Gun estaba aburrido. Realmente aburrido. Estaba viendo televisión en la sala, con los pies descansando sobre la mesita de café frente a él, mirando un dibujo animado. No estaba mal, pero el dragón en realidad no estaba interesado. Además, desde que Off se había ido el tiempo parecía pasar demasiado lento. Solo habían pasado dos horas y Gun ya estaba extrañando a su pareja como loco.
De todos modos, todavía no sabía si estaba haciendo lo correcto al pasar tiempo con Off. Gun sabía lo posesivas que se podían volver las parejas destinadas, y también sabía que los demonios se volvían aún peores. Si Off alguna vez descubría lo que había pasado, era seguro que iba a dejarlo. Aun así, el dragón no podía evitar desear que su pareja volviera pronto.
Cerró los ojos, recordando el momento de su primer beso con Off. No había sido nada especial, sobre todo porque no era su primer beso. Sin embargo, podía recordar cómo su corazón comenzó a latir como loco dentro de su pecho cuando le respondió el beso. Fue el momento perfecto, el sello de su amor. Nunca antes Gun se había sentido tan protegido y amado. Fue como si el mundo se hubiera detenido por un momento.
Y ahora, mientras estaba acostado en el sofá, esperando que el tiempo pase, solo deseaba que el día siguiente por fin llegara. Quería ver a Off. Aunque no quería que la jefa del demonio se enojara. Si el mayor le tenía miedo o al menos se sentía intimidado por esa persona, seguramente era aterradora. Y Gun no quería que ella estuviera enojada con su pareja.
Suspiró mientras se giraba para quedar acostado sobre su estómago. No tenía nada que hacer y eso le molestaba. Además Off no estaba ahí.
Pasó una hora más de la misma manera; dando vueltas en el sofá, pensando en qué podría hacer, cuando de repente escuchó pasos cerca de la puerta. Considerando el hecho de que sus padres habían salido hace algunas horas, a Gun no se le ocurrió que quien estaba del otro lado de la puerta fuera alguien más que no sean ellos.
Pero, de repente su nariz captó un aroma desagradablemente familiar. No le dio mucha importancia, estaba a punto de quedarse dormido, sus párpados se sentían cada vez más pesados. Y de la nada, la puerta se abrió de un golpe.
Gun se levantó de un salto, su nariz por fin reconociendo el olor que antes pensó amar. Sus ojos se agrandaron y sus latidos se aceleraron. Era él. No tenía idea de por qué estaba ahí, pero era él. Y había ido por Gun.
El pequeño sentía sus pies pegados al suelo, no sabía qué hacer. Estaba demasiado sorprendido como para moverse, y en cuestión de segundos, sus ojos se encontraron con una mirada muy familiar. Solo en ese momento se dio cuenta de que el vampiro estaba sonriendo, con sus afilados dientes brillando con la luz de la lámpara que Gun había olvidado apagar.
Él seguía congelado cuando vio al vampiro acercarse y agarrar su mentón, forzándolo a mirar en sus mortales ojos rojos. El dragón gimió, luchando por zafarse del agarre.
- ¿Qué es lo que quieres? –Dijo, tratando de sonar firme, pero su voz se quebró al ver al otro hombre observarlo con una sonrisa burlona en la cara.
- Gunnie, ¿no recuerdas lo mucho que solíamos amarnos? –Preguntó, la dulzura en su voz sonando muy parecida a la que usaba cuando Gun solía creerle.Gun tragó saliva, moviendo su cabeza hacia ambos lados. No. Nunca se habían amado. Pero de todos modos había algo que le había hecho imposible escapar. Lo que él no sabía, era que el vampiro lo tenía bajo un hechizo. Los vampiros habían sido capaces de hacer eso por siglos, y por razones obvias. Por supuesto, el joven dragón no lo sabía, ya que los “chupa-sangre” preferían esconder sus habilidades.
Gun tembló cuando una fría y delgada mano se acomodó en su mejilla, casi gentilmente, la sensación enviándole escalofríos por la espalda. Pero seguía sin poder moverse. Su cuerpo se sentía como congelado, como una roca fría. Una lágrima bajó por su mejilla, cayendo en la alfombra con un sonido sordo, pero que ambos pudieron escuchar.
- Ven conmigo, Gunnie –El vampiro susurró, sonriendo cuando el dragón asintió, en una especie de trance. No podía hacer otra cosa. Después de todo, estaba bajo su control– Iremos a casa, dulzura –El hombre dijo, besando al pequeño.
Sus labios eran muy, muy fríos y completamente desagradables para Gun. Pero no era capaz de empujarlo lejos. Aunque tampoco le había regresado el beso, lo cual hizo que el vampiro le mordiera el labio. Gun jadeó mientras unas gotas de sangre caían por su mentón. El vampiro forzó su lengua dentro de la boca del menor, sonriendo cuando éste no lo alejó.
Era obvio que no era capaz de hacerlo, no porque no quisiera, sino porque no podía. Pero al vampiro le gustaba; disfrutaba controlarlo. Lo llenaba con una sensación de orgullo y fuerza. Sabía que el dragón haría lo que él le dijera, y eso le encantaba. Sonriendo con malicia, terminó el beso y tomó de la mano al menor.
- Vas a escribirle una carta a tu familia, Gunnie –Dijo suavemente en su oído, mordiendo ligeramente su oreja al final. Otra lágrima se unió a la primera que había caído por la mejilla de Gun, mientras él asentía sin saber qué más hacer, buscando papel y lápiz mecánicamente– Diles que me amas y que vas a volver conmigo –El vampiro continuó, soltando una risa profunda mientras el pequeño asentía nuevamente.
Unos minutos después, el dragón estaba siguiendo al vampiro fuera de la casa.
…
Y al siguiente momento, los ojos de Gun se abrieron. Su respiración era pesada y todo su cuerpo estaba temblando. Había sido demasiado real. Se había sentido demasiado real. Como si realmente se tuviera que ir… pero no. Él seguía en el sofá de la sala, con la televisión prendida mientras otro dibujo animado se veía en la pantalla.
- No fue real… –Susurró, con lágrimas acumulándose en sus ojos.
Estaba a salvo… pero, ¿por qué había soñado con él?
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La Historia de un Dragón Roto -OffGun-
FantasyEn un mundo que es habitado por criaturas mágicas, todo puede pasar. Especialmente si la meta en la vida de cada persona es encontrar a su pareja, su amor... esa persona que significa más que nada para cada uno. Pero, también existen algunas almas d...