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Ovidio Guzmán

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Ovidio Guzmán

¿Que pasa wey? No te deja dormir la cuñada o que.—Alfredo murmuro mientras que yo estaba sentando en la barra de la cocina, lo mire con el entrecejo fruncido.

—No.

—¿Y por que estás aquí?

—Que te importa metiche.

—¡Ovidio!—Reprochó.


Bonita.—Sentí como Anastacia golpeaba mi pierna con su rodilla, me giré a verla y tenía sus expresiones relajadas. Estaba profundamente dormida sobre la cama a mi lado, mientras que su vientre estaba pegado a mi cadera, una de sus manos estaba sobre mi abdomen y la otra sobre el vientre donde estaban nuestros hijos.—Ay canijo.—Sentí como de nuevo me golpeaba inconsciente.

Suspire.

Ya estaba cansado pero me tenía que aguantara todo esto por ella, no quería que se enojaría conmigo y menos que me mandara a dormir con Serafín, así que mejor me aguanagaba y me dormía con ella.

—Zanahoria.—Acaricie su cabello y ella movió su mano ante mi tacto. Seguí haciéndole cariños mientras que ella por nada de él mundo se levantaba, esto le había hecho el embarazo y me encantaba como las cosas cambiaban. Anastacia tenía ya siete meses de gestación y en dos más conoceremos a nuestros hijos, sus caderas ya están más anchas y sus glúteos crecieron, además de que sus pechos -cosa que no me desagrada para nada- y además de cómo sus mejillas se hincharon y se ve más hermosa con su pansita de lo que ya es.—Bien jetona que estás, cabrona.

Suspire pesadamente.

—Te amo un chingo.


¡Está bien! Si, Anastacia se mueve mucho y más ahora que está embarazada, ya me tumbo muchas veces y si le digo algo ¡Me manda a dormirme con Serafín!

—Pendejo.

—¿Eh?

—Hola cuñada.

Me giré a atrás de mi y no había nadie.

—Ah culo.

—¡Alfredo ya! No es juego, no le puedo decir nada por que está embarazada y no quiero que se sienta mal, la amo mucho pero no me deja dormir.—Suspire mientras que sentía como mi estomago se revolvía un poco, pero ya me había acostumbrado a tener yo los antojos y vomitos de Ana.—Ya no puedo.

—Pero quejas tener hijos ¿No?

—Si pero...

—¿Los planeaste?

Suspire nervioso.

Negue.

—No.—Me limite a decir.

—Ovidio.

Suspire.

—¡Está bien! Yo mismo hice el plan y pues no usé protección desde un mes antes y pues quería tener hijos con ella, ¿Contento?

Odio Fingido | Ovidio Guzmán | TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora