Treinta y ocho

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No podía respirar, estaba viendo de frente al Titan Colosal. Las grandes bocanadas de aire no parecían llevar oxígeno a sus pulmones, se le nublaba la vista mientras veía las figuras de sus compañeros acercarse al titán frente a ellos, pero la castaña no podía moverse.

— ¡Capitana! — la voz ahogada de River la llamaba pero no podía ni siquiera girarse a verlo.

Sentía que el titán la estaba viendo, la recorría un escalofrío de solo pensar que aquel monstruo podía verla y que sabía lo aterrada que estaba de él. Sin quitarle los ojos de encima, el titán estiró su brazo en dirección a la capitana. Fue fácil para él tomarla, Dex no se movió ni un centímetro.

Sentía su piel quemar con el contacto del monstruo que la tenía apresada en su mano. Se resignó a morir aplastada, ni siquiera lloró cuando escuchó sus huesos crujir. Cuando la muerte parecía inminente, pudo abrir los ojos.

Se incorporó en el sillón con la frente cubierta de sudor frío, su corazón estaba acelerado y al tocar sus mejillas se dio cuenta de que había estado llorando en su sueño. Luego del incidente constantes pesadillas la atacaban, siempre aparecía el Titán Colosal, listo para otra noche de tormentos.

Le tomó varios minutos controlar su respiración, la leña se había consumido por completo y a su lado aún descansaban los niños. Miró las figuras inocentes, durmiendo de forma tranquila, su presencia la ayudó a recordar que estaba en la seguridad de su hogar, lejos del alcance del titán que tanto la aterraba.

— Eren. — le susurró al menor que descansaba en su regazo. — Mi cielo, necesito que te levantes. — el niño se removió y miró con ojos somnolientos a la capitana. — Tienes que ir a la cama. — Eren solo asintió. — ¿Puedes despertar a Mikasa?

Mientras Eren sacudía con cuidado a Mikasa, Dex tomó a Armin en sus brazos, el pequeño rubio apenas se percató de que fue levantado y llevado a su cama por la castaña. Dex lo cobijó y dejó un beso cariñoso sobre la frente del menor. Eren llevó a Mikasa hasta su cama de la mano y la azabache se durmió rápidamente.

— ¿A dónde irás?— preguntó Eren mientras Dex buscaba su chaqueta.

— No hables muy alto.

— ¿A dónde irás? — preguntó de nuevo susurrando.

— Tengo que salir un momento. — se agachó hasta quedar a su altura. — No tardaré mucho.

— ¿Irás a pelear con titanes?

— No esta vez. — removió ligeramente el cabello del menor. — Ve a la cama, cielo. — Eren asintió y cuando Dex lo vio entrar en la habitación se apresuró a salir de la casa.

Como capitana podía entrar y salir del cuartel sin tener que darle explicaciones a nadie, por lo que nadie intentó detenerla cuando se adentró a donde se guardaba el equipo. Se colocó el equipo de maniobras tridimensionales y revisó que no tuviera ninguna falla.

Caminó con decisión, respirando profundamente y con la mirada fija en los árboles donde estaban los circuitos que usaban para entrenar.

— ¿Qué haces? — una voz demasiado familiar se escuchó a sus espaldas.

— Olvide que no duermes. — se giró para mirar a Levi. — ¿Cuándo fue la última vez que descansaste una noche completa?

El azabache no respondió, la verdad era inapropiada. No podía decirle que no había dormido más de cinco horas desde que no compartían habitación.

— Tenías razón esta mañana. — habló la capitana volviendo la vista a los árboles. — No puedo salir y ayudar a mi escuadrón si no puedo usar mi equipo.

Una Probada de HumanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora