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Tamaki Amajiki era un chico tímido, introvertido y temeroso. La inseguridad era su bandera y está estaba en lo alto.
Su inspiración más grande era Mirio Togata, su amigo, compañero, confidente y su sol. El deseo más profundo que albergaba era convertirse en alguien capaz de estar a su lado y llevar juntos la carga que ser un héroe representaba.

"No existe otra persona como Mirio en este mundo"

Esa era la respuesta que le daba a su amiga y su jefe siempre que preguntaban la razón por la cual el aún no tenía una pareja pese a ser de los alfas más codiciadas de la academia. Y es que en el corazón de Amajiki no existía nadie que pudiera llegar a ganarse su amor de forma incondicional de la manera en que Mirio lo había logrado. Por eso estaba seguro de que sería incapaz de mantener una pareja, incluso si su marca de destinado apareciera pues, su sol siempre sería el dueño de su cariño. Estaba seguro de que jamás existiría alguien que le quitará su primer lugar. Nadie llenaría de luz su vida como lo hacía su sol.

Así que cuando conoció a ese Beta que sonreía de tan bella manera que le hacía competencia a Mirio, sintió que la vida se estaba burlando de él.

Izuku Midoriya era el nombre del Beta rival de su sol, el único que resistió los ataques durante un entrenamiento improvisado. Un chico sonriente, lleno de vida, muy expresivo con todas sus emociones en comparación a lo que estaba acostumbrado.

Verlo en acción y como estaba dispuesto a entregar su vida por los demás hizo latir su corazón con fuerza.

Sin querer se encontraba cada cierto tiempo observando al menor en sus clases y prestaba atención cuando su amigo le contaba sobre él. Lentamente le llamo la atención pero no sé daba cuenta.

Aún recordaba ese terror extraño le retorció las entrañas cuando salvaron a la niña y detuvieron a los Yakuza, seguido del amas grande alivio que pudo sentir en su vida al verlo completo y en buen estado, pese al pesado aroma a feromonas desconocidas a su alrededor.

El pecoso empezó a volverse más cercano al alfa que era su mejor amigo, pasando más tiempo juntos a petición de la pequeña Eri que deseaba pasar todo el tiempo posible con el beta.

Los celos surgieron de manera rápida al ver cómo Mirio, Midoriya y la pequeña Eri parecían una familia. Eso le trajo un dolorosos recuerdo de las inseguridades y problemas con los que antes cargaba. "Si yo fuera un Omega...", " Si Mirio fuera uno" "si al menos fuera una beta, él y yo podríamos estar juntos" "Podríamos tener una familia".

Recordó el día, durante sus años de secundaria logro conseguir algo de valor, el apoyo constante de Mirio logro crearle una pequeña cantidad de confianza en sí mismo y se le declaró a su amigo de la infancia, aún a sabiendas que las relaciones entre alfas era imposible que funcionarán.

Mirio acepto con felicidad sus sentimientos mencionando que él también tenía un gran cariño a su persona.

Enserio el esperaba que todo funcionará bien, que fuera una simple mentira eso de que entre alfas no podían estar juntos.

La relación duro alrededor de tres meses.

Meses en los cuales se dieron cuenta que el sentimiento que tenían era algo más como el de un familiar a el de una pareja, a duras penas lograron tomarse de la mano y darse besos en la frente y mejillas. Sus lobos internos jamás se reconocieron como parejas potenciales y sus aromas terminaban en una pelea por el dominio. Inconsciente se encontraba rechazando el contacto que le ofrecía y hasta el anterior aroma que le causaba comodidad ahora era razón para querer correr al baño del asco.

Todos esos factores dejaron en claro que esa relación jamás llegaría a ningún lado por lo que la terminaron y siguieron con su amistad, de esa forma sus lobos ya no los hacían rechazar al contrario.
Aun así Amajiki estuvo un tiempo pensando que la relación había fallado por su culpa. "Si al menos yo fuera un Omega o una beta... tal vez lo nuestro hubiera funcionado".

El secreto de la academia YueiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora