Veintisiete

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Las primeras semanas después de la expedición fueron bastante difíciles emocionalmente para Dex. Algunas mañanas esperaba bajar al campo y encontrarse a Marc con una actitud animada o a Vera mirando a su compañero castaño sonrojada. Pero al llegar se encontraba solo con River y Maxine, ambos tenían la misma expresión que su capitana, una de resiliencia. Junto a ellos también se encontraba a Levi quien, sin ningún tipo de autorización oficial, se había reasignado a si mismo al escuadrón de Dex.

Además de verlo cada mañana para entrenar, la capitana había comenzado a pasar las noches durmiendo junto al azabache. Todo había comenzado una madrugada en la que Dex estaba en su oficina adelantado su papeleo como excusa para no irse a la cama. Levi tuvo que arrastrarla hasta su habitación y cuando la menor le pidió con ojos cristalinos que se quedara, se metió bajo las cobijas junto a ella.

Las cosas entre ellos solían fluir sin que lo hablaran o decidieran, y eso mismo sucedió con su nueva rutina de dormir juntos. Las primeras noches, Levi no se atrevía a tocar a Dex, se acostaba en la orilla intentando no incomodarla. Pero la castaña se acercaba y lo rodeaba con sus brazos entre sueños.

Aquella noches, fueron las primeras en mucho tiempo en las que ambos sintieron un verdadero descanso. Al azabache le gustaba despertar con la esencia a lavanda de Dex en su nariz y la castaña atesoraba las ocasiones en las que ella se levantaba primero y podía apreciar el rostro de Levi en su estado más relajado.

Esa mañana no fue una de esas. El azabache se había despertado antes que Dex y con delicadeza estaba dejando pequeños toques en la frente de la castaña intentando hacer que se levantara.

— Dex. — susurró cerca del oído de la menor. — Se está haciendo tarde.

— Solo diles que la capitana te ordenó dormir un rato más. — Dex se pegó al cuerpo de Levi, quien no tardó en rodearla con sus brazos.

— Así no es como funciona. — Dex levantó la vista haciendo un ligero puchero. A esa hora de la mañana Levi aún no fruncía el ceño, al contrario, solía regalarle pequeñas sonrisas a su somnolienta novia.

Estaban en la habitación de la castaña, ya que sus privilegios de capitana le habían conseguido una cama más grande. Noviembre había llegado con sus vientos fríos a ninguno de los dos le apetecía realmente salir de las cobijas cálidas.

— Tienes razón. — los beneficios del puesto venían incluidos con muchas obligaciones.

Dex se sentó sobre la cama y estiró sus brazos con un bostezo, estaba usando una pijama de mangas largas que se apresuró a cambiar por su uniforme y arneses.

— ¿Estás lista? — le preguntó Levi mientras terminaba de ponerse las botas.

— Lista. — se acercó a él con una sonrisa y el cabello recogido en una media coleta.

El azabache se acercó hasta Dex y le dio un beso rápido en los labios. Cada vez se sentían con más confianza estando cerca del otro.

— Vamos a entrenar con Mike, ¿no?

— Sí, quiere que los escuadrones hagan uno de los circuitos de entrenamiento con el equipo tridimensional.

El capitán le había pedido ayuda a Dex para revisar e instruir a sus subordinados en el uso del equipo, ya que la castaña destacaba especialmente en esa área. Salieron juntos de la habitación y tomaron un desayuno ligero acompañado de una buena taza de té.

Cuando llegaron al campo ya estaban todos los demás esperando por ellos, incluso habían llevado sus equipos para comenzar la práctica lo más pronto posible.

— Buenos días, capitana. — la saludó River.

— Buenos días. — respondió con una sonrisa. — ¿Esperaron mucho?

Una Probada de HumanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora