Cuarenta

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Año 847, distrito de Trost

— ¿Estás despierta? — preguntó Erwin al notar como la capitana se removía en la cama.

— Sí. — murmuró girando en dirección al rubio. La habitación estaba iluminada por los rayos blanquecinos de la luna, ellos debían ser los únicos despiertos a esa hora dentro del cuartel. — Estoy preocupada por Armin. — se acercó al pecho de Erwin, dejándose envolver por sus brazos.

— ¿Se enlistó? — Dex asintió. — ¿Hablaste antes con él?

— Por supuesto, temía que lo estuviera haciendo para seguirme, como yo lo hice para seguir a Dillon. — el comandante acarició con delicadeza la melena castaña de su pareja. — Luego pensé que lo hacía por Eren, pero parece estar completamente decidido a hacerlo por su propia cuenta.

— ¿También irá Mikasa? — desde que había retomado su relación con Dex, la capitana no había dejado de hablar de los tres niños que vivían con ella.

En un año y medio, Erwin apenas los había visto un par de veces pero era imposible que olvidara los nombres, menos aun cuando notaba el brillo en los ojos de Dex cuando hablaba de ellos. La capitana ya amaba profundamente a Armin, lo hacía desde la primera vez que su abuelo le permitió cargar a su pequeño primo y no había dejado de hacerlo ni un solo día en su vida. A Eren y a Mikasa les tomó apenas unos meses ganarse el cariño absoluto de la mayor, eran buenos niños y Dex hacía de todo por su bienestar.

— Claro que irá Mikasa, no me la imagino dejando solo a Eren. — rió un poco aun acurrucada en el pecho del mayor. — Les dije que esperaran un poco más, por lo menos un año, pero los tres estaban decididos.

— Tendrán quince cuando tengan que elegir a donde ir. — Erwin no estaba seguro de cómo animar a la capitana. Sabía que ella había trabajado con reclutas muy jóvenes, pero intentaba ponerse en lugar e imaginar cómo sería tener que ver a su familia en las filas de la milicia. — Además, si tú los guías estarán bien.

— Eren quiere unirse a la Legión, quiere matar a todos los titanes.

Recordaba las noches en los que Eren se había desecho a lágrimas en sus brazos, debatiéndose entre la ira y la tristeza. Dex solo intentaba calmar al niño mientras él juraba venganza por la muerte de su madre. A la capitana le rompía el corazón presenciar el dolor por el que los niños habían tenido que pasar tras la caída de la muralla.

— Imagino que Armin y Mikasa también lo harán.

— ¿Eso te tranquiliza un poco?

— Para nada. — se sentó sobre la cama para mirar a Erwin a los ojos. — Los de la Legión de Reconocimiento son unos suicidas.

— Supongo que lo somos. — Erwin le sonrió a la capitana. — Pero hacemos esto por el bien de la humanidad.

Dex se dejó abrazar por Erwin, ya había pasado un año y medio desde la noche en la que habían decidido volver a formar una relación y las cosas entre ellos llevaban un ritmo excelente. Se veían en Trost, en la capital o en cualquier distrito en el que se reuniera la Legión.

Habían aprendido a separar su trabajo de su relación, más aún teniendo en cuenta que Dex tenía el título de capitana y ahora otras personas dependían de ella. La castaña había madurado en el tiempo que estuvieron separados y el comandante había aprendido que no estaba verdaderamente dispuesto a vivir sin ella.

— Sé que lo harán bien, pero igual me preocupan.

— No les pasará nada como reclutas, y cuando sea momento de enfrentarse a los titanes nos tendrán a nosotros. — Dex levantó la vista hasta encontrarse con los ojos de Erwin. — Los veteranos nos haremos cargo hasta que estén listos.

Una Probada de HumanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora