Capítulo 52 ''Roto''

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Antes de dejaros con el capítulo, supongo que habréis leído la nota que publiqué hace unos días. Bien, este capítulo es demasiado largo porque nunca he hecho un maratón ni nada de eso así que he decidido dejar este capítulo más largo pero eso significa más comentarios. Así que espero que la gente comente más porque hasta que no vea varios comentarios no subiré el siguiente, sé que soy pesada pero parece ser que mucha gente lo lee y comenta muy poca. Bueno, espero que os guste, esa es mi intención.

Por cierto, mi amiga acaba de publicar una novela en wattpad. Se llama Don't leave me y me gustaría ayudarla ya que sería muy importante para ella, es su primera novela y le gustaría recibir comentarios, votos y gente que la lea. Así que os pasáis os lo agradecería mucho. No es una fanfic, simplemente es una historia normal, no es de los chicos pero merecerá la pena leerla.

http://www.wattpad.com/104086807-don%27t-leave-me-sinopsis?utm_source=web&utm_medium=link&utm_content=share_reading&ref_id=31133415  Ya os dejo con el capítulo.

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HARRY NARRA.

Anoche apenas podía concentrarme en coger el sueño pensando en todo lo sucedido. Estaba cabreado, molesto, decepcionado, pero sobre todo, dolido. Después de haberla sacado de aquella maldita fiesta, haberme quedado hasta que se durmiera y preocuparme por ella, sólo pensaba en Connor o en qué yo había intentado algo mientras ella estaba ebria. Y no es que no hubiera querido, simplemente prefería que ella también me quisiera, no quería acostarme con ella y que a la mañana siguiente se arrepintiera.

Me levanté de la cama, tenía que ir a comprar los regalos de Gemma para Navidad y aún seguía allí tumbado. Menos mal que tenía vacaciones en el instituto, así me ahorraba tener que cruzarme con esos imbéciles por los pasillos. Aunque el instituto era una excusa genial para ver a Lilly cada día.

Fui a la cocina y me preparé rápidamente un simple desayuno que consistía en una taza de café con un par de galletas de canela. Mi hermana se había despertado hace algo más de dos horas y se había marchado con su amiga Alice a dar una vuelta por lo que estaba solo. Después de desayunar me vestí y cogí dinero de sobra para hacer algunas compras. Odiaba esta época, odiaba la Navidad, odiaba estas fiestas, los regalos, las comidas familiares, las calles decoradas, las canciones navideñas, odiaba todo ese rollo.

Y lo odiaba por un sólo motivo: me sentía más solo que nunca.

En mi infancia esta época del año era mi favorita; me ilusionaba reunirme con toda mi familia alrededor de la mesa y comentar cosas y anécdotas divertidas, chistes, recuerdos o alguna que otra buena noticia. Navidad en mi casa era pura alegría y felicidad, contaba los días que faltaban para que llegase ese momento. Gemma siempre ayudaba a mamá en la cocina mientras que yo decoraba todo con mi padre para cuando el resto de familiares llegasen. Todo eran risas, regalos, bromas y alegría. Hasta que el desgraciado de mi padre se volvió adicto a las drogas y poco a poco esas fiestas iban siendo peores. Hasta tal punto en el que ahora sólo tengo a Gemma para celebrarlas. Y era en estas fechas cuando más recuerdos se me venían a la cabeza, la imagen de mi madre sonriendo con sus regalos, todo el salón lleno de adornos navideños y una familia unida.

Ahora nada de eso existe.

Intenté borrar de mi mente todos esos momentos para centrarme en qué podía regalarle a mi hermana. Salí de casa con el coche y fui directo hasta el centro comercial donde intuí que había ido todo el mundo para la misma misión que yo, buscar regalos.

DangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora