Treinta y uno

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Levi había vuelto hace algunos días y, a pesar de la insistencia de Hange, Dex no había hablado con él del incidente ocurrido hace casi un mes con Agnes.

Pasó las semanas antes del regreso del azabache hundiéndose de manera voluntaria en el trabajo, solo se había tomado un día de descanso cuando su mejor amiga regresó a la capital. Le contó todo a Hange y Moblit, eran las personas en las que más confiaba y ambos le habían sugerido que le contara al azabache sobre el malentendido.

Pero, ignorando los consejos de Hange, Dex actuaba de manera normal junto al nuevo capitán. Lo escuchó hablar sobre el desempeño de su nuevo escuadrón y, como si nada hubiera sucedido, continuaron durmiendo juntos.

Diciembre estaba cerca de terminar y en esa mañana especialmente fresca Dex se despertó primero que Levi. Se giró a mirar al azabache, con delicadeza apartó un par de mechones de cabello de su pareja y miró con atención el rostro del mayor.

Sabía de los problemas para dormir que sufría Levi, él mismo le había contado que había pasado varias noches en vela durante las semanas que estuvo fuera del cuartel de Sina. Solo pudo volver a dormir plácidamente cuando regresó a la capital y una cama con olor a lavanda y los brazos de la castaña lo recibieron al anochecer.

— Te mueves mucho al despertar. — habló el mayor sin abrir los ojos. Lo primero que escuchó fue la risilla de Dex.

— Lo lamento. — acarició su cabello con movimientos lentos. — Puedes volver a dormir si quieres. No tenemos que hacer nada hoy. — le hablaba de forma dulce, intentando no subir mucho el volumen de su voz.

— Ven aquí. — tiró del brazo de la menor obligándola a recostarse a su lado. Dex no protestó y se dejó envolver por los brazos de Levi. — Te extrañé, ¿lo sabes? — la capitana asintió con la cabeza escondida en el pecho de su pareja.

— Yo te extrañé a ti. — se acurrucó intentando sentir el calor que el cuerpo del mayor emanaba. Sintió los labios de Levi posarse sobre su cabeza y levantó la vista para unir sus bocas en un beso lento.

Tres noches atrás el escuadrón de Levi había llegado a la capital pero no habían tenido un momento tranquilo a solas hasta esa mañana libre. Ambos estaban ocupados con sus puestos y haciéndose cargo de sus respectivos subordinados, por eso aprovechaban los momentos en los que eran solo Dex y Levi, sin títulos, para mostrarse cariño.

— ¿Qué quieres hacer hoy? — preguntó la castaña. Si no salía pronto de la cama volvería a dormir.

— No lo sé.

— Tenemos toda la mañana y la tarde libre. — se separó con delicadeza para poder ver los ojos platinados del mayor. — Por la noche iremos a la cena.

Levi no intentó disimular el disgusto en su rostro. Habían recibido una elegante invitación a la cena anual que organizaban los altos mandos de la milicia. Cerca del final del año, reunían a los comandantes, capitanes selectos y soldados destacados para asistir a un elegante banquete en la capital. Dex había asistido en años pasados como acompañante de Dillon, y ahora por primera vez la invitación llevaba su nombre escrito en elegantes letras doradas.

"Capitana Dextra Beckett, de la Legión de Reconocimiento y acompañante."

No utilizaría el pase para su compañía ya que su pareja había recibido su propia invitación.

— Ni siquiera sé porque me invitaron a eso. — protestó Levi.

— Porque eres un excelente soldado, mi amor. — le dijo en tono meloso mientras se sentaba sobre la cama para abrazar al mayor.

Una Probada de HumanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora