Dex pasó tres meses y medio en el hospital. A pesar de las objeciones de la menor, el comandante había indicado que la capitana podría ser dada de alta hasta que el médico a su cargo creyera que su brazo estaba en condiciones de volver a su rutina como miembro de la milicia. Y por más que Dex asegurara que se sentía bien, tuvo que esperar catorce semanas.
Acabó resignándose a estar en esas instalaciones, su estadía mejoró bastante una vez pudo caminar sin problemas e incluso se divertía en las sesiones de rehabilitación para su hombro. Sus compañeros de la Legión de Reconocimiento la visitaban cuando tenían oportunidad y además se había vuelto amiga de algunos de los miembros del personal.
A pesar de la comodidad en la que se encontraba, no podía evitar sentirse angustiada por la situación de las murallas y aún más por Armin y su abuelo. Por eso, el día en que Erwin entró a decirle que todo estaba listo para que se integrara de nuevo a su puesto, se sintió aliviada.
— ¿Estás lista? — el comandante habló a través de la puerta, le había dicho a Dex que prepara sus pertenencias y se vistiera con un uniforme nuevo y limpio.
— Ya casi. Puedes pasar.
El rubio entró y se encontró con la capitana en uniforme, estaba frente a un pequeño espejo tratando de atar su cabello en una media coleta. Le habían quitado el cabestrillo algunos días atrás y movía su brazo sin dificultad. A Erwin le pareció una escena tierna ver a Dex intentando ordenar su coleta.
— Te ha crecido mucho el cabello. — comentó a sus espaldas.
— Sí, no lo he cortado en casi un año. — terminó de peinarse y se giró para mirar al comandante. — La última vez que lo tuve así de largo fue en mis tiempos de reclutas.
— ¿Hace cuánto tiempo fue eso? — preguntó tomando asiento.
— Cinco años. — respondió con un poco de nostalgia. Terminó de arreglar su cabello y se giró para mirar al rubio de frente. — ¿Qué tal? — señaló su uniforme y su peinado.
— Te ves preciosa. — lo dijo con naturalidad.
— Erwin... — respondió sin poder evitar sonrojarse. — "Luces bien" hubiera sido suficiente.
El rubio no respondió a su comentario y solo le regaló una pequeña sonrisa a la capitana. Dex tomó una modesta mochila con poco más que sus diarios que había guardado para que Armin leyera las notas que había hecho de sus libros y algunas prendas.
Erwin se encargó del tedioso papeleo mientras Dex se despedía de las enfermeras con las que había entablado amistad. Una vez todo estuvo listo, la capitana salió del hospital con la mirada en alto.
Estaban en una de las ciudades más cercanas a la muralla, un pueblo con mucho comercio que ahora estaba muy por encima de su límite de población. Había muchos refugiados y, al igual que la mayoría de poblados dentro de Rose, apenas podían alimentarse.
— ¡Capitana! — a su espalda, una voz dulce llamó su atención. — Casi olvida esto. — una joven vestida completamente de blanco corrió hasta ella con el pequeño objeto en la mano.
— Oh, muchas gracias. — tomó con delicadeza el collar adornado con un precioso cuarzo azul. Le sonrió a la enfermera mientras lo guardaba en su mochila.
— No hay de qué. — le sonrió de vuelta y regresó corriendo a su trabajo.
El comandante no hizo ninguna pregunta sobre la pieza de joyería que la capitana acababa de recibir. Caminaron juntos por las primeras calles, charlando de manera casual sobre su recuperación.
— Entonces, comandante, ¿que necesita de su capitana? — le preguntó con voz juguetona.
— No tienes que ser tan formal cuando estamos a solas, Dex.
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Una Probada de Humanidad
FanfictionDefinir la humanidad no es tan sencillo como parece. Levi, por ejemplo, la definiría como las manos suaves de su amada que estaban dispuestas a sanar cualquier herida sin distinción, llenas de empatía y comprensión. Erwin, la explicaría como aquell...