Treinta y cinco

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Las manos de Dex estaban frías.

Había tenido la osadía de ir a visitarla mientras se recuperaba y en un acto de aún mayor atrevimiento, había tomado su mano entre las suyas. Se sorprendió al notar la temperatura del cuerpo de la castaña. Estaba acostumbrado a un tacto cálido, incluso durante los días de invierno las manos de Dex irradiaban calor.

Pero en aquella cama de hospital, su piel se sentía fría. Se habría preocupado si no hubiera visto el pecho de la capitana subir y bajar lentamente.

Si lo que les habían reportado al regresar de la expedición era cierto, no era ninguna sorpresa que Dex estuviera completamente agotada y que su cuerpo estuviera reclamando el reposo necesario.

Sin soltar su mano, le prestó atención a todas sus facciones. Tenía los labios resecos y pequeños rasguños en las mejillas. Su cabello castaño caía con delicadeza sobre sus hombros, pero no brillaba como de costumbre y al acercarse se dio cuenta que no olía a lavanda. Aquello fue incluso más desconcertante que la frialdad de su piel.

Pensó que debió haber llevado lavanda en lugar de lirios, así la capitana encontraría un aroma familiar al despertar. Pero Levi había comprado un ramo de lirios, parecido a los que había conseguido para ella más de un año atrás el día en que Hange apareció en Shiganshina para sacar a Dex de la habitación de Erwin.

La expedición había durado apenas dos días y medio, todos añoraban volver a la seguridad de los muros, pero al llegar a la ciudad se encontraron con una verdadera pesadilla. La Legión avanzó entre escombros y cadáveres, enfrentándose a titanes sin tener una explicación sobre por qué el muro María había cedido.

Miraba los cuerpos sin vida solo para comprobar que ninguno era Dex Beckett. En un determinado momento, miró al comandante y supo que estaba haciendo exactamente lo mismo que él. Se vieron a los ojos durante algunos segundos y Levi comprendió que en ese momento tenía bastantes cosas en común con Erwin Smith, entre ellas, la esperanza de encontrar a la capitana con vida.

Les tomó alrededor de seis días llegar a la muralla Rose, y una vez ahí, tardaron otros tres días en localizar a la capitana. River se había encargado personalmente de la búsqueda de la castaña y cuando entró a la oficina de Erwin informando que estaba viva, todos sintieron como la presión de su pecho se liberaba.

Cuando River al fin tuvo oportunidad de ir a visitarla, no pudo hablar de inmediato con Dex, estaba dormida y los médicos a cargo de ella le dijeron que estaba en estado muy vulnerable y necesitaba descanso. Pero el castaño esperó sentado afuera de la habitación de la capitana hasta que le permitieron verla.

Luego de ver a River y a Maxine, Dex pasó cerca de una semana recuperándose sin recibir visitas. Toda la Legión estaba demasiado ocupada y tenía órdenes muy estrictas de mantenerse en cama para su pronta recuperación. La capitana sentía que se iba a volver loca entre esas cuatro paredes, con el brazo en cabestrillo no podía ni siquiera sostener propiamente un libro. Si flexionaba sus piernas, las heridas en sus muslos se abrían de nuevo causándole mucho dolor. No le quedaba mucho más que quedarse recostada esperando noticias del Cuerpo de Exploración.

Por todo aquello, la visita de Levi reconfortaba a la capitana. Se había despertado varios minutos atrás, cuando el azabache tomó su mano, pero no había dicho nada. Reconoció de inmediato el tacto de Levi, sus manos delgadas eran difíciles de confundir.

Cuando el azabache estaba por apartarse, la mano de Dex se cerró sobre la suya. Dejó escapar una pequeña risa cuando se dio cuenta de que la capitana había estado despierta.

— ¿Puedes quedarte un poco más? — preguntó con voz baja.

— Creí que estabas durmiendo. — respondió el mayor.

Una Probada de HumanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora