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Anastacia S

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Anastacia S. Zambada — Casa de seguridad.

9:44 pm

Me levanto temprano y bajo hacia la cocina donde ya está el desayuno, pero no está Ovidio, así que vuelvo a subir y doy unos cuantos toques sobre la puerta esperando a que me habrá pero nomas no, así que decido entrar y está bien dormido, ósea pero soy yo la dormilona. Agarro una almohada y me subo encima de el, y comienzo a golpearlo con este haciendo que rápido reaccione.

—¡Anastacia!—Me grita apenas reacciona y me toma de las muñecas haciendo que suelte la almohada.

—Pues no te levantabas.—Dije subiendo y bajando los hombros, riéndome.

—Se va a levantar otra cosa si sigues arriba de mi.—A como dijo eso me tire a su lado y el me empezó a reír, mientras que yo estaba más roja que un tomate.

—¡¡Ovidio!!—Le dije tomando la cobija y tapándome con ella.

—Ah pues uno nomas dice.—Me dijo abrazándome y escondiendo su cara sobre mi cuello.

—¿Sabes algo de.. mi papá?—Le pregunto y saco su cabeza de su escondite y me vio con el ceño fruncido mientras que yo lo miraba a los ojos, suspiro y se recargó sobre las almohadas y puse mi cabeza sobre su pecho desnudo.—Necesito saber más sobre el, quiero respuestas de por que me trato así.

—Yo se mi Bonita, pero yo no se donde está, mejor olvídate de el y empieza una vida nueva te hará mejor...—Dijo y lo vi mal.

—¡Puede que el sea el que puso a mi hermano en esa camilla y tú quieres que lo olvide!—Le dije negando y me crucé de brazos.

—¡Bueno pero conmigo no te desquites!—Me dijo viéndome mal.

—¡Pues no me grites!—Le dije viéndolo feo.

—¡Ah pues no te estoy gritando!—Dijo y me dio la espalda.

—¡Ah pues chinga tu cola!—Le dije y me levante enojada, salí dando un portazo y suspiré, me fui a mi cuarto.

Me encerré y solo me tiré en mi cama a descansar, mientras que a los minutos de abrió mi puerta y de oyeron unos pasitos, levante mi vista un poco y vi a Ovidio enredado en una cobija, se acostó a mi lado y me abrazo, me quite y me volvió a abrazar, después beso mi sien y ya no me quedo de otra más que quedarme ahí.

Puse mi mano sobre la suya y la enredó, después suspiré y sentí su mirada clavada sobre la mía, literalmente lo de mi hermano me tenía muy mal y no sabía controlarme.

—Ya no te voy a gritar.—Le dije y lo mire por unos segundos y después bese su nariz.—Pero lo de mi hermano me tiene mal y más después de todo lo que a pasado estos días, además de que no se donde carajos está Ismael, y que no se que hacer.

—Y yo tampoco te voy a gritar pero sabes que los dos tenemos nuestro carácter.—Me dijo y solo rei.

—Y si.—Lo mire y tomó mi cara entre sus manos.

Odio Fingido | Ovidio Guzmán | TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora