Capítulo 2 ''Este chico es insoportable''

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La clase se volteó a mirarle al igual que hice yo. Pasó sin saludar y se sentó apartado de todos. Genial, el típico grosero de turno había llegado. La clase siguió después de esta pausa y el profesor volvió a ser el centro de atención.

''Lillian Adams''-Me llamaron la atención. ''Ya que usted lleva un par de años aquí y es veterana, podrías ayudar a tus compañeros a adaptarse con esta asignatura''

''Claro que sí, lo haré con mucho gusto Sr. Crawford'' Sonreí y todos me miraban, odiaba ser el centro de atención. El resto de la clase pasó rápida. El chico de pelo rizado hacía comentarios groseros, era realmente insoportable. La gente ni le miraba, como si le tuvieran miedo pero yo puse mi mirada sobre él cada vez que abría la boca para decir un comentario desagradable. Me miraba mal y volvía la cara, no tenía ganas de empezar una pelea. Por fin el timbre sonó anunciando que la clase acababa. Empezamos a recoger y a limpiar la clase, todos menos el idiota del chico de pelo rizado.

''La clase es de todos, tienes que recoger'' Dije y todos me miraron extrañados por ser yo la que lo dijo. Se paró en seco y se dio la vuelta para mirarme.

''¿Perdona?'' El tono de diversión en su voz era más que evidente. Era un chico bastante atractivo, algunos tatuajes adornaban su piel y su camiseta de manga corta dejaba mostrar algunos en su brazo. Su mirada era divertida y se posaba en mi por lo que hizo que me pusiera un poco nerviosa pero supe afrontarlo sin problema.

''He dicho que al igual que nosotros, deberías ayudar a recoger el laboratorio'' Sentía las miradas de mis compañeros sobre mi y no me gustaba pero claramente estaban sorprendidos, nadie se había atrevido a decirle esto a este chico, nadie excepto yo.

''Tú lo has dicho, debería, pero no voy a hacerlo'' Dejó escapar una risa, obviamente burlándose de mi y de lo que le estaba diciendo. Me estaba poniendo enferma. Antes de que pudiera decir nada, abandonó la sala. Había quedado como una idiota obligándole que recogiera porque claramente no iba a hacerlo. Terminamos de limpiarlo todo y dejamos la clase. Fui a buscar a Anna pero su clase aún no había terminado así que me fui al jardín a leer un rato. Algunos chicos jugaban al fútbol como siempre, otras chicas cotilleaban y criticaban, odiosas y otros simplemente estaban en su mundo, como yo, leyendo me transportaba a otro mundo, como si yo fuera la protagonista. Vi a Gemma a lo lejos y se acercó. Se sentó a mi lado.

''Hey, ¿qué tal tu primer día aquí?'' Dejé el libro a un lado para hablar con ella sobre su primer día aquí, definivamente podría llegar a ser una buena amiga.

''La verdad que muy bien, pensaba que me costaría más pero aquí la gente es muy amable'' Me dedicó otra de sus preciosas sonrisas con hoyuelos y se la devolví. Eso de que la gente aquí era muy amable era relativo, había gente odiosa, muy odiosa, como ese chico nuevo de mi clase. Iba a hablarle de él pero estábamos hablando sobre su primer día, no sobre el mío, además, mejor que no supiera de él, es odioso. Seguimos hablando sobre su primer día cuando vimos a Anna llegar con un par de chicos, amigos nuestros desde que entramos aquí, Austin y Blake. Nos saludó y le presentamos a Gemma. Nos hablaron algo de una fiesta de despedida del verano, era raro que hicieramos fiestas todos juntos pero podría ser divertido.

HARRY NARRA

El primer día se me hizo interminable, un jodido infierno. Apenas llevaba un día aquí y ya estaba harto, ¿por qué mi madre me había traído hasta aquí? ¿Tanto me odiaba? Esto era insoportable. No conocía a nadie, aunque tampoco hacía el intento de hacerlo, me gustaba estar solo así nadie me molestaba. No sirve de nada hacer amigos si después te fallan y te dejan como una jodida mierda, prefería que nadie me engañara y no tener amigos. En todos los sitios donde he estado me tenían miedo, la gente tenía un cierto respeto sobre mi que me encantaba. Al acabar las clases me fui un rato al sótano. Allí había algunos sacos y guantes de boxeo. La entrada estaba prohibida, pero no para mí, me la sudan esas estúpidas normas. Entré y me puse los guantes para darle un rato al saco. Al menos aquí tenía un entretenimiento, en la ciudad siempre iba al gimnasio cada día para darle al saco de boxeo y liberar tensiones, Le di varios solpes secos y a medida que el tiempo iba pasando, mi fuerza iba aumentando. Ya me sangraban los nudillos y estaban destrozados, llenos de heridas pero ya estaba acostumbrado a esto, he estado en miles y miles de peleas. Después de al menos una hora allí, paré un rato. Cogí una botella de agua y me la eché por el pelo sudado. La puerta se abrió y suspiré molesto, odiaba la compañía de la gente. Una chica de pelo moreno y brillantes ojos marrones entró en la sala. Me fijé y era la molesta chica del laboratorio. Me miró tímida y volteó su mirada hacía un armario. Se agachó a buscar algo dejándome libertad para mirar su trasero. Me mordí el labio.

''¿Vas a tardar mucho?'' Rompí el silencio, odiaba que alguien estuviera invadiendo mi espacio.

''No, solo he venido a por unas toallas para el profesor de gimnasia...''

''No he pedido que me cuentes tu vida, solo he preguntado si te queda mucho, yo estaba aquí primero'' Interrumpí y quedó en silencio. La miraba esperando que se fuera de una maldita vez. Las toallas se cayeron al suelo cuando ya tenía todas sacadas.

Torpe.

Suspiró molesta y yo reí a carcajadas.

''En vez de reírte podrías ayudarme'' Resopló recogiendo las toallas del suelo.

''Prefiero seguir riéndome'' Pasé mi mano por mi cabello mojado echándolo hacia atrás. Noté su mirada en mi pero en cuanto la miré volvió de nuevo la cara. ¿Cuánto tiempo va a tardar en recoger? Me estaba poniendo de los nervios. Estaba replanteándome la idea de ayudarla por tal de que tardara menos y se fuera pero la vi levantarse por fin. Me miró por última vez y le miré mal por lo que se fue sin decir nada. Menos mal, me estaba cansando de tener compañía. Salí y me fui a las duchas. Por los pasillos escuchaba a la gente hablar sobre una fiesta. Genial, iría, así podría tirarme a algunas chicas y beber un rato. Salí de la ducha y me fui a casa a cambiarme. Los nudillos aún me dolían pero era algo normal. Después de tantas peleas, acabas acostumbrándote.

DangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora