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Anastacia S

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Anastacia S. Zambada — Casa de Vicente Zambada Niebla, Culiacán Sinaloa.

Abrí lentamente los ojos y vi como estaba en una habitación blanca, pero la reconocía, los volvi a cerrar hasta acostumbrarme a la luz de la habitación y los volví a abrir, viendo cómo estaban mis dos hermanas junto con Jesús y Vicente, también dos enfermeras ... ¿Donde estaba Ovidio?

—¡Ya despierto!—Dijo Jesús dando pequeños brincos y traté de levánteme pero Vicente me lo impidio.

—Cállate el hocico que la asustas wey.—Dijo Angelica recibiendo una mala mirada de nuestro hermano mayor.

—¡A mi hijo no le hables así, culera!—Le dijo esta vez Vicente y ella lo miró mal.

—Bueno, bueno ¿Y cuando vamos pa' Mazatlán pa' agarrar color?—Preguntó Midiam, y después me miró por unos segundos.—A gastarnos lo de la beca.

—¡Ay si soy!—Dijo entrando Alfredo con un bote de helado en su mano, y comiendo con las manos.

Hice una mueca de asco, y con la vista seguía buscando a Ovidio, pero no estaba.

—Bueno ¿Cuando nos vamos?—Le pregunto a Vicente.—Pero nomas la familia, no te emociones rata de panteón.—Dijo haciendo que me riera.

—¡Vez como es tu hermana conmigo!—Se quejo Alf haciendo que más me riera.

—¡Anastacia!—Me regaño mi hermano cuando me quise levantar y me tomó de los hombros y aplastó sobre la cama.

—No puedes hacer mucho esfuerzo, quédate quieta solo hoy.—Dijo Angelica y asentí no muy convencida.

—¡Auch!—Grite cuando me acomode sobre la cama y llame la atención de todos los que estaban en la habitación.

—¡Te dije que te quedarás quieta chingadisima madre!—Grito histérico Vicente haciendo que Alfredo lo mirara mal, y después el se sentara a mi lado abrazándome.

—¿Que onda que todos andan de un humor, hoy?—Pregunté y Jesús se empezó a reir y nos miraron mal.

—Créeme que yo también quisiera saber eso.

—¡Uy si! Los príncipes de Bulgaria.—Se burló Midiam, haciendo que a Vicente no le agradara mucho la idea.—Que fresas.

—¿Y tú, que? Pinche tapón de alberca.—Le dijo Angelica a Alfredo haciendo que soltara una sonora carcajada, siempre se llevaban así después de que terminaron.

—A mi no me quieras chamaquear con esas cosas.—Dijo Midiam haciendo una pose extraña.—Pa' mi que todavía se quieren.

—¡Se quieren, se aman, se besan, sus bocas, se pasan el chicle!—Canto Vicente y después lo vieron mal.—¡ah que la chingada, mejor me callo!

—¡Esa es mi hermana!—Dije y Jesús, me miró por unos segundos y después vio a su papá.

—Oye pa.—Dijo llamando la atención de Vicente que rápido se giró viéndolo.—¿Por que tú y Ana se parecen mucho? Ella se parece más a ti que yo.

Odio Fingido | Ovidio Guzmán | TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora