles elegantes, Erwin se había ido y ahora debía cumplir con lo que le habían asignado. Antes de entrar maldijo mentalemente a Hange y Moblit por empujarla a esa situación, ya después pensaría una manera de devolverle el favor al castaño.
Entró con pasos seguros a la habitación, era una especie de biblioteca con grandes ventanales y una mesa de madera fina, era obvio que estaba destinada a la policía de la capital. A pesar de ser una instalación para uso militar era cálida y estaba bien iluminada, recordó que Erwin intentaba no hacer sentir a su invitado como un prisionero.
Al cruzar el umbral se encontró con un hombre sentado de espaldas a la entrada. Lo primero que Dex pudo ver fue su cabello azabache, tenía una postura erguida y se mantenía quieto sobre su silla sin siquiera dignarse a girarse a ver quien había entrado. La soldado sintió el ambiente pesado por su presencia pero se mantuvo firme y comenzó a rodear la mesa para quedar frente a él.
Los pasos de Dex resonaban por la habitación, sus botas creaban un sonido rítmico que se detuvo cuando finalmente estuvo frente a Levi. Los dividía una mesa reluciente pero a pesar de esa distancia la castaña pudo ver con claridad el rostro de aquel hombre. Tenían un semblante serio y sus ojos platinados apenas le dedicaron una mirada fría. Dex suspiró con pesadez y tomó asiento en la silla frente a Levi, ocupaban los extremos del comedor sin darle demasiada atención a la presencia del otro.
Dentro de la Legión se consideraba a la menor de los Beckett como una talentosa oradora, podía expresarse de manera asertiva y confiada, por eso mismo se había vuelto costumbre dejar a su cargo hacer reportes o propuestas. Pero en esa peculiar ocasión le parecía imposible encontrar qué decir. Finalmente, después de un par de minutos en silencio decidió presentarse.
— Mi nombre es Dex Beckett, soy miembro de la Legión de Reconocimiento — hablaba sin titubear — estoy aquí para ...— la petición de Erwin resonó en su cabeza, por lo cual intentó abordar la situación de una manera amigable — hacerte compañía mientras llega el comandante. — una sonrisa leve se formó en sus labios intentando transmitir confianza.
Dex era una mujer amable, su hermano constantemente la acusaba de ser demasiado considerada pero aquello era parte de la personalidad de la menor, había conseguido buenos amigos gracias a su forma de ser y no veía el propósito de tener una actitud desagradable hacia los demás. Era claro que el joven frente a ella pensaba diferente. Su mirada seguía siendo fría y no parecía interesado en entablar una conversación.
Levi estaba incómodo, había conocido a Dillon en la Ciudad Subterránea cuando lo habían detenido junto con Farlan e Isabel y en esa corta interacción había decido que no le agradaban los Beckett. Asumió que la mujer frente a él sería familiar de aquel soldado que, con muy poca amabilidad, lo había escoltado junto a Erwin Smith. Dex se había quedado callada, miraba en otra dirección con la cabeza apoyada sobre su manos, cualquiera pensaría que estaba distraída pero para Levi era bastante obvio que se mantenía alerta, a final de cuentas era una veterana quien estaba frente a él.
Se removió un poco en su silla al notar el movimiento brusco que realizaba Dex, pero ella solo estaba subiendo los pies a la mesa. Cansada de la posición anterior levantó sus piernas y las apoyó sobre la madera, primero la pierna derecha y luego la izquierda, dejandolas cruzadas. Al sentir una mirada sobre ella se giró a ver la Levi cuya expresión se debatía entre el asco, la molestia y el asombro.
— Baja las botas de la mesa — esas fueron las primeras palabras que le dirigió — vas a ensuciarlo todo — miraba con asco las suelas que apuntaban en su dirección. Dex pudo sentir como se erizaba su piel bajo la voz del azabache, había estado en silencio y aquella voz varonil la tomó por sorpresa.
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Una Probada de Humanidad
FanfictionDefinir la humanidad no es tan sencillo como parece. Levi, por ejemplo, la definiría como las manos suaves de su amada que estaban dispuestas a sanar cualquier herida sin distinción, llenas de empatía y comprensión. Erwin, la explicaría como aquell...