Veintidós

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Dex mantenía su frente unida a la de Levi, el azabache tenía los ojos cerrados y su rostro estaba relajado como si estuviera dejando de lado todas las cosas que lo atormentaban. Las velas que iluminaban el comedor se estaban consumiendo, dejándolos envueltos en una luz tenue.

Las manos del azabache sostenían la pequeña cintura de Dex, la envolvía con su brazos manteniéndola cerca de él mientras la castaña dejaba suaves y lentas caricias sobre su rostro.

— No respondiste — susurró Dex.

— ¿A qué? — preguntó aun sin abrir los ojos.

— A mi pregunta — detuvo su mano en la mejilla de Levi. — sobre si este beso significaba algo.

— ¿Por qué te gusta arruinar todo con preguntas? — sintió la risa de Dex cerca de sus labios, agradeciendo que la castaña comprendiera su forma de ser.

— No tienes que dar una respuesta ahora. — estaban solos en el comedor, debía ser cerca de media noche y no escuchaban nada más que la respiración del otro.

Levi sostenía a la castaña con delicadeza, le parecía que si la tomaba con mucha fuerza se rompería entre sus manos. La diferencia de estatura era apenas notoria, pero la complexión de Dex era más pequeña y delgada que la del azabache. Ya había visto a Dex derribar titanes de diez metros ella sola y entrenar hasta los límites haciendo halago de gran fortaleza y agilidad, pero ahí, en sus brazos, parecía frágil.

— Sí. — respondió sin rodeos. Se había arriesgado a aceptarlo antes de que Dex lo hiciera.

Gracias a la cercanía pudo sentir cerca de sus labios como la castaña sonreía. Dex se apartó de él, rodeando su cuello para poder mirar los ojos platinados de Levi que ya estaban abiertos.

— ¿Entonces yo te gusto? — preguntó con tono coqueto y divertido, jugando con la paciencia del mayor.

Levi rodó los ojos pero la pequeña sonrisa de lado que tenía no desapareció. A la castaña le pareció que había un ligero rubor en el rostro blanquecino del mayor.

— Voy a tomar eso como otro sí. — dijo dejando un rápido beso juguetón en los labios del mayor.

— Deberías irte a dormir, Dex — respondió sin soltarla. — Es tarde.

— Tienes razón. — por fin apartó sus manos del cuerpo de Levi.

Durante los meses que habían convivido Dex aprendió mucho sobre el azabache, sobre su manera de actuar y la coraza que cubría las emociones que no se atrevía a externar. Había tenido el privilegio de verlo fuera de la expresión fría que mostraba siempre, lo había abrazado en las noches que extrañaba a Farlan e Isabel y, en contadas ocasiones, lo había escuchado reír ante los chistes que la castaña hacía.

A mediados del verano había sentido por primera vez la electricidad recorrer su cuerpo bajo el tacto de Levi. Fue en un entrenamiento con el equipo tridimensional, donde una de las ramas en las que se enganchó para avanzar se rompió cayendo del árbol, mientras intentaba destrabar su equipo asumió que caería varios metros hasta el suelo pero un par de brazos la levantaron evitando que se golpeara. Fue Levi, quien se había desviado de su entrenamiento para socorrer a la menor.

Después de eso se encontraban en sus reuniones de té y cada día crecía en ella la expectación de reunirse con él. El azabache había comenzado a ocupar un gran espacio en su mente.

Ahora que estaba cerca del invierno, se sostenían de cerca en el mismo lugar donde se habían cultivado sus sentimientos junto a hojas de té.

— Tendrás mucho trabajo como capitana — apartó un mechón de cabello castaño que caía sobre el rostro de Dex.

Una Probada de HumanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora