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Anastacia S

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Anastacia S. Zambada — Medellín Colombia

Ovidio... Yo ¡Claro que si!

Ovidio me abrazo y después beso mis labios, mientras que acariciaba mi cintura, tenerlo cerca me hacía sentirme viva de nuevo, como si nunca hubiera pasado todo, ahora estábamos juntos de nuevo y no quería separarme de él, ningún minuto.

Después de eso, no supe ni en qué momento entero la Banda tocando, y Ovidio limpiaba unas cintas lagrimitas que estaban en sus ojos.

Le dieron un ramo a Ovidio, y después me lo dio a mi, era tan Grande que apenas yo podía con el, bese sus labios y la Banda comenzó a tocar, mientras que me abrazaba y estaba con una enorme sonrisa

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Le dieron un ramo a Ovidio, y después me lo dio a mi, era tan Grande que apenas yo podía con el, bese sus labios y la Banda comenzó a tocar, mientras que me abrazaba y estaba con una enorme sonrisa. Era rosas, rojas y blancas, estaban hermosas y yo estaba más que emocionada.

—Después de tanto eres oficialmente la plebe de Guzmán.—Me dijo a el oído con una sonrisa, mientras que yo bese su mejilla.—¿Te gusto?

—Claro, no sabía que eras tan detallista.—Dije y col mucho cuidado, me quito el ramo cuando vio que apenas y podía con el.

»Soy tu admirador y loco fanático
El mejor amigo de la amiga de tu amiga
El que quiere aparentar que lo sabe todo
Para impresionarte y que te fijes en mi
El que dijo tener apellidos de abolengo
Pero si ni carro tengo para invitarte a salir..«

—Solo lo soy con las personas que de verdad amo, como mi plebita, mi bonita.—Saco la cadena, que hace meses me había dado.—Se que.. Yo te la di, y quiero que la conserves, además.—Tomó la cruz de oro y la señaló, a lado de sus iniciales ahora estaba OGL • ASZG.—Quiero que la tengas, es mi primer regalo como novio, aunque ha te la había dado.—Asentí y me di la vuelta, recogí mi cabello y Ovidio me la puso, me di la vuelta de nuevo quedando frente a frente.—También te compré algo más.—Saco una cajita.—Espero que te guste.

—Ovidio sabes que no era necesario.—Me acerque a él y tome su mano.—Sabes que así fuera lo más caro de el mundo, o un chicle, mi amor no depende de eso.

—Pero Yo te quiero comprar todo lo que veo, eres mi mujer déjame consentirte chinga.—Hablo haciendo que me riera.

La abrió y mire dos brazaletes, saco uno y tenía un dije de una zanahoria, solté una risita, y le di una sonrisa. Después saco el otro y era un conejito, me puso con mucho cuidado sobre mi muñeca, y yo le puse la de el conejo en su muñeca.

Odio Fingido | Ovidio Guzmán | TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora