46. Todo se trata de la ropa

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-          Se siente como si esto ya hubiera pasado antes –Gun se murmuró a sí mismo, mirando su reflejo en el espejo con un puchero en los labios. Su cabello estaba despeinado, levantado en todas direcciones– ¿Por qué mi cabello está así? Y justamente hoy.

Soltó un suspiro irritado. Volvió a su habitación y se metió a su armario, suspirando nuevamente al no ver ningún atuendo que le gustara. ¡Y justamente en el día de su cita con su pareja! Su cabello ya se veía mal y encima toda su ropa parecía basura en ese momento. ¿Ese era su destino? ¿Sufrir con ropa horrible y no ver la mirada de asombro del demonio que usualmente ponía cuando Gun lograba verse presentable?

Frunciendo el ceño, miró hacia abajo para observar la toalla blanca que estaba amarrada alrededor de su cintura.

-          Apuesto a que esto se ve mejor que cualquiera de mi ropa –Volvió a quejarse, mientras tomaba una playera azul que tenía unas letras blancas al frente. Pero casi inmediatamente la soltó. No se veía nada bien.

Pensando en por qué esa situación parecía familiar, el dragón recordó que había pasado por lo mismo cuando estuvo arreglándose para ir a la casa de su pareja a devolverle su ropa. Aunque esa vez había sido diferente, porque entonces se sentía triste, casi miserable.

Y ahora, estaba más que feliz. Solo que no podía encontrar nada para ponerse, y eso lo frustraba un poco. Su cabello no estaba tan mal, simplemente tenía que peinarse, pero no podía aparecer mágicamente un nuevo par de pantalones y una camisa.

Sin embargo, a pesar de que se sentía un poco molesto, en el fondo estaba muy emocionado por ver a su pareja, lo cual era bastante normal en él. Además, iban a tener una cita. Sabía que no sería mucho, solo ver una película y comer algo por ahí. Al inicio Off no había querido decirle los detalles, pero solo bastó que el dragón le pestañeara un poco e hiciera un puchero para derretir su corazón y que le contara todo sobre sus planes. Pero aun así, era su cita. Y eso era lo que importaba, no a dónde irían.

Ya que a Gun no le quedaba mucho tiempo hasta que Off llegara, decidió elegir algo al azar. No quería perder más tiempo mirando su ropa sin gustarle como se veía con ella. Así que suspiró y tomó una playera gris y un par de jeans blancos. Se veían aceptables, aunque secretamente deseaba haber elegido algo un poco mejor. Caminó hacia su mesita de noche y sacó un collar plateado. Su madre se lo había regalado cuando aprendió a volar, diciéndole que era un regalo por crecer o algo así.

Caminó de regreso a su baño admirando el pendiente en forma de ala que colgaba del collar, sonriendo mientras los recuerdos llegaban a su mente. Podía recordar el miedo que sintió en su primer vuelo, lo asustado pero feliz que estaba mientras su madre volaba no muy lejos de él, cuidándolo en caso de que cayera. Gun volaba en círculos, sintiendo el aire golpear su rostro. Le encantaba volar, estar tan alto en el cielo… pero lo mejor era volar entre las nubes. Gun amaba volar más que nada en el mundo… bueno, tal vez no tanto como amaba a Off, sus padres y su hermanita bebé (ya sabían que era una niña). Aunque no había volado en años, lo cual lo ponía un poco triste.

Sintiéndose algo más animado, Gun se arregló rápidamente y se puso el collar, jugando con el pendiente un momento para después peinarse. De repente sus oídos captaron el sonido del timbre de la puerta, y después una esencia masculina llenó su nariz.

Una sonrisa apareció en su rostro mientras daba una última mirada a su reflejo y luego bajaba corriendo las escaleras hacia la puerta abierta. Aunque había visto a Off en la mañana antes de que se fuera a su casa, y habían hablado hace dos horas, Gun lo había extrañado mucho.

El demonio rio cuando su pareja prácticamente voló hacia sus brazos abiertos, enredando las piernas en su cintura.

-          Te extrañé –Gun dijo, frotando su nariz contra el cuello del mayor, inhalando su aroma.

-          Yo también te extrañé, bebé dragón –Off respondió, abrazando a Gun–. Te ves adorable, por cierto –Añadió después de que el menor se alejó un poco de él. Realmente se veía adorable en la ropa que había elegido–, pero creo que sería bueno que te pusieras zapatos, a menos que quieras que te cargue por todas partes.

Su única respuesta fue un pequeño “oh” justo antes de que el dragón se diera la vuelta y corriera de regreso a su habitación. Off sonrió, admirando al pequeño. Estaba seguro de que su cita iba a ser increíble.

La Historia de un Dragón Roto -OffGun-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora