Veinticinco

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Levi se empeñaba en negar que le gustaba cuando Dex dejaba pequeños besos alrededor de sus mejillas. Fruncía el ceño cuando los labios de la castaña rozaban la punta de su nariz, pero si ella se alejaba la atraía de nuevo para ahora ser él quien iniciaba un beso lento.

El azabache se había habituado a las caricias de Dex, no le quedaban muchas otras opciones teniendo en cuenta que a la menor le gustaba expresar su cariño a través de contacto físico.

Esa mañana estaban sentados juntos bajo un árbol en uno de los prados de Shiganshina, habían llegado a la ciudad la tarde anterior y estaban a solo algunas horas de salir de las murallas. Levi estaba recargado en el tronco grueso y sobre su pecho descansaba la cabeza de Dex. El mayor dejaba caricias suaves sobre el cabello castaño de la capitana mientras la escuchaba hablar sobre lo que había hecho en la cena con su familia.

— Armin lloró esta mañana cuando salí de casa. — a pesar de no haber conocido al niño, Levi entendía lo importante que era en la vida de Dex. — Aún está muy afectado por lo que sucedió con Dillon.

— ¿Cómo estás tú? — el azabache notaba perfectamente cuando Dex se sentía intranquila.

— Supongo que bien. — se acurrucó más cerca de Levi. No quería admitir lo preocupada que estaba. — Tengo que estarlo.

— ¿Estás nerviosa?

— No. — el mayor tomó el rostro de Dex para levantarlo y obligarla a mirarlo. No podía mentirle a esos ojos platinados. — Tal vez un poco.

— Vas a estar bien. — los regresó a su posición inicial, solo que esta vez sus brazos estaban rodeando el cuerpo de la castaña. — Tú y tu escuadrón están más que preparados.

Dex se había encargado de entrenar lo mejor posible a sus subordinados, se habían aprendido de memoria la formación y el significado de todas las señales. La capitana se pasó noches en vela buscando el bienestar de su equipo. Levi la había visto volver completamente agotada a su oficina, prácticamente arrastrando los pies después de arduo días de trabajo.

— Además — continuó el azabache — si algo sucede, yo estaré cerca. — Levi seguía asignado al escuadrón de Mike, y ellos estarían justo delante de ellos en la formación de esa tarde.

Dex lo miró enternecida, se giró sobre sí misma para quedar frente a él y darle un casto beso que Levi no tardó en responder. Después de eso, se quedaron juntos en silencio, sintiendo como la brisa fresca movía sus cabellos.

Cualquiera que los viera pensaría que era una escena trágica. Eran una pareja de soldados perfectamente uniformados, abrazados bajo la sombra de un sauce, esperando a que el reloj marcara la hora a la que debían salir a arriesgar sus vidas.

— Tenemos que volver. — partirían a mediodía y debían estar frente a las puertas media hora antes. La capitana se puso de pie al mismo tiempo que Levi, deseaban quedarse a disfrutar de aquella mañana de octubre, pero ambos sabían que no era una opción.

— Ven. — Dex se acercó al azabache cuando este la llamó. Aún estaban cubiertos por el centenario árbol.

Levi tomó los bordes de la capa verde de Dex, sabía que era la de su hermano. La acomodó sobre sus hombros con delicadeza, colocándola en la posición correcta. Antes de alejar sus manos, las llevó al cuello de la menor. Con uno de sus dedos jaló el collar que Dex escondía bajo su blusa. Era el cuarzo que él le había regalado la noche de su primer beso.

— Me hace sentir que estás cerca. — se justificó mirando al suelo.

— Lo estoy, Dex. — volvió a resguardar el collar bajo la blusa blanca de la menor.

Una Probada de HumanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora