24. Inseguridades

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El siguiente día llegó agonizantemente lento para ambos, el demonio y su pareja. Para Off, fue por la cena familiar. Su madre, quien en un momento había parado de preguntarle sobre su compañero, de repente comenzó a lanzarle pregunta tras pregunta sobre Gun, esperando una respuesta de un minuto de largo. Era obvio que a ella ya le caía bien el pequeño dragón. Gun sonaba como una persona realmente adorable. Y a ella siempre le habían gustado los niños, por eso había comenzado a trabajar como maestra de jardín de niños cuando era joven, y así fue como su pareja la encontró cuando iba a recoger a su hermana un día. Estaba fascinada por la idea de conocer a un joven dragón. Y realmente, la adoración con la que Off hablaba de él era suficiente para que quisiera conocerlo. Sonaba como un chico muy dulce. La mujer ya pensaba en él como parte de la familia, y eso era algo grande viniendo de ella. Al ser un demonio, era muy buena escondiendo sus emociones y pensando con la cabeza fría sobre varias cosas, pero al pensar en la pareja de su hijo, sentía que podía saltar de la alegría. Era como si hubiera ganado un hijo más.

Por supuesto, la principal razón de su emoción no era solo lo lindo que sonaba Gun, sino lo feliz que había hecho a Off. Era obvio que el demonio estaba vuelto loco por él. Solo por el brillo en sus ojos, la mujer podía saber que todo iba a ir perfecto para esos dos de ahora en adelante. Aun así, deseaba conocer al dragón pronto, sin embargo, no lo dijo, pues sabía que cualquier cosa que le hubiera pasado al chico debía ser algo serio, y él necesitaba tiempo. Su esposo, aunque parecía frío y callado por fuera, la verdad estaba disfrutando de ver lo feliz que estaba su familia en ese momento. Hizo una nota para recibir al dragón una vez que fueran presentados.

Por otro lado, la noche de Gun fue una de las peores. No podía dejar de pensar en el vampiro. Cada vez que cerraba los ojos para tratar de dormir, lo veía hablándole, diciéndole esas terribles palabras: “voy a ir por ti”. Ni siquiera lograba dormir a pesar de sentirse exhausto. Solo quería pensar y soñar con su pareja real, pero las imágenes del chupa-sangre llenaban su mente. Al final, se quedó dormido alrededor de las dos o tres de la mañana, e incluso entonces, lo único que pudo escuchar fue la fría risa del vampiro, susurrando su nombre casi dulcemente.

Cuando Gun despertó, se sentía más cansado que el día anterior. Logró forzar a sus ojos a abrirse, solo para cerrarlos nuevamente cuando un rayo de sol lo cegó por un momento. Con pereza se levantó de la cama, sabiendo que su pareja iría a verlo. Esperaba que un baño pudiera despertarlo un poco más.

Mientras se desvestía lanzó una mirada al espejo, temeroso de lo que podría observar. Por primera vez estuvo feliz de que su mente siguiera algo nublada, así no podía registrar del todo su propia fealdad. Oh, cómo deseaba que esas feas cicatrices desaparecieran, para así poder verse un poco más sano. Suspiró, cerrando los ojos mientras entraba a la ducha y abría la llave, el agua fría cayendo sobre su cuerpo. Gun temblaba cada que las gotas heladas caían sobre sus cicatrices, pues aparentemente eran mucho más sensibles que el resto de su piel. Pero necesitaba despertar, así que no le importó demasiado. En realidad, disfrutó estar parado ahí con los ojos cerrados, escuchando el agua caer.

Después de casi media hora, finalmente se sintió fresco. Rápidamente lavó su cabello y el resto de su cuerpo y salió de la ducha casi tropezando. Tomó dos toallas, una para su cabello y una para su cuerpo. Enrolló la toalla más larga alrededor de su cintura y levantó la vista hasta que sus ojos vieron su reflejo en el espejo. Pestañeó al ver las ojeras que tenía. Era obvio que no había logrado dormir bien.

Su mirada viajó hacia su cuello, donde aun eran visibles las marcas de colmillos. Sintió un escalofrío, recordando cómo se sentía que esos dientes se clavaran en su piel. Recordaba lo mucho que dolía sentir como su poder dejaba su cuerpo. Ladeo un poco la cabeza y frunció el ceño. Odiaba ser tan débil. Lo tenía todo ahora, pero su pasado seguía atormentándolo. Era patético.

-          Eres desagradable… – Gun le susurró a su reflejo – vete – añadió, aunque sabía que no pasaría. Todavía tenía que enfrentarse a sí mismo, y esta vez Off no estaba ahí para ayudarlo.

De cierta forma, estaba casi agradecido de que el mayor no estuviera ahí. Sabía que su pareja lo amaba, con suerte tanto como Gun lo amaba a él, pero también sabía que Off solamente iba a sostenerlo. Claro que se sentía bien, pero cada vez que el demonio no estuviera, Gun se vería a sí mismo, o al vampiro. Off solo lo hacía olvidar las cosas momentáneamente. Si él se iba… Gun se volvía débil de nuevo. Y no le gustaba lo dependiente que era de su pareja, a pesar de que lo amaba más que a nada. Simplemente no se sentía… correcto.

El dragón suspiró y buscó su ropa, tratando de olvidar la imagen de su cuerpo delgado y feo, antes de que su pareja llegara. De alguna manera logró sonreír cuando pensó en el demonio yendo a verlo. Tal vez era el amor lo que lo hacía sonreír. Tal vez era el hecho de que era su pareja, su protector, su Off, quien iba por él.

Una vez que estuvo vestido, se sentó en su cama, mirando alrededor en su habitación. Logró olvidar sus inseguridades manteniendo su mente ocupada.

Cuando escuchó el sonido de golpes en la puerta, bajó corriendo las escaleras hasta llegar a la puerta y abrirla rápidamente, con una enorme sonrisa en el rostro. Estaba listo para lanzarse a los brazos de su pareja… pero el hombre que estaba ahí, no era Off.

La Historia de un Dragón Roto -OffGun-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora