Trece

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Horas atrás Erwin Smith había visto morir a Dillon Beckett frente a sus ojos. El castaño, además de ser su amigo más cercano era un excelente soldado y el único hombre en el que confiaba ciegamente dentro de la Legión de Reconocimiento.

Después de que un titan anormal diera problemas y su escuadrón se separara para intentar contener el daño, comenzó a buscar a sus compañeros para reagruparse. En el gran valle sólo pudo encontrar cuerpos sin vida, pero algo alejado de aquellos cadáveres su mejor amigo aún se movía.

Desmontó su caballo y corrió hasta él con desesperación, esperando no haber llegado demasiado tarde.

— Dillon... Dillon — era ilógico preguntarle si estaba bien, a plena vista se veía que no lo estaba, se concentró en buscar la fuente de su sangrado para intentar detenerlo.

— Erwin, es el abdomen, no voy a sobrevivir — sonaba sereno, como si en el fondo ya hubiera aceptado que su vida estaba llegando a su fin.

— Silencio, déjame ayudarte. — sus esperanzas se vieron apagadas cuando encontró la herida, era grande y profunda y por el aspecto del esta había estado sangrando un buen rato, su expresión no podía esconder al angustia que sentía.

— Te lo dije, no hay manera — el castaño intentaba mantener una respiración constante pero se cortaba como consecuencia de la herida.

— Pareces tranquilo ante la idea de morir.

— Si murieras hoy, ¿tú estarías listo?

— Sí — respondió firme, estaban mentalizados a que cada expedición podía ser la última. Aquello fue suficiente para comprender a que se refería su amigo.

—Erwin, agradezco que seas tú quien me encuentre aquí — llevó su mano derecha con mucho esfuerzo al bolsillo de su chaqueta. Sacó un sobre arrugado y con las manos ensangrentadas se la entregó al capitán. — Debes entregarle esto, junto con una caja de madera que está en mi habitación del cuartel, a la persona que hornea el pan de mantequilla.

— ¿El pan de mantequilla?

— Dex te dirá a quién debes dárselo. Debes esperar a que termine de leerlo para irte. Por favor, Erwin, haz eso por mí — se notaba que cada vez le costaba más hablar.

— Lo haré.

— Erwin... hay una cosa más— los ojos del castaño comenzaban a cerrarse — Promete que vas a cuidar de Dex.

— Lo prometo — respondió.

— No hablo solo de mantenerla viva, necesitas cuídala del sufrimiento — mirabas fijamente a su mejor amigo. — ¿Puedes prometerme eso?

— Lo prometo — volvió a asegurar mientras veía el último rastro de vida abandonar el cuerpo de Dillon Beckett.

El recuerdo de la partida del castaño lo distrajo todo el camino. Después de asegurarse de recuperar su cadáver él mismo, se montó en su caballo para emprender su regreso. Marchaban en silencio, los regresos a los muros siempre estaban cargados de pena y por primera vez estaba experimentando esa sensación de manera directa.

Varios carruajes adelante, Dex avanzaba con la capucha puesta. La lluvia había cesado pero el cielo se mantenía nublado. Levi la seguía de cerca, procurando no invadir su espacio personal.

La entrada del Cuerpo de Exploración a la ciudad parecía una marcha fúnebre, las personas del pueblo los miraban con decepción y tristeza. Además de los caballos, sólo se escuchan los lamentos de las familias al enterarse que sus allegados no habían sobrevivido. Erwin se preguntó si él tendría que informar a la familia de Dillon sobre su partida.

Una Probada de HumanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora