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Anastacia S

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Anastacia S. Zambada — Hospital privado "San Jose" Culiacán, Sinaloa.

Habían pasado unas cuantas horas desde que había despertado y en las que Ovidio no se había despegado ni un solo minuto de mi, ya hasta parecía una garrapata, aunque no me molestaba, había entendido que tenía muchas cosas por las cuales tenía que luchar en esta vida y ser fuerte, tenía que poder con todo lo que se me presentara y empezar a tomar las cosas por el lado bueno, había tenido lo que muy pocos tienen, tenía una segunda oportunidad para vivir y hacer mi vida. Había tomado una mala decisión, que me había hecho valorar todo lo bueno que tenía, y tenía que hacerlo por mis hermanos, por Ovidio y por la gente que me rodea, y por el más importante, por Jason.

—¿En que tanto piensas, Ana?—Me pregunto Ovidio hablando por primera vez desde que había estado conmigo en estas horas, mientras acariciaba mi mejilla con delicadeza.

—En todo.—Dije alzando un poco los hombros y dándole una sonrisa.—¿Que me pasó?

—Cuando llegaste tuviste un paro cardíaco, y te lograron estabilizar, después te done sangre por que estabas muy débil y habías perdido mucha. A las horas me dejaron pasar, y estuve aquí contigo cuando tuviste el segundo paro cardiaco, gracias a Dios que también lograste salir.—Con mucho cuidado tomó mi mano y dejo un beso sobre esta, dándome una sonrisa débil.

—¿Quien sabe?—Pregunte tapándome una poco con la sábana.

—Vicente, Serafin, Alfredo, Ivan, tu papá y yo, bueno además de las arrimadas.—Dijo haciendo una mueca, mientras yo me reía.

—No se que Les voy a decir cuando me pregunten por que lo hice, creo que fue por un arrebato de ira y..—Hice una mueca cuando me dolió demasiado el estómago.—Y ya quería ponerle punto final.

—No se las razones por lo que te llevo a hacer eso, pero me tienes a mi, tienes a tus hermanos y puede que esto te haga entrar en razón, no sabes cómo le pedía a dios que te salvaras, aunque lo niegue no podemos vivir sin ti, no puedo vivir sin La Niña que me saca canas verdes.

—En mi defensa a veces eres bien enfadoso y borracho aún más.—Dije haciendo que el negara riendo, mientras que me veía.

—¿Sabes que puedes confiar en mi para lo que sea verdad?—Me pregunto y yo asentí, el se paro de la silla donde estaba y camino hasta que se sentó sobre la camilla donde yo estaba, y volvió a tomar mi mano con mucha delicadeza.—¿Que pasó?

—Si te digo, prométeme que no me preguntaras más sobre eso.—Dije y el asintió.—Creo que fueron muchas cosas que se me juntaron, siempre había tenido esos sueños en donde se me repetía una y otra vez, esas escenas donde lo veía a él matando a mi mamá, cuando yo estaba pequeña y que nadie más sabía, aunque creo que ahora todos lo saben.—Ahora solo veía hacia un punto fijo mientras que el me veía y acariciaba mi mano.—En estos últimos meses esos recuerdos me estaban atormentando, no podía dormir bien y por eso siempre tenía ojeras. También se cumplirán más años desde que ella se fue y que Jason murió en esa balacera en mi escuela, cuando iba por mi, no había día en el que no los extrañara, siempre fueron los únicos que estuvieron pata mi, y creo que estaba pasando por algo muy difícil. Los días pasaban y creo que mi culpa también iba aumentando, Ismael jamás me quería ver, creo que le recordaba a mi mamá, y tú sabes que por cada cosa que yo hacía el me regañaba y yo era la culpable de todo, siempre, también eso de tenerlas en mi casa y tener que oír sus insultos, hay veces en las que sentía que no tenía mas salidas, donde aunque los tuviera a ustedes siempre me sentía vacía. Y así pasaron los meses, sentía que cada vez estaba más apagada, ya no tenía ánimos de nada y solo quería estar sola y poder llorar en mi cuarto.—Limpio una lagrima que corría por mi mejilla y beso mi frente.—Ese día, estaba yo sola en mi cuarto, tu y Serafín habían salido y estaba en la casa sola con ellos, también Rodrigo había salido a Colombia y Yulliana entro a mi cuarto y quererme quitar mi pulsera, la que mi papá me regaló hace años cuando éramos una familia, y cuando se lo impedí empezó el forcejeo y ella me empezó a gritar cosas y yo también, así que supongo que nuestra pelea escucho lo suficiente como para que el se diera cuenta, y entro a mi cuarto justo cuando ella me estaba golpeando, y tú bien sabes que jamás me e dejado de alguien, y yo también le tiré madrazos, el me jalo de el brazo diciéndome y gritándome, ella se hizo la victima diciendo que yo era la que había empezado, y yo en una arranque de ira le grite a él, que desearía que no fuera mi padre y que lo odiaba, y ahí fue donde empezaron los golpes, primero fueron cachetadas, pero seguí hablando hasta que me empezó a golpear hasta cansarse, ella se fue y los golpes siguieron hasta que el se cansó, y me dejó ahí, con miles de golpes y con el corazon destruido, y creo que eso fue lo que detonó todo, por eso puse en la carta que era el principio del fin, me sentía de lo peor, y creo que me dolía más el corazón que las heridas, así que decidí hacerlo, tome el papel y escribi todo eso, después tome la navaja y me fui al baño..—Hice una pausa.—Supongo que lo demás lo sabes ¿No?

Odio Fingido | Ovidio Guzmán | TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora