49. Película

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Gun soltó un gritito mientras los personajes en la pantalla bailaban bajo la luz de la luna. Eugene, un humano alto con cabello oscuro, le susurraba cosas dulces pero graciosas a la castaña que sostenía entre los brazos. Rapunzel reía con su esposo, sus ojos brillando de emoción. Un par de niños los rodeaban, lanzando pétalos de flores rosas. El dragón reía al ver los pétalos caer sobre Pascal, el pequeño camaleón que Rapunzel tenía como amigo desde hace varios años.

Se preguntaba si él también podría tener una mascota. No un camaleón, pero tal vez algo peludo como un gato o un perro, o incluso un hurón.

La película terminó con un beso entre los ahora rey y reina. Gun sonrió felizmente mientras Off dejaba salir un suspiro de alivio. Esa película había sido tortura para él, llena de cosas como princesas, animales que hablan y brujas extrañas. De cualquier forma, estaba feliz de que su pareja hubiera pasado un buen rato. Podía notarlo en esos hermosos y oscuros orbes, y en la manera en la que Gun salía del cine, jalando al demonio rápidamente de la mano. Se veía lleno de energía, feliz. El mayor no pudo evitar sonreír al ver al pequeño.

-          ¿Quieres comer algo? –Le preguntó al dragón una vez que éste había dejado de jalarlo por todas partes en el centro comercial.

Había muchos tipos de criaturas ahí, muchos con sus parejas, lo cual ponía al demonio un poco menos preocupado al saber que otros se sentían igual que él: preocupados de que alguien quisiera robarle a su pareja, ya fuera por la fuerza, con magia o con palabras bonitas.

-          Sí –El dragón sonrió y caminó hacia uno de los restaurantes de comida rápida.

Ordenaron y se sentaron uno al lado del otro. Gun estaba haciendo un puchero porque su orden no era algo que estuviera listo en un minuto, así que tenía que esperar. No podía evitar el estar mirando la comida de su pareja, la cual era una enorme hamburguesa con muchas papas fritas y bastante ensalada.

-          ¿Puedes comerte todo eso? –Preguntó con ojos de cachorrito, rogándole a su pareja que le diera un bocado.

-          Bueno –Off rio suavemente, tomando una papa frita–, puedes tener un poco de esto bebé dragón, pero solo porque eres muy lindo –Añadió, sonriendo cuando los ojos del pequeño se iluminaron y una adorable sonrisa apareció en sus labios–. Di “ah”.

El menor obedeció y Off metió la papa dentro de la boca de su pareja. Gun masticó felizmente, sus ojos brillando mientras terminaba de comer.

-          Gracias –Dijo sonriente, mientras se inclinaba para darle un beso en la mejilla al mayor.

Escucharon el sonido de pasos arrastrándose hacia ellos y miraron en esa dirección. Una mesera alta y rubia estaba parada frente a ellos.

-          Ustedes son la orden cinco, ¿cierto? –Preguntó, con la mirada fija en el demonio, a quien obviamente no le importaba si la chica era bonita o no.

Gun hizo un puchero cuando se dio cuenta de que a la mujer le gustaba su pareja. Eso no le agradaba para nada. De cualquier forma, tampoco podía evitar el sentirse un poco temeroso y también celoso. La humana era realmente bonita. A los ojos del dragón, ella era todo lo que él no era: alta, rubia, con curvas y, por supuesto, una mujer. Comparado con ella, se sentía como una pequeña mosca. Pero cuando el demonio tomó su mano y le dio un dulce beso, Gun sonrió, recordando que su pareja lo amaba a él. Notó que los ojos del demonio estaban en todas partes menos en la chica, quien finalmente le entregó su orden: spaghetti boloñesa.

-          Llámame –De repente, la mesera le extendió un trozo de papel con su número de teléfono a Off.

-          No, gracias –Él respondió, esperando a que ella por fin se alejara.

Cuando lo hizo, Gun sonrió y se aventó sobre Off para besarlo. El demonio rio entre el beso, utilizando su lengua para explorar la boca del pequeño. Después de unos minutos se vieron obligados a separarse.

-          Eres mío –Gun declaró mientras comenzaba a comer su pasta, lamiendo sus labios adorablemente cuando un poco de la salsa quedó sobre ellos.

-          Por supuesto que lo soy, bebé –Off sonrió, utilizando su pulgar para limpiar un poco de lo que había quedado en la comisura de los labios del menor–. Esa mujer no puede compararse contigo, ¿sabes? –Añadió mientras acariciaba el rostro de su pareja, riendo cuando las mejillas del pequeño se volvieron rojas, dejando salir un suave “gracias” de sus labios.

Cuando ambos terminaron de comer, decidieron regresar a casa del dragón.

-          Vas a quedarte conmigo, ¿verdad? –Gun preguntó, casi rogándole al mayor mientras caminaban hacia su carro, con el pequeño acurrucándose contra Off pues le hacía un poco de frío.

-          Claro –Off dijo, después de unos segundos de pensarlo. La verdad tenía un poco de miedo de perder el control, pero sabía que el que los padres del dragón estuvieran en casa sería una gran ayuda.

-          ¡Genial! Estoy muy feliz de que te quedes –Exclamó, abriendo la puerta, metiéndose al carro y abrochándose el cinturón de seguridad antes de que el demonio pudiera hacerlo por él. Le sacó la lengua juguetonamente y observó al mayor dar la vuelta para también subir al carro y comenzar a manejar hacia su casa–. Muchas gracias por salir conmigo, malvado demonio –Gun soltó una risita para luego bostezar, apoyando su cabeza contra el vidrio de la ventana.

-          Gracias por venir conmigo, bebé –Off dijo suavemente, volteando para observar al menor, quien ya estaba quedándose dormido–. Duerme bien, amor –Añadió, sonriendo con ternura y volteando para volver a fijar su vista en el camino.

La Historia de un Dragón Roto -OffGun-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora