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Anastacia S

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Anastacia S. Zambada — Medellín, Colombia

Habían pasado unos días en los que Ovidio había empeorado mucho, además de que traía a mujeres aquí a la casa donde solo estábamos nosotros dos y hacía fiestas todos los días, ya estaba considerando en decirle a Vicente que mejor me mandara a Suiza a ese internado o no se, por que no lo soportaba un día más.

Más tener que aguantar sus chistes malos, y verlo así, me rompía el corazón, así que ya me quería ir mucho a la chingada.

Me acosté sobre mi cama y me hice bolita, después de eso, se escuchó como tocaban la puerta con desesperación, ahí no, ya que de chingue por andarme haciendo sus bromas pendejas.

Me hice la que no escuchaba pero seguía tocando con desesperación, pero ahora si que no le quería abrir.

De Adriana lo último que supe es que dieron un tiempo, como decía ella, pero la neta no se como duraron tanto, si siempre andaban de pleito.

Puse la almohada sobre mis cabeza y después escuché como me hablaba.

—¡Anastacia ábreme chingada madre!—Hablo el mientras que yo negaba aunque no me viera.

—¡No estoy!—Hablé poniéndome de pie y vi cómo giraba la perilla con desesperación.

—No estoy jugando plebe, ábreme a la chingada.—Me dijo y solté una pequeña risita, mientras que el seguramente estaba que echaba humo por las orejas.

—Na creo.—Me burlé de él.

—¡Anastacia voy a timbar la pinche puerta! Mejor ábreme ya.—Me grito.

No les hago caso a mis hermanos, menos le vota a hacer caso a este wey, me pegue a la puerta y siguió tocando, e intento abrir la puerta.

Me comencé a reír solo por que lo quería hacer enojar, el ya me había hecho muchas y ya me tenía harta, ahora me toca a mi, jugar con el.

—¡No!—Dije cuando vi como intentaba quitarla la llave a la puerta.—¿No tienes mejores cosas que hacer?

—Ya déjate de mamadas Anastacia, salte ya o ábreme a la chingada.—Me habló fuerte mientras que yo me seguía riendo.—No estoy jugando Sofia.

—Yo tampoco estoy jugando.—Le dije mientras me sentaba sobre la cama mira do fijamente a la puerta.

—¡Anastacia ya déjate de pendejas y ábreme cabrona!—Me grito enojado.

Lo conocía tan bien que bien que sabía que andaba enojado, y más de iba a poner por que no le iba a abrir la puerta, ósea quien de cree.

Ni que fuera mi novio para venir a hacerme sus panchos, y si fuera mi novio lo mandaba a la verga a el pendejo.

—¡Anastacia no te lo voy a repetir!—Dijo el, mientras que yo me hacia el inocente.—¡Ábreme o voy a tumbar la puerta!

—¡Por mi tumbala!—Hablé my segura de mi misma, mientras que me acomodaba mejor sobre mi camita.

Odio Fingido | Ovidio Guzmán | TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora