Capítulo 59 "La cuenta atrás"

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HARRY NARRA. 
No podía quitarme el contenido de la carta de mi cabeza. Incluso con solo ver la escritura, pude imaginarme a mi padre diciendo esas mismas palabras en un tono frío y acusador. No me preocupaba su amenaza ante mí, sino sobre las personas que quería como bien decía en su mensaje. Y esas personas eran mi hermana y Lilly. Ya que Gemma era su hija no creo que llegara a hacerle daño así que eso dejaba a Lilly en el primer lugar para llevarse la peor parte y eso era algo que no iba a consentir. 
''¿Pasa algo?'' Su voz me sacó de mis pensamientos y por un momento agradecí que lo hiciera. 
''No, nada, estoy bien'' Le miré dándole una pequeña sonrisa. Ella se encontraba sentada con los pies colgando en mi cama y con el pijama puesto. Probablemente se había cambiado mientras yo leía la carta así que no me di cuenta. 
''¿Qué es esa carta?'' Se levantó y dio unos pasos hacía a mí por lo que, con mucho disimulo, guardé el sobre en el primer cajón de mi escritorio sin hacer mucho ruido. Si actuaba con nerviosismo se daría cuenta enseguida de que algo no iba bien así que tendría que hacer como si nada hubiera pasado. 
''Sólo es una carta del club deportivo de Holmes Chapel. Estoy apuntado desde pequeño pero como me mudé, hace tiempo que no voy, es un simple recordatorio''
''Eso está bien, si quieres puedes ir mañana, te acompañaré''
''Déjalo, prefiero relajarme y disfrutar, ya haré deporte cuando volvamos'' Relajarme y disfrutar, relajarme y disfrutar. Eso era precisamente a lo que había venido aquí pero me temo que no iba a ser posible. Me di media vuelta para encontrármela frente a mí así que aproveché y envolví mis brazos en su cintura y presioné mis labios junto a su frente dejándolos ahí unos segundos para después cogerla en brazos y llevarla de vuelta a la cama. Lilly rió a carcajadas y rodeó mi cuello con sus brazos. La tumbé y me puse a su lado mientras la arropaba con las mantas. Me dedicaba una leve sonrisa y sus párpados se iban cerrando debido a su cansancio. Me alegraba saber de que al menos ella iba a descansar hoy bien. Pasé mi brazo por su cintura y la atraje a mí aún más, quería sentir que la tenía cerca. Al volver a mirarla ya estaba con los ojos cerrados y sus labios ligeramente abiertos disfrutando de su merecido sueño. Me quedé mirándola durante mucho tiempo, como unos quince minutos más o menos, repasando cada centímetro de su rostro, mirando sus pequeñas imperfecciones y lo preciosas que eran para mí, como sus largas pestañas rozaban sus pómulos, su ceño ligeramente fruncido y como su mano se encontraba en mi brazo. 
''Te voy a proteger con mi vida si hace falta, Lilly, te lo prometo'' Susurré, me daba igual si no me escuchaba, la verdad, quería que no lo hiciera. Repasé mentalmente de nuevo el contenido de aquella maldita carta. Tenía que estar alerta, mantener los ojos bien abiertos por si algo extraño pasaba. Una parte de mí quería encontrarse con mi padre después de tantos años y dejarle claro que no quería saber nada de él, que ya no formaba parte de mi vida y que le quería lo más lejos posible. Pero otra parte de mí me daba miedo encontrarme con él y volver a revivir aquella escena que me ha estado atormentando toda mi vida: la muerte de mamá. No sabía exactamente cuánto tiempo debería de estar en la cárcel pero, según mis cálculos no debería de haber salido aún, así que deduje que se habría escapado. O puede que yo estuviera equivocado y ya era la hora de dejarlo libre. Aunque no quería que fuera así, quería que pasara toda su vida en la celda y se pudriera allí mismo, por muy cruel que sonara. Él me había quitado una gran parte de mi vida y eso no iba a perdonárselo nunca, por mucho tiempo que pasara. Cerré los ojos e intenté olvidar todo y dormirme. Miré el reloj, eran casi las cuatro de la mañana. Acabé dormido, después de darle muchas vueltas a la cabeza llegué a una conclusión: era capaz de todo por tal de salvar a Lilly, incluso si eso significaba tener que morir por ella. 
LILLY NARRA. 
Al despertarme, Harry no estaba a mi lado y me extrañó bastante. Miré el reloj, eran algo más de las once de la mañana, había dormido mucho tiempo. Me levanté y fui al baño a asearme antes de bajar a desayunar algo. Al ir a la cocina vi que Harry estaba allí, preparándome el desayuno. Sonreí al verlo y aproveché que estaba de espaldas a mí para sorprenderle con un abrazo por detrás. Giró su cuello un poco para mirarme y sonrió ampliamente. 
''Que raro que te hayas despertado antes que yo'' Reí y le di un beso en la mejilla antes de soltarle y ponerme a su lado para mirar que estaba haciendo de desayunar. 
''Ya que eres tan dormilona, he tenido tiempo para hacerte el desayuno'' Vi que había preparado pan tostado y algunos dulces junto al zumo de naranja que tanto sabía que me gustaba tomar nada más despertarme. Le miré para dedicarle una gran sonrisa pero vi que tenía un aspecto un poco horrible. Tenía ojeras que delataban lo poco que había dormido y sus ojos estaban cansados. 
''¿Has dormido mal?''
''¿Por qué lo dices?''
''Tienes ojeras y parece como si no hubieras dormido en toda la noche''
''No he podido coger muy bien el sueño, solo eso''
''¿Y eso?''
''No lo sé, pero tranquila, estoy bien'' Me sonrió y me dio el vaso de zumo. Lo cogí y le bebí un poco. Me senté en la mesa a desayunar con él. Tía Morgan apareció detrás de mí colocando una mano en mi hombro y dándonos los buenos días, aunque ya estaba levantada desde hacía un buen rato ya que había sustituido su pijama por una camiseta de estampado florido y unos cómodos tejanos.  
''Hay nieve fuera, cuando terminéis de desayunar, si no os importa, ayudad a quitarla de la entrada'' Ambos asentimos y le di otro bocado a la tostada que me había preparado. Entraba algunos rayos de sol por la ventana de la cocina, a pesar de que en el cielo seguía habiendo algunas nubes y fuera estaba todo cubierto de nieve. Al menos no hacía el frío que hizo cuando llegamos aquí hace dos días. Terminamos de desayunar y dejamos los platos en el fregadero. Harry me dio un abrigo, unas botas de nieve, unos guantes y un gorro de lana mientras que ni siquiera me había dado tiempo a cambiarme el pijama así que lo tenía aún puesto. Al salir, el frío azotó en mi cara y agradecí por llevar un gorro de lana tan abrigado. Tía Morgan nos dio una pala a cada uno y empezamos a quitar gran cantidad de nieve de la entrada. 
''Eres como un niño pequeño'' Le dije a Harry al ver que intentaba hacer un muñeco de nieve una vez que toda la entrada estaba despejada y nos quedamos solos fuera. 
''Siempre queda rastro de un niño dentro de cada persona'' Me miró para dedicarme una sonrisa y se la devolví. Me acerqué a él para ayudarle con su gran muñeco. De vez en cuando volvía a mirarle sólo para ver la concentración en su rostro. Al fin y al cabo, su niño interior había desaparecido hace mucho tiempo y su infancia había acabado antes de lo normal, pero él siempre seguiría teniendo a ese Harry dentro de sí mismo, aunque fuera en lo más profundo. Al terminar, se quitó su bufanda azul para ponérsela al muñeco y sonrió orgulloso del resultado. Miré su trabajo y le sonreí. 
''Está muy bien, tengo que felicitarle por su trabajo, señor Styles'' Me crucé de brazos y adopté una postura seria y formal. Harry me abrazó por detrás y puso su cabeza en el hueco de mi cuello para darme un dulce beso en esa zona. 
''Gracias, señorita Adams, es un honor para mí complacerla'' Rió en mi cuello lo que provocó que mi piel se pusiera de gallina en cuestión de segundos. 
''Me has dejado impresionada con ese muñeco de nieve''
''Querrás decir que te he dejado helada, ya que es de nieve'' Giré mi cabeza para mirarle y él me miraba con una sonrisa inocente. Le di un golpe en el pecho antes de echarme a reír por su comentario. 
''Será mejor que nunca te dediques a contar chistes'' 
''Son malos pero te hacen reír'' 
''Me río de lo malos que son''
''Al menos te hacen reír, y me gusta verte reír'' Se encongió de hombros indiferente sin quitarse la maldita y preciosa sonrisa de su rostro. Envolví mis brazos alrededor de su cintura para entrar en calor con uno de sus abrazos. Me dio un dulce beso mientras me abrazaba y luego me dio una suave palmadita en el culo. ''Vamos dentro, empieza a hacer frío''
''Yo estoy bien aquí'' Le cogí de la mano y le invité a que nos quedáramos aquí fuera un rato más, al menos por mi parte no tenía frío. 
''Si entramos te prepararé un delicioso chocolate caliente'' Con solo eso ya me había convencido así que acepté su oferta de entrar. Al quitarme los guantes noté como tenía los dedos tan congelados que apenas los sentía. Me senté en el sillón y esperé a que Harry terminara de hacer aquel chocolate caliente prometido y me entregara la taza. Me puse una manta por encima y se sentó a mi lado, colocándome encima de él y abrazándome por la cintura. 
''En unas horas estaremos de nuevo en casa'' Susurré. ''La verdad que me encanta este sitio''
''Vendremos más a menudo'' Besó mi mejilla y le di la taza con aún un poco de chocolate para que se lo bebiera él. 


Me levanté y subí a nuestra habitación para empezar a hacer las maletas y organizar todo para el viaje. Para ser sincera, no tenía ganas de volver a la ciudad, este pequeño pueblo era muy relajante y el sitio perfecto para vivir. Guardé todas mis cosas y terminé antes de que Harry viniera a buscarme. Bajé de nuevo a la entrada y me despedí de Tía Morgan con un abrazo y un ''nos vemos pronto'' y esperé a que Harry y Gemma hicieran lo mismo. Los tres nos subimos al coche y emprendimos el viaje de vuelta a casa. Miraba el paisaje por la ventana mientras una canción de The Script sonaba en la radio. Seguía el ritmo de la música con mi pie y vi que Harry hacía lo mismo golpeando los dedos contra el volante. Miré hacia atrás y Gemma descansaba con la cabeza apoyada en la ventana. Noté una suave mano en mi muslo y puse la mía sobre ella. Me acomodé y cerré los ojos disfrutando del sonido de la música. Ni siquiera me di cuenta de que me había quedado dormida hasta que el coche aparcó y Harry me llamó suavemente. Eché un vistazo por la ventana, ya estábamos en Londres de nuevo, justo enfrente de mi casa. Así que me despedí de ellos y me bajé del coche para entrar y dejar mis maletas en el suelo, estaba bastante cansada por lo que me di una larga ducha y me puse cómoda en mi pijama antes de tumbarme en la cama a hacer cualquier cosa que no fuera productiva como mirar al techo y no pensar en nada. Encendí mi ordenador portátil y vi algunas fotos de gente del instituto en Navidad subida a las redes sociales. Tenía pensado ponerme a ver capítulos de alguna serie cuando me llegó un e-mail de alguien desconocido. Normalmente no lo hubiera abierto ya que sería algo de publicidad o algo parecido, pero viendo que tampoco tenía ningún asunto me entró la curiosidad. Al abrirlo y leerlo me quedé desconcertada, era un simple mensaje en el que ponía ''Queda poco, cuidado''. Sólo tres palabras que no lograba entender. Miré a través de la ventana y, en la oscuridad de la noche y tan sólo alumbrado por una farola, vi a un hombre parado frente a mi casa. No pude distinguir su rostro, llevaba un sombrero negro y era alto, con sus brazos cruzados y apoyado en un coche aparcado en la acera. No sé por qué pero un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, ¿sería  el mismo hombre que me había estado mandando estos mensajes? ¿El mismo hombre que vi en la cafetería y que luego desapareció? Me escondí tras la cortina evitando que me viera, pero si estaba aquí, junto a mi casa a estas horas de la noche era porque me conocía y quería algo de mí, pero, ¿qué? Sus alertas, mensajes y el hecho de que me estuviera observando hacía que mi cuerpo se tensara por completo. Me volví a tumbar en la cama intentando olvidar todo aquello relacionado con ese hombres y sus mensajes. Cerré los ojos pero seguía muerta de miedo. Volví a mirar con cuidado por la ventana para comprobar que, tanto aquel hombre como el coche habían desaparecido. No sabía si sentirme aliviada o aún más asustada. Traté de borrar cualquier pensamiento sobre este tema y cerré los ojos de nuevo siendo sumergida en un profundo sueño en cuestión de segundos. Con un poco de suerte, todo esto solo fuera producto de mi imaginación pero cuanto más lo pensaba, más me hacía a la idea de que alguien me estaba persiguiendo y, fuese para lo que fuese, como decía aquel mensaje, quedaba poco y tenía que tener cuidado.

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