La Historia de un Dragón Roto -OffGun-

4. ¿Tienes un teléfono?

Los ojos de Gun se abrieron nuevamente. Todavía estaba acostado en el sofá en el que ese chico-Off lo había dejado, o al menos eso creía. En realidad, los recuerdos de la última vez que había estado despierto eran muy borrosos. Lo único que podía recordar era un dulce toque en su mejilla y el nombre del hombre. "Off", Gun pensó.

No tenía idea de cuáles eran las intenciones del mayor. Solo sabía que todavía se encontraba en peligro. Sabía que existía la posibilidad de que Off lo hubiera salvado únicamente por sus poderes. Gun suspiró, levantando su brazo y tratando de moverlo. A pesar de que el movimiento requería bastante energía, podía hacerlo.

De repente escuchó pasos aproximarse a él. Se sentó rápido, mirando en dirección de donde venía el sonido. La habitación comenzó a girar, haciendo que Gun dejara salir un pequeño gruñido. Y en el momento siguiente, alguien estaba a su lado, con un brazo amable alrededor de sus hombros.

- ¿Estás bien? –La ahora familiar voz le preguntó. Los ojos de Gun se entrecerraron para tratar de calmar las náuseas que llegaron con el mareo. Asintió levemente, pero no fue lo suficiente convincente para que Off dejara de estar preocupado.

Sabía que si Gun hubiera sido un humano, habría estado muerto desde mucho antes de encontrarlo. Realmente, Off no podía ni pensar en su bebé estando muerto. El solo pensamiento lo hacía temblar.

- Eh... ¿Puedo... tendrás un teléfono que me prestes? –Gun preguntó de repente, rompiendo el extraño silencio que se había formado entre ambos.

- Sí... pero ¿qué te pasó? ¿Por qué un vampiro te atacó? –El mayor preguntó con un poco de curiosidad y mucha rabia en su mirada.

- Es una larga historia –El joven dragón dijo suavemente, bajando su mirada. No quería hablar sobre lo que le había pasado. No podía. Por el momento parecía que era libre, pero eso no hacía que sus recuerdos fueran mejores.

- Oh, bueno... –El demonio dijo, su tono de voz un poco desanimado mientras miraba a la pequeña criatura frente a él. Parecía que Gun no podía sentir la conexión entre ellos.

- Lo siento, solo... no es algo que quiera recordar o contarle a alguien... –Murmuró, sintiendo una extraña opresión en el pecho cuando se dio cuenta de que el otro hombre se veía un poco molesto. No quería ver así a Off.

El mayor sonrió levemente al notar la obvia preocupación en la voz de Gun.

- Entiendo. Pero si alguna vez quieres hablar sobre ello, seré todo oídos –Dijo con una sonrisa, tratando de darle ánimos.

De alguna manera, Gun no pudo evitar soltar una suave risa. No fue un sonido muy alto, pero para Off fue hermoso. Si tuviera que elegir el escuchar solo un número de sonidos para el resto de su vida, la tímida risa de Gun estaría entre ellos. La verdad, la sola voz de Gun sería uno de ellos también.

- Gracias –El dragón dijo, con una sonrisa en sus labios rosas–, y gracias por traerme aquí... –añadió.

- De nada, aunque estoy seguro de que cualquiera lo hubiera hecho... –Off sonrió con afecto.

El corazón de Gun se aceleró y sintió la sangre juntarse en sus mejillas. Siempre había odiado lo fácil que se sonrojaba. Sabía que tendría que haberse sentido al menos un poco temeroso, pero por alguna razón, se sentía completamente a salvo con Off a un lado suyo.

Por supuesto, eso no significaba que no iba a irse de ahí lo más rápido que pudiera. No era porque no le agradara el demonio, porque siendo honesto, lo hacía, tal vez le agradaba un poco demasiado para haberlo conocido apenas hace unos momentos, pero Gun quería ir a casa. Quería ver a sus padres... los extrañaba demasiado.

Quería preguntar si podía usar el teléfono ya, pero antes de que pudiera abrir su boca, un sonido como un gruñido lo detuvo. Al inicio no supo qué había sido, pero después se dio cuenta de que no había comido en quien sabe cuántas horas, y de que estaba muy hambriento... y claro, ese vergonzoso sonido había salido de su estómago.

Volvió a sentir que se sonrojaba y miró hacia otra parte. Podía escuchar al demonio reír.

- Creo que alguien está hambriento –Dijo de manera traviesa, pinchando una mejilla de Gun. El dragón infló ambas mejillas instintivamente, ni siquiera pensando antes de mirar al mayor con su mejor mirada de cachorrito bajo la lluvia. Off soltó una risa de nuevo, emocionado por lo adorable que era el pequeño dragón. No tenía que pensar mucho para darse cuenta de lo que su bebé era. Era muy obvio. Pero seguía preocupado por lo débil que se veía, estaba claro que estaba bajo de peso, el demonio lo había notado en el momento en que lo tuvo entre sus brazos la primera vez, y el hecho de que algo horrible le había pasado antes de estar en el callejón era obvio también. Pero Off no quería probar sus límites todavía– Vamos a conseguir algo de comida para ti –Dijo, viendo como los ojos del menor se encendían.

Off sonrió y ayudó a Gun a levantarse. Éste le agradeció con una pequeña sonrisa y dejó que el demonio lo guiara hacia la cocina.

Sus instintos le gritaban que corriera, que huyera mientras aún podía, pero su corazón le decía que se quedara con el demonio solo por un momento más...

Off sonrió al ver a Gun sentarse en una de las enormes sillas de la cocina. No pudo evitar reír un poco por lo pequeño que se veía en esa silla.

- ¿Qué te gustaría comer? No cocino mucho, pero puedo preparar algunas cosas... –Dijo, rascando su cabeza un poco nervioso. La verdad era que no sabía cocinar casi nada. Era extraño ya que había estado viviendo solo por décadas, pero nunca se había sentido lo suficientemente motivado como para cocinar. Usualmente comía afuera o se preparaba comida instantánea.

Fue el turno de reír de Gun. La vista frente a él era bastante cómica. Un alto demonio pareciendo un niño pequeño al admitir que no sabía cocinar. Era demasiado para el dragón. No había reído así en un largo tiempo.

- Cualquier cosa está bien, solo no quemes la cocina –Dijo, con una pequeña sonrisa en los labios.

Off rodó los ojos y murmuró algo como "no soy tan malo". Gun solo comenzó a reír de nuevo, el hermoso sonido haciendo eco en la mente del demonio mientras poco a poco el dragón se quedaba dormido en la silla, con las piernas abrazadas a su pecho.