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La clase 2-A de la academia Yuuei era reconocida en varias partes, siendo una clase sobresaliente y que se había enfrentado a villanos cuando apenas empezaban su educación. Teniendo algunos de los futuros héroes más prometedores en mucho tiempo, con una moral fuerte y sucesores de poderes increíbles.
Ellos también eran reconocidos por ser una clase donde se componían principalmente por Alfas y uno que otro beta.

Una clase que en la que brillaban cada uno de sus alumnos y juntos lo hacían aún más.

Pero los que eran cercanos a ella como lo era el, se podrían dar cuenta que había un alumno en especial que era un gran impulso para superarse constantemente.

Izuku Midoriya

El estudiante que no podía controlar su peculiaridad, que su capacidad de meterse en dificultades le hizo terminar con el apodo de chico problema. Aun así, siempre se la pasaba ayudando a sus compañeros y sonriendo a pensar de las dificultades. Un chico que no causaba tantos problemas en las clases y era aplicado.

Por eso fue una gran sorpresa cuando la sonrisa del chico se veía opacada por una mueca de dolor, como sus ojos empezaron a ser enmarcados por ojeras y su humor era lo suficientemente malo para responderle con insultos a Bakugo cuando lo molestaba.

Con la única que no se notaba un cambio agresivo o deprimente era la pequeña Eri. Con ella sonreía, la abrazaba y mimaba más que antes, cocinando para ella, haciendo una que otra manzana acaramelada e incluso pidiendo permiso para que la pequeña se quedará a dormir con el cuándo la niña no quería soltarlo.

El por un momento pensó que eso se tratara de algo malo, pero Mirio le dejo en claro que cuando estaban juntos los tres, incluso cuando lo llegó a espiar, era un comportamiento que solo pudo describir de una manera.

- Me recuerdo a mi madre cuando yo era pequeño-

Esa respuesta le dio mucha curiosidad y más cuando un aroma diferente en la niña, uno que no correspondía a ella, a Mirio, ni a él. Le preocupo que Midoriya la estuviera llevando a otros lugares fuera de la academia a sabiendas que la niña no podía manejar su peculiaridad. Para su alivio la niña y las cámaras de seguridad le comprobaron que no habían salido de las instalaciones. Entonces la duda surgió. ¿De quién era ese aroma?

La investigación fue bastante corta pues al siguiente lunes cuando se reanudaron las clases pudo detectar el aroma dentro del aula, de manera sutil pero ahí estaba. Fijo la vista en sus alumnos y pudo observar cómo algunos de estos observaban a el chico problema que parecía más atento a lo que estuviera dibujando que a las miradas dirigidas a su persona. Toda la clase estaba más tranquila de lo común, Iida no estaba regañando a nadie, Mineta no buscaba obtener la atención de alguna chica, Kaminari y Kirishima estaban en silencio. Incluso Bakugo, el alumno más explosivo que había tenido parecía calmado y observaba de reojo al chico detrás suyo. Era como si ese aroma fuera un tranquilizante para todos. Él, incluso con sus años como profesional, acostumbrado a los olores de alfas y omegas se sentía tan relajado que casi se queda dormido de pie.

Era un hecho, el aroma provenía del Beta Izuku Midoriya. Pero ¿Cómo?

En compañía del director fueron a la habitación del chico para confrontarlo por una posible infracción a la academia al mentir sobre su segundo género.

Grande fue la sorpresa que al abrir la puerta de la habitación se encontrarán siendo golpeados por un aroma que casi deja a los dos en un estado inconveniente cuando sus cuerpos se relajaron de inmediato. La escena enfrente suyo era hasta cierto punto adorable. Sentados en la cama con la espalda apoyada en la pared se encontraban Mirio Togata, a su lado Izuku Midoriya, quien apoyaba su cabeza en el hombro del antes mencionado y en sus brazos tenía a la pequeña Eri quien se aferraba a él con una sonrisa, los tres estaban dormidos y soltando su aroma de forma natural.

El secreto de la academia YueiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora