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Anastacia S

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Anastacia S. Zambada — Culiacán, Sinaloa

Baje con todas las ganas de pelear con mis hermanos, pero valla sorpresa, es mi cumpleaños y ninguno de todos de acordó, ahora tenía ganas de pegarles una chinga ya ya jamás volver a hablarles, ósea ¡¿Como van a olvidar mi cumpleaños?!

Negué mientras que subía de nuevo a mi cuarto, cuando mire a Ovidio y Alfredo, me vieron cruzada de brazos y les hice una seña.

Los tres nos metíamos a mi cuarto y los mire.

—¡Esos cabrones olvidaron mi cumpleaños! ¿Pueden creerlo? ¡Nadie está y solo me fandom una nota en el refri que volvían después!—Hable quedándome mientras que Ovidio me pegaba a su pecho y Alfredo negaba.

—¿Quieres ir a ver tu mamá y Jason?—Me pregunto Ovidio y yo asentí mientras que el limpiaba las lagrimas que caían por mis mejillas.—Pero ya no llores.

—Jamás pensé ver a Ovidio tan mandilón.—Hablo mi cuñado mientras que Ovidio negaba riéndose.—¿Y que te regaló Ana? ¿Una noche de esas de pasión o que?

Me separé de Ovidio y le aventé un cojín, me miró mal y volví a abrazar a Ovidio.

—Oye Ovidio ¿A quien le robaste el Mercedes? Ese lo e querido desde hace ocho meses pero no me lo consiguen en el agencia, que es edición limitada o algo así.—Lo mire con una sonrisa mientras que Ovidio me hacía cariños en la cabeza.

—Tu hermano me lo regalo.—Ovidio tomó mis manos y dejó un tierno besito sobre ellas.

—A la madre, entonces la cosa sí va enserio, no mames Ovidio, yo también quiero un regalo así, acuérdate que cumplo años en uno meses...

—No te voy a comprar un carro, Alfredo.—Ovidio lo interrumpió mientras que me miraba con una sonrisa.

—Cuñad...

—Tampoco te lo voy a prestar.—Nos miró mal a los dos.

Suspiro molesto.—Son tal para cual.

Todos reímos mientras Ovidio me sostenía de la cintura y después de eso, Ovidio me convenció de llevarme en mi coche en lo que me enseñaba a conducir, bajamos y fuimos a la cochera, Alfredo se iría primero para ir por Ange a el centro comercial donde estaba comprando mis regalos, y Ovidio y yo nos iríamos en mi nivel auto.

Ovidio y yo nos subimos a el Mercedes blanco, que estaba hermoso, el lo encendió y salimos de la propiedad con Alfredo detrás que dejes lo perdimos.

El tomó mi mano y la puso sobre su pecho mientras que con la otra manejaba, mire como se puso sus lentes oscuros y me reí.

—No te vallan a robar mi mano, ratón.—El me miró negando y me aventó un beso, mientras que yo dejaba caer mi cabeza sobre la comodidad de el auto.—No puedo creer como se despidieron de mi esta mañana, como si nada, ósea es mi cumpleaños y nadie más que ustedes lo recordo.

Odio Fingido | Ovidio Guzmán | TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora