Llegaron a Shiganshina al atardecer del día siguiente, habían cabalgado en un paso constante deteniéndose solo si era absolutamente necesario. Los hermanos Beckett compartían la prisa por llegar a casa.
Con solo un par de horas de sueño, entraron a la ciudad. Estaba tan llena de vida como la última vez que visitaron, las calles estaban repletas de personas tranquilas, los puestos estaban llenos y los niños pasaban corriendo cerca de sus caballos.
Desmontaron para evitar cualquier tipo de accidente. Sentir bajo sus pies el suelo donde habían crecido llenaba de calidez el corazón de los Beckett, sabían que al enlistarse estaban renunciando a vivir tranquilamente en Shiganshina junto a las personas que los acompañaron en su infancia. Ninguno de los dos se arrepentía, pero era humano añorar el hogar.
— Debo ir a la panadería — entre pan y galletas estaba el amor de Dillon y el mayor sentía su corazón abandonar su pecho de la emoción.
— Ni se te ocurra — la mirada de Dillon reflejaba verdadera indignación — Vamos primero a casa, debes tomar una ducha. — viajaron durante más de un día y medio, los cuerpos de ambos necesitaban limpiarse con urgencia. — A Finnie le dará asco si apareces así — ambos rieron ante el comentario, Dex tenía algo de razón.
— Vamos a casa, entonces — llevaban a sus caballos de las riendas. En el camino, se encontraron con varias personas conocidas. Los saludaban con entusiasmo, los que los veían no podían evitar sentirse aliviados de que los niños que habían visto correr frente a sus casas seguían con vida.
— ¿Le dijiste al abuelo que vendríamos? — estaban a solo un par de metros de su hogar.
— No, llegaríamos nosotros antes que una carta.
— Supongo que será una visita sorpresa — llevaron a sus caballos a la parte trasera de la casa para que se alimentaran y finalmente pudieran descansar.
Se detuvieron en la entrada, fue Dillon quien se atrevió a llamar a la puerta. El sol se había puesto unos minutos atrás y ahora todo se iluminaba con pequeñas farolas.
Armin abrió la puerta esperando a cualquiera menos a sus hermanos esperando al otro lado. Ambos lo miraban con la misma sonrisa de lado, tan típica de los Beckett. Los ojos azules del menor brillaban con las pequeñas lágrimas que se le escapaban por la emoción
— ¡Abuelo! ¡Dex está aquí! — gritaba al interior de la casa.
— ¿Qué hay de mí? — preguntó el castaño pretendiendo estar ofendido.
— ¡Dillon también vino! — agregó a su anuncio. El rubio no pudo evitar lanzarse a los brazos de Dex, ella era más alta por algunos centímetros, era probable dejaría de serlo cuando su primo fuera un adolescente.
Dillon se unió al abrazo, rodeado a ambos con sus brazos. Lágrimas de felicidad escapaban de los ojos de Dex, quien apretaba a su pequeño hermano cerca de ella.
— Te extrañé tanto, Armin — le susurró.
— Yo a ti — los labios del menor temblaban a causa de su llanto, no esperaba verlos y estaba tan emocionado que apenas podía hablar — También a ti, Dillon — dijo incluyendo al mayor.
—¿Dex? — la voz ronca de su abuelo hizo que todos se giraran, era un hombre mayor de estatura media. La castaña finalmente soltó a Armin para abrazar a su abuelo, aun teniendo casi veinte años se sintió como la niña pequeña que se quedaba dormida en brazos de su abuelo. Se separó para darle oportunidad a Dillon de saludar al hombre. —¿Por qué están en casa? Me alegra que estén aquí, solo estoy sorprendido. —
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Una Probada de Humanidad
FanfictionDefinir la humanidad no es tan sencillo como parece. Levi, por ejemplo, la definiría como las manos suaves de su amada que estaban dispuestas a sanar cualquier herida sin distinción, llenas de empatía y comprensión. Erwin, la explicaría como aquell...