10.12

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Shoji Mezo era un alfa acomplejado.
Venía de un lugar donde su apariencia lo mantenía hasta cierto punto aislado de los demás, tuvo que cubrir su rostro por no asustarlos. Por esa razón cuando le ofrecían su amistad el lo atesoraba como su bien más preciado. Las posesiones materiales no tenían importancia en su vida, un futón, almohada, colcha y un escritorio era todo lo que tenía en su habitación.

La idea del amor jamás paso por su cabeza, ser un héroe que pudiera ayudar a las personas sí. Por eso cuando un chico peliverde empezó a llenar su cabeza fue un gran impacto para su forma de vida. Al principio no le dió importancia, pequeños momentos dónde su mente pasaba a Midoriya, después de todo era simplemente el instinto por proteger a los más frágiles de la manada, como Mineta. Solo que Mineta no se lastimaba cada vez que ocupaba su don.

Pero luego paso a más, durante las clases, en los entrenamientos, en sus convivencias durante el día... Simplemente empezó a observarlo en cada momento, mientras murmuraba, cuando sonreía, cuando lloraba. Durante las vacaciones finalmente se dedicó a reflexionar sobre eso, llegando a una conclusión que no le agrado por varias razones, la más importante era que Midoriya ya tenía a mas de uno de sus amigos interesados en el. Cómo buen amigo que era simplemente dió un paso atrás. Aún así su alfa y el disfrutaron de las pequeñas atenciones que les llegaba a proporcionar el más bajo como cuando preparaba los bocadillos, siempre le entregaba takoyaki o le daba pasta de tinta de calamar.
Cuando empezaron los cambios en el humor del chico fue curioso, porque a favor de librarse del escrutinio de sus compañeros, él acudía a su habitación en busca de refugio en algunas ocasiones. Llegaron a estudiar juntos y pudo disfrutar del aroma que acompañaba al chico en conjunto de unas sonrisas que se habían vuelto escasas. Pero también fue de los que observo con preocupación los dolores en su cuerpo. Más de una vez lo cargo con cuidado y lo llevo a la enfermería en busca de un medicamento que aplacara o mínimo lograra mitigar su malestar. La encargada, la primera vez miro con molestia su llegada pero ante los extraños síntomas se preocupo.
Cuando las visitas se volvieron recurrentes la mirada de Chiyō estaba llena de pesar pues solo podía darle calmantes.

Por eso cuando Midoriya faltó una semana se preparó para lo peor, cargaba con la culpa de no contarle a nadie pero fue a petición del chico que se mantuvo firme.

El alivio que sintió con su vuelta fue enorme, más con su hermosa sonrisa con una disculpa. Él chico del que se enamoró había vuelto en un mejor estado, como Omega.

Nuevamente sufrió de un corazón roto pues aún siendo alfa y teniendo opción de luchar por un lugar a su lado, sus amigos para el eran los que más se merecían esa oportunidad. Ignoro la marca de destinado que apareció en su cuerpo después del último celo, se negó a participar en la "cita" a ciegas a la que fue invitado a participar(pese a ser de los primeros en ser llamados), y observo con dolor como más amigos encontraban su lugar como alfas de su amor.

Decidido a negar sus sentimientos como los de su lobo, termino por aislarse un poco más. Nadie parecía notar que por dentro sufría y su lobo lloraba. Tal vez fueron dos semanas en las que su cuerpo sufrió los primeros síntomas.

Dolor en el pecho
Frustración
Furia
Jaquecas

El dolor en los colmillos y una horrible ansiedad. Por fuera no tenía ningún tipo de cambio, calma por fuera y una tormenta por dentro. Fue en búsqueda de ayuda con la enfermera.

- Por los síntomas que me comentas, estás sufriendo de una separación unilateral de tú destinado.

- ¿Separación unilateral?- pregunto incómodo

- Cuando tu lobo sabe quién es tú destinado pero te niegas a él- respondió la mujer mientras empezaba a escribir - Cómo es posible que tú destinado desconozca esto, el único que sufre los primeros síntomas eres tú.

El secreto de la academia YueiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora