35. Corriendo

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Gun se tensó al sentir colmillos perforar su frágil piel. De nuevo. No tenía idea de cuánto tiempo había pasado, pero ya estaba siendo demasiado. A veces trataba de escaparse de esas cadenas, luchando ferozmente, pero no lograba nada.

Sintió su poder dejar su cuerpo mientras su sangre era extraída por su captor. Dejó salir un débil quejido, tratando inútilmente de alejar al otro hombre. Luego, su cabeza fue golpeada contra la pared, casi gentilmente, pues el vampiro ni siquiera se molestó en levantar la cabeza mientras el dragón trataba de empujarlo lejos.

Gun se sentía cada vez más débil conforme los minutos pasaban, más y más mareado. Volvió a ver esos puntos de colores bailando frente a sus ojos para luego cerrar completamente los párpados, estando en su límite nuevamente.

Lee sonrió mientras se alejaba lentamente, con el delicioso sabor de la sangre del chico en la punta de su lengua. Una traza de sangre cayó por su mentón, pasó por su cuello y finalmente cayó en su ya manchada camisa.

-          Duerme bien… – Dijo lúgubremente, besando la frente del dragón. Sus ojos brillaban mientras escaneaba el pálido rostro de Gun, que tenía manchas de sangre. El pequeño se quejó suavemente, abriendo los ojos de un momento a otro y mirando al vampiro.

-          Déjame ir – Susurró, su voz se oía ronca y débil. El vampiro rio.

-          ¿Por qué lo haría? – Dijo – Me gusta tu sangre – Añadió. Era verdad, realmente le gustaba la dulce, dulce sangre que lo hacía sentir tan fuerte. Amaba ver el dolor en los ojos de Gun, amaba ver como sus ojos se ponían en blanco cada vez que se desmayaba. Amaba la música que eran sus gritos de agonía, el sonido de su corazón acelerándose.

Lamiendo sus labios, Lee pasó una mano por el cabello del dragón, sucio con sangre seca. Vio la mirada perdida en los ojos del pequeño y no pudo evitar sonreír. Era su culpa por nunca haber hecho lo que él le dijo desde un inicio. Podría haber tenido una gran vida si lo hubiera ayudado. Pero no, tenía que ser un pequeño mocoso y desobedecer sus órdenes.

Ahora, iba a sufrir. El vampiro se aseguraría de eso.

 

Mientras tanto, Off estaba corriendo.

Finalmente había encontrado un débil rastro de un aroma. El aroma de Gun. A pesar de que la policía consistía en criaturas con un gran sentido del olfato como hombres lobo, ellos no tenían idea de dónde podría estar el dragón, y le habían dicho al demonio que se quedara en casa pues el vampiro de nombre Lee era peligroso. Aun así, Off tenía que ir.

Finalmente, sentía que sabía dónde estaba Gun. Después de tanto tiempo, una semana que se sintió como una eternidad, sabía que su pareja estaría en sus brazos pronto. Estaba corriendo como el día en que lo encontró en aquel callejón, su fragancia llenando su nariz mientras se hacía más y más fuerte. Ahora Off sabía por qué no había sido capaz de olerla antes. Había sido escondida con el aroma de un perfume humano. Era demasiado dulce, casi más dulce que la propia esencia del dragón, pero finalmente había comenzado a desaparecer. Por suerte, la esencia de Gun no estaba desapareciendo tan rápido, lo cual no era una sorpresa ya que era mucho más potente que cualquier aroma que los humanos pudieran mezclar.

El demonio no estaba seguro, pero recordaba haber escuchado a alguien decir que el aroma de una criatura solo podía desaparecer después de meses si pasaban el suficiente tiempo en un lugar. Parecía que el perfume utilizado no era tan fuerte como la esencia de Gun. Y eso para Off, significaba esperanza.

Hace apenas unos minutos, estaba caminando a unas calles de distancia de la casa del menor, cuando finalmente descubrió el aroma del perfume. Y detrás de este, pudo sentir su esencia.

Y ahora estaba corriendo, sintiendo sus piernas más fuertes que nunca. Se sentía más rápido, pero no lo suficiente. Y aun así, sentía que sabía a dónde tenía que ir. Cada giro que tuvo que tomar, sabía a dónde tenía que ir incluso sin sentir el aroma. Su corazón lo estaba llevando hacia Gun. ¿Por qué no había sentido ese empuje antes? No lo sabía. Pero en el momento en que encontró esa pequeña pista, ese olor… simplemente lo sintió. Sabía a dónde tenía que ir.

De repente, se detuvo frente a una gran casa vieja y aparentemente abandonada. Alrededor había varias casas parecidas, casi iguales. Incluso en el exterior, el aire apestaba a sangre de diferentes criaturas, probablemente todas muertas.

Off sintió que algo lo llamaba para entrar a la casa, su esperanza creciendo al irse acercando. Sin embargo, tenía que estar alerta. Podría ser alguna trampa, engañándolo con el aroma de su pareja para llevarlo hasta ese lugar. Si esa esencia no hubiera entrado en su nariz en aquel momento, ahora estaría en casa esperando que un milagro sucediera. Todo parecía estar siendo demasiado fácil, y Off lo sabía.

Entró a la casa y de sus labios salió un gruñido en el momento en que vio a alguien en una esquina. Era una pequeña niña, con cabello rubio y grandes ojos azules. Ella estaba sentada en un taburete, y su rostro se veía pálido. Por un momento miró al demonio, sus labios temblaron y lentamente se levantó para caminar hacia él con piernas temblorosas.

-          ¿Quién…? – Preguntó, mirando hacia el suelo.

-          No necesitas saber – Off respondió fríamente, escaneando la figura de la niña – ¿Quién eres tú? – Preguntó, mirando a la pequeña.

-          Yo vivo aquí – Dijo ella, casi sin prestar atención a la pregunta –, con mi papá – Añadió, sus ojos brillando al mencionarlo –. ¿Tú eres amigo de papá? – Sonrió dulcemente, haciendo una pequeña reverencia al demonio.

Off sabía que estaba siendo demasiado fácil. Era obvio, pero fue lo suficientemente tonto para creer que ese pequeño rastro de aroma lo llevaría hacia su bebé. Y no fue así. Había creído y fallado.


O tal vez no. Porque lo siguiente que escuchó, fue un grito lleno de dolor. Un grito con la voz de Gun.

La Historia de un Dragón Roto -OffGun-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora