34. Loco

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Off gruñó de frustración, apenas logrando contenerse de golpear la pared repetidamente con su puño. No era como si la herida no fuera a sanar rápidamente, pues los demonios sanaban rápido, pero no tenía tiempo para curar sus heridas.

Gun había estado desaparecido por cuatro días ya, y el demonio estaba enloqueciendo. Sabía que su compañero estaba en peligro, podía sentirlo. El problema era que no tenía idea de dónde estaba su bebé. Y eso lo estaba llevando al límite de la locura.

Los padres del dragón le habían dicho que lo más posible era que el vampiro que lo había lastimado antes hubiera sido quien se lo llevó. Pero ellos habían estado tratando de encontrarlo, sin éxito. Habían estado buscando por todas partes, preguntándole a todos, sin ningún resultado.

Y conforme el reloj avanzaba, Gun se estaba desvaneciendo. Off lo sabía. Podía sentirlo en su mente, en su alma. Algunas veces escuchaba los sollozos de su pareja, rogándole a él que lo dejara libre. A veces veía al pequeño dragón quejándose en agonía en el suelo, siendo golpeado y lastimado…

Solo podía esperar que esas horribles imágenes fueran únicamente fruto de su imaginación, jugándole una cruel broma. Esperaba que Gun estuviera bien.

Los demonios muy rara vez dejaban salir lágrimas. Ellos eran conocidos por ser fuertes, física y emocionalmente. Pero desde que Gun no estaba… Off había llorado, y no solo una vez.

En el momento en el que escuchó la temblorosa y casi incoherente voz de la madre del dragón, algo se rompió dentro de él. Ella estaba llorando, rompiéndose varias veces mientras trataba de explicar lo que había pasado. Aparentemente Gun había dejado una carta, pero ella sabía que no era de él. No era su letra, no era la manera en la que él formularía sus oraciones.

De cualquier modo, Off tenía que ser fuerte. Necesitaba seguir buscando a su bebé. Muchas veces pensaba que si lograba encontrarlo, no lo dejaría alejarse de su vista nunca más. Otro feroz gruñido salió de sus labios mientras miraba hacia el frente, dejando que sus pensamientos fueran hacia su adorable pareja. El chico del que se había enamorado en solo minutos. El chico que tenía su corazón. Su Gun.

-          Por favor, por favor bebé… tienes que estar bien – Susurró, mientras una solitaria lágrima caía por su rostro.

 

Por otra parte, Gun estaba… acostumbrándose a su nuevo estilo de vida. Lo odiaba, pero no había nada que pudiera hacer contra ello. Nuevamente estaba atrapado. Y sus instintos le decían que esta vez, sería para siempre. Incluso había intentado transformarse a su forma de dragón, algo que muy rara vez hacía, aunque fuera mucho más fuerte en ese estado. Pero una gran cantidad de su sangre ya había sido retirada de su cuerpo, dejándolo demasiado débil y cansado como para luchar.

Se había rendido.

Ese pensamiento lo hizo sonreír ligeramente, mientras colgaba de las ahora familiares cadenas. Ya casi no registraba el dolor en sus brazos y hombros, aunque todo su cuerpo estaba adolorido. Sus ojos vacíos miraron hacia el frente, pensando en Off. Se preguntaba si estaba bien. Tal vez había encontrado otra pareja… o tal vez se había emparejado con Win…

Sus pensamientos se volvían cada vez más y más irracionales, no había comido nada desde hace varias horas, y había sangre cayendo por su espalda desde una herida que no recordaba haber tenido antes. Soltó una risa mientras lágrimas caían por sus mejillas.

La puerta de la habitación se abrió, pero el dragón ni siquiera se dio cuenta. Continuó riendo y llorando al mismo tiempo, su cuerpo temblando y golpeando ligeramente la pared detrás de él. No le importaba, ya nada le importaba.

El vampiro sonrió al ver el estado de su presa, colgando de las cadenas como un animal salvaje y roto. El chico estaba temblando mientras histéricos sollozos que sonaban como una risa extraña salían de sus pálidos y casi azules labios. Su piel se veía más blanca que nunca, hermosa, pero lastimada. Lastimada con sus marcas. Se sentía maravilloso tener posesión sobre alguien, sobre algo. Alguien a quien herir y torturar, algo que gritaba mientras era torturado. Alguien tan inocente y roto… algo que era suyo.

Le encantaba escuchar los erráticos latidos del corazón del dragón, a veces preguntándose si el daño infligido sobre su patéticamente débil cuerpo había sido demasiado. Seguía vivo, principalmente porque sanaba bastante rápido, gracias a su sangre de dragón. Y Gun era hermoso, especialmente ahora. Su cabello castaño manchado con deliciosa sangre, sus ojos vacíos, su ropa rasgada, su alma perdida…

Un extraño sonido trajo de vuelta al vampiro de los pensamientos sobre su comida. Gun estaba susurrando algo, sus ojos iban y venían por toda la habitación rápidamente.

-          O-off… – La única palabra coherente que logró decir no significaba nada para el vampiro, pero significaba mucho para el dragón. Una pequeña sonrisa se instaló en sus labios al pensar en su pareja. Se imaginaba al demonio yendo a buscarlo, salvándolo como en esos cuentos de hadas. Pero en esos cuentos era la princesa quien era secuestrada, no el dragón.

Gun soltó un sollozo ahogado cuando una ola de angustia lo invadió. Off no iba a ir a buscarlo, él amaba a Win. Todo lo que había pasado antes en realidad nunca había sucedido, solo había sido su imaginación, un sueño cruel que le demostraba que nunca sería realmente feliz.

-          Oh, pobre Gunnie, extraña a su amigo demonio – El vampiro dijo, tomando al menor de la quijada. Lamió sus labios, ansiando el sabor de la dulce sangre en su boca.

Gun gimió, tratando de mover su cabeza lejos del toque del vampiro. Sus ojos miraron directamente en los del otro hombre, sintiendo un escalofrío al notar lo cerca que realmente estaba.

-          ¿Por qué? – Preguntó, con voz débil y apenas audible – ¿Qué te hice yo a ti, Lee?

La Historia de un Dragón Roto -OffGun-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora