Dieciséis

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Dex se sentía patética llorando en la enfermería, le habían indicado que debía pasar la noche ahí para monitorear su estado. Estuvo a punto de desmayarse durante el entrenamiento, pero ella sabía que no era un problema de salud, era simplemente el hecho de que había ignorado sus límites en un intento de despejar su mente.

Pasó horas rodando en la pequeña cama, no podía dormir, estaba ansiosa y la mínima provocaba su llanto. Luego de múltiples intentos fallidos de conciliar el sueño se puso de pie, aún estaba en uniforme así que se calzó las botas para bajar al comedor.

— Deberías estar durmiendo — la voz de Levi llamó su atención en cuanto cruzó la puerta.

Estaban en una ciudad diferente a la de su última reunión, pero Dex parecía encontrarlo siempre que huía de su insomnio. Estaba intentando integrarse a las filas de la Legión ahora que había decidido seguir a Erwin. Pero, como Isabel solía decirle, sus habilidades sociales no eran las mejores.

A veces conversaba con Hange y el castaño que siempre estaba junto a ella, también con los miembros del nuevo escuadrón donde había sido asignado pero no terminaba de sentirse cómodo. Pero entonces, aparecía Dex Beckett y lo acompañaba a tomar té sin demasiadas palabras y se sentía cómodo con esas interacciones.

— Lo siento, fantasma del comedor. — el azabache chasqueo la lengua mientras veía a la castaña sentarse frente a él — ¿Nunca duermes, Levi?

— No. — respondió tajante, una pequeña risa silenciosa escapó de los labios de Dex. Levi la miró con detalle, notaba como su rostro aún no se recuperaba de los estragos del llanto

— Levi... — Dex estaba apoyaba la cabeza en su mano, sus ojos azules estaban cerrados —¿alguna vez has tenido el corazón roto?

— No lo sé. — el azabache nunca se había dado tiempo para estar en una relación o entregarse enteramente a otra persona — Supongo que no.

No había experimentado un corazón roto porque nunca se permitió esa experiencia. Se había tragado los sentimientos durante años, pero ahora, por primera vez, comenzaba a sentirse asustado de no ser capaz de reprimir su sentir.

—¿Por qué lo preguntas? — Dex mantenía los ojos cerrados — ¿Rompieron el tuyo? — la castaña asintió en movimientos lentos.

Si le parecía difícil mantener una conversación cordial durante el desayuno, que alguien le hablara con sentimentalismo le parecía una charla imposible de abordar. En otras circunstancias diría que es una lastima y se iría del lugar sin voltear atrás, pero no podía simplemente dejar a esa castaña llorando en el comedor. Algo dentro de él le decía a gritos que se quedara junto a ella y la consolara como Dex lo había hecho cuando él lo necesitaba.

— ¿Quieres té? — no sabía realmente cómo tratar el mal de amores. Los párpados de Dex se levantaron dejando ver sus bonitos ojos azules.

— Justo ahora preferiría algo de vino — respondió

— No deberías beber alcohol estando así de deprimida. Podrias hacer algo estupido, como besar al primer idiota que te encuentres.

— Tú eres el único aquí.

— No quiero ser el idiota que Dex Beckett besó estando ebria — desvió la mirada con el rastro de una sonrisa en sus labios. Dex, por su parte, dejó escapar una sonora carcajada, como no lo había hecho desde antes de la expedición.

Levi recordó ese sonido de momentos en los desayunos junto a Farlan e Isabel, el castaño siempre mantenía a sus compañeras divertidas y la dulce risa de Dex invadía sus oídos mientras él intentaba ignorarlos.

Una Probada de HumanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora