8. Yéndose

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Gun estaba terminando su comida cuando el timbre sonó. Ambos, el dragón y el demonio, levantaron la mirada. Lentamente una sonrisa apareció en el rostro del menor, mientras se levantaba y corría hacia la puerta. Incluso desde esa distancia podía oler la dulce y familiar esencia de su madre.

Off siguió a su pareja, sonriendo amargamente. Deseaba que la mujer no hubiera llegado tan pronto, él quería pasar un poco más de tiempo con su bebé. Sabía que Gun tenía que ir a casa, pero egoístamente había esperado que la madre de Gun no hubiera podido encontrar su dirección, para que así el menor estuviera con él por más tiempo.

Sin embargo, cuando vio al pequeño colgarse del cuello de su madre, llorando sobre su hombro, supo que tenía que dejarlo ir. La mujer estaba llorando también, era obvio que se habían extrañado. Estuvieron así por un rato hasta que ambos dejaron de llorar.

- M-mamá... –Gun dijo mientras se separaba de su madre– mamá, él es Off. Él me salvó –Continuó, enviándole una mirada agradecida al demonio.

- Cualquiera lo hubiera hecho –El mayor respondió suavemente, mirando la sonrisa de Gun, y luego a su madre, quien lo estaba observando con una mirada cómplice y una sonrisa en los labios. La mujer tenía el cabello largo y oscuro, casi con un destello violeta. Sus ojos eran similares a los de su hijo, pero un poco más claros.

- Por supuesto –Ella respondió con una sonrisa. Todavía se veía algo agitada, pero mucho mejor que cuando había llegado.

- ¿Dónde está papá? –Gun preguntó, su voz extremadamente inocente mientras miraba a su madre, un poco confundido. Pensaba que su padre iría también.

- Está en el carro, cariño. No quería venir adentro. Aunque no me dijiste mucho ayer, él sabía que algo realmente malo te había pasado, y está un poco... furioso –Ella explicó.

- Oh –Gun murmuró–, pero... nada pasó... –Dijo suavemente, como si incluso él supiera que su madre no le creía. La mujer suspiró y le despeinó el cabello.

Off notó entonces que todos seguían parados en la puerta. Quería que la estancia de Gun se alargara, aunque sea un poco más, así que inmediatamente supo qué hacer.

- ¿Quieren un poco de café? –Les preguntó a ambos. Gun negó, sonriéndole al demonio.

- No, gracias –dijo dulcemente.

Pero como si ella supiera lo que Off trataba de hacer, la madre de Gun asintió.

- Sí, a mí me gustaría.

Gun hizo un puchero, jalando la manga de la blusa de su madre como si fuera un niño.

- Quiero ir a ver a papá ahora –Dijo. Muy en el fondo quería quedarse con Off, pero también quería ver a su padre, a quien no había visto en años.

La mujer solamente le sonrió a su hijo. Por el contrario, Off, sintió un pinchazo en el corazón al escuchar a su pequeño dragón. Para él, era como si Gun quisiera irse lo más pronto posible. Aunque por un lado podía entenderlo, y no sabía por qué su corazón dolía tanto.

Después de que la madre del menor lo convenciera de que podría ver a su padre pronto, los tres regresaron a la sala.

- Tienes una casa adorable Off –La madre de Gun habló mientras se sentaba y miraba hacia todas partes. Gun se sentó a su lado, mientras Off iba a preparar el café–. Estoy agradecida de que alguien como él te haya encontrado, cariño. Hay mucha gente mala ahí afuera –La mujer le susurró al menor, aún sabiendo que el demonio podía escucharla. Abrazó a su hijo cerca de ella, mientras él asentía.

- Sí, lo sé... pero ahora solo quiero ir a casa y no volver a salir nunca más.

- Lo entiendo corazón. Te amo, mi pequeño dragón.

Off regresó con el café. Se había tardado un poco a propósito, no estaba seguro por qué, si ni siquiera era tan cercano a Gun todavía, pero al menos el menor estaba en su casa. Lentamente se sentó a su lado y le ofreció una de las tazas a la mujer dragón.

Unos minutos pasaron y ninguno parecía querer romper el silencio. Gun estaba mirando alrededor, tratando de memorizar cada detalle de la sala. Quería quedarse cada vez más, pero al mismo tiempo quería irse. Y sabía que necesitaba a sus padres, pero también necesitaba a Off. No estaba seguro de la razón, pero sentía que nunca más iba a poder estar lejos del demonio. Tal vez era esa sensación extraña que lo atraía hacia su salvador, o tal vez era algo más.

- ¿Me darías tu número de teléfono? –Gun habló, casi sin pensar. Una vez se dio cuenta, se sonrojó notablemente– Q-quiero decir... tengo que... tengo que regresarte tu ropa –Dijo, mirando a todas partes menos a Off.

- Claro –Off sonrió y buscó papel y pluma. Escribió los números y se lo dio al menor, riendo suavemente cuando vio el rostro de éste encenderse por la emoción.

- Gracias, y... gracias por todo. Si no me hubieras encontrado... –No terminó la oración, pero ambos sabían a qué se refería.

- No es nada –El demonio respondió, para luego acercarse y abrazar al pequeño dragón, enterrando su rostro en el cabello castaño. Gun se tensó al inicio, pero después rodeó el cuello de Off con sus brazos, apoyando su cabeza en el pecho del mayor e inhalando su aroma.

- Creo que deberíamos irnos ahora –Su momento fue cortado por la madre de Gun. Para Off, era obvio que la mujer se había dado cuenta de todo. Se veía lo suficientemente grande para saber cómo funcionaba su mundo– Gracias por haber salvado a mi hijo –Dijo, sonriéndole a Off.

El demonio los acompañó hasta la puerta, asegurándose de que Gun tuviera el papel con su número con él.

- Cuídate –Le dijo, dándole un rápido abrazo al pequeño y haciendo un movimiento de cabeza hacia la madre. Gun asintió y le sonrió.

- Tú también... te llamaré –dijo, sonrojándose de nuevo.

Ambos dragones dejaron la casa de Off. Inmediatamente, el demonio se sintió vacío. Pero sabía que iba a ver a su bebé otra vez, solo tenía que darle algo de tiempo, y después todo estaría bien. O al menos eso esperaba.

La Historia de un Dragón Roto -OffGun-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora