33. Comida

84 24 0
                                    

Lo siguiente que Gun registró al volver en sí, era que estaba colgando. Literalmente. Fuertes esposas con cadenas de metal lo mantenían colgando de sus brazos, sus pies apenas tocaban el suelo. Dejó salir un sollozo al sentir un fuerte dolor en los músculos de todo su cuerpo, mientras una lágrima bajaba por su mejilla. Ahora que podía moverse y sentir, lo que sentía era realmente doloroso.

El lado de su cuello que había sido mordido ardía un poco, pero se sentía como un pequeño rasguño comparado con el dolor que tenía en los brazos. Todo su peso estaba cargado en ellos, no en sus piernas, ni siquiera podía mover un dedo sin sentir una corriente de dolor por todo su cuerpo.

Levantó la cabeza, mirando hacia la pared hecha de piedra frente a él. Había estado ahí antes, pero eso había sido hace algunos años.

Gun estaba deambulando por su nueva casa, sus ojos llenos de entusiasmo mientras trataba de explorar cada rincón. Después de haber visto el primer piso, descubrió una pequeña puerta que llevaba a algún lugar que él todavía no conocía. Inocente como siempre había sido, pensó que debería ser algún tipo de bodega donde el vampiro guardaba comida o vino. Al inicio no quería asomarse, ya que no estaba seguro de tener permitido hacerlo, pero decidió ignorar ese pensamiento. Después de todo, las parejas no se guardaban secretos, ¿cierto?

Gun sacudió su cabeza, sintiendo escalofríos con ese recuerdo. No quería ver eso otra vez. Sus pensamientos se fueron hacia su pareja real, tratando desesperadamente de olvidar lo que alguna vez había visto y escuchado en esa habitación. Era llamada “el comedor” por una razón.

El dragón se preguntó si Off ya habría notado su ausencia. Solo quería estar de regreso con el demonio, estar en sus brazos y que le dijera que todo iba a estar bien. Porque iba a estarlo…

En realidad, no lo sabía. Tenía la sensación de que nunca sería capaz de escapar de ese lugar. Y eso lo asustaba demasiado.

Lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, un escalofrío recorrió su espalda y sintió los pequeños cabellos en la base de su cuello erizarse al escuchar pasos. Pasos ya familiares, justo como si se tratara de un depredador. Anteriormente, Gun solía admirar lo suaves que eran esos pasos a pesar de a quién le pertenecían. Una amarga risa salió de sus labios mientras trataba de zafarse de las cadenas una vez más, solamente causando más dolor en su cuerpo.

-          Gunnie, lamento mucho que tu habitación no esté lista para ti todavía… – Las palabras llegaron suaves y dulces, como miel envenenada, al tiempo que el vampiro se colocaba delante de él, tomando su mentón. Los ojos color carmesí se encontraron con los cafés de Gun por un momento, antes de que el menor desviara su mirada – Oh Gunnie, ¿no puedes ni siquiera saludar a tu pareja? – Preguntó, fingiendo estar herido, para después darle al dragón una cachetada tan fuerte que hizo que su cabeza golpeara la pared de piedra.

Un quejido salió de los labios de Gun, pero no respondió nada. Podía sentir algo cálido bajar por su cuello, pero se mantuvo firme. Quería llorar y gritar por su pareja real, pero algo le decía que debía quedarse callado. Necesitaba salir de ahí con vida.

-          Oh mi pobre bebé, ¡lo siento tanto! – El vampiro dijo, sus labios curvándose en una sonrisa al sentir el aroma de la sangre en su nariz.

Tomó unas llaves y abrió las esposas, levantando al dragón antes de que este pudiera siquiera emitir algún sonido. Sabía que el chico sentía dolor, y eso lo llenaba de satisfacción. Las presas tenían que sentir dolor, ese era su destino. Y actualmente, Gun era su presa.

Sonrió al dejar caer al chico al piso, escuchando el sollozo que salió de sus labios. No podía evitar sentirse emocionado. El pequeño dragón era adorable. Sus reacciones, la manera en la que el dolor se reflejaba en sus ojos… si el vampiro no lo hubiera visto ya en su forma de dragón alguna vez, hubiera dudado de que realmente fuera una de esas criaturas.

Tomó a Gun y lo arrastró hacia la mesa. Era una mesa vieja de madera, un poco manchada de sangre de su desayuno. Oh, esa chica sabía demasiado salada comparada con Gun. El vampiro había dudado si mantenerla como su alimento, pero decidió que podría ser útil en el futuro.

Al dejar al menor sobre la mesa, el vampiro sonrió escuchando su quejido. Podía oler sus lágrimas, y eso solo hacía que su frío corazón latiera más rápido. No había nada mejor para él que ver a su comida sufrir. Era un sentimiento fascinante.

Por otra parte, el cuerpo entero de Gun estaba doliendo. Le dolía absolutamente todo, incluso músculos y huesos que ni siquiera sabía que tenía. Su mente seguía algo nublada por el golpe que su cabeza había recibido momentos antes, y la sangre continuaba cayendo por la herida que le causó dicho golpe. Se preguntaba si eso realmente estaba sucediendo. Sintió un pequeño rayo de esperanza al recordar que había soñado con algo parecido antes; tal vez solo estaba teniendo otra pesadilla, una donde Off lo iba a despertar con un abrazo y un beso, diciéndole que todo estaba bien.

Soltó una risita con el pensamiento, pero sintió lágrimas caer por sus mejillas. Cada vez se sentía más mareado por la pérdida de sangre, pero todavía tenía suficiente fuerza para gruñir cuando sintió una lengua lamer la sangre que caía por su cuello.

-          Eres valiente, ¿no es así? – Escuchó mientras su cabeza era levantada bruscamente. Dejó salir un suave y lastimero quejido cuando lo aventaron nuevamente contra la mesa – Tan lindo, gruñendo como un cachorrito. Qué patético – El vampiro dijo, dibujando una X en el cuello del menor con su frío dedo –. Pero ahora eres mi comida, Gunnie. Solo comida, y solo mío – Al escuchar esas palabras, comenzó a temblar sin darse cuenta.

Gun se preguntaba si saldría vivo nuevamente, mientras trataba de alejarse del toque del vampiro.

La Historia de un Dragón Roto -OffGun-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora