Capítulo 31 ''Es una víbora''

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HARRY NARRA.

Hoy era el último día de clases de esta semana pero tomé la decisión de que hoy no iría al instituto y tendría otro día más para descansar. O para no hacer nada, depende del punto de vista de donde quiera verlo.  Al fin y al cabo ir a clases es una jodida mierda. Me levanté a eso del mediodía y obviamente Gemma aún no había llegado. Había una luz azulada parpadeando en el teléfono de Connor y decidí cogerlo. Tenía un nuevo mensaje. Al leerlo mi cuerpo se tensó. ¿Qué es eso de que Lilly quiere hablar con él en persona? Esta chica se estaba volviendo loca o era yo quien me estaba volviendo loco a causa de ella. Solo intento alejarla de ese desgraciado y lo único que hace es acercarse aún más. Con total seguridad se que Connor no es bueno para ella y que solo le va a causar problemas. No lo decía por gusto, ella debía de darse cuenta de eso. O una de dos, o bien hacía que Lilly se separara de él o hacía que Connor se distanciara de ella. Ambas opciones eran diferentes aunque llegaban a la misma solución: alejarlos. Si intentaba que ella no se acercara a él corría el peligro de que no confiara en mi y no me hiciese caso pero si intentaba que Connor se alejara también habría problemas y ese problema sería que quedaría yo como el malo de la historia, como siempre suele ocurrir. No respondí al mensaje y dejé el móvil. Fui hasta la ventana y pude comprobar que llovía con fuerza. El cielo estaba encapotado, una señal de que se pasaría el resto del día lloviendo.. Las calles estaban vacías y un viento azotaba con fuerza el cristal de las ventanas. Bajé a la cocina y miré el reloj; en una media hora Gemma regresaría a casa así que era una tontería poner a prepararme el desayuno a estas horas. Hacía bastante tiempo que no cocinaba. Antes solía hacerlo mucho con mamá y Gemma para cuando mi padre llegara de trabajar por la noche pero eso se acabó y ahora es mejor no recordarlo. Se que a mi hermana le hará mucha ilusión que cocine para ella así que le daría una pequeña y agradable sorpresa. Al fin y al cabo, nunca le he agradecido que cuidara de mi cuando nos dejaron sólos así que sería un gran detalle. Saqué el libro de recetas del segundo cajón y todos los ingredientes que me hacían falta. Intenté hacerlo lo mejor posible pero mi paciencia no dura mucho. Pasados unos cuarenta minutos la mesa ya estaba puesta, los cubiertos en su sitio y el plato de cada uno servido. Llamaron a la puerta y fui a abrir.

''El día ha sido tremendamente agotador y encima la lluvia no ayuda'' Se quejaba mi hermana y tiró su mochila al suelo nada más entrar. Entró a la cocina y miraba desconcertada. No podía descifrar exactamente su expresión, tal vez ilusión, sorpresa, confusión.

''No tenía nada mejor que hacer hasta que llagaras y he preparado el almuerzo'' Me senté en mi sitio y me sonrió. Una sonrisa cálida y verdadera, una sonrisa familiar que necesitaba desde hace tiempo.

''Son macarrones gratinados, es mi comida favorita'' Rió y se sentó.

''Lo se, por algo lo he hecho'' Aprendí la receta de la tía Charlotte el último verano que fuimos al pueblo a visitarla. Cada año nos reuníamos toda la familia allí y pasabámos los meses de vacaciones en el campo. Gemma y yo siempre solíamos estar peleándonos por tonterías pero al final del día, mamá nos obligaba a que nos reconciliaramos y para celebrarlo, la tía Charlotte nos hacía esta receta. Sabía cuánto le encantaba a mi hermana, sabía cuánto le encantaba aquellos tiempos.

''Es muy amable por tu parte, no pensaba que tuvieras tanta paciencia para hacer esto, requiere su tiempo''

''Bueno, tuve paciencia con uno, el segundo se me ha quemado un poco pero tranquila que ya me lo como yo'' Soltó una leve carcajada y sonreí. ''¿Qué?''

DangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora